
Pernicioso escepticismo
PACHUCA, Hgo., 26 de agosto de 2025.- Después de la reconversión industrial que vivió México, gracias a la llamada Revolución Verde, prosiguieron procesos de extensionismo técnico alrededor de la agricultura extensiva (en demasía granos), hasta la privatización de la propiedad ejidal bajo el argumento de la improductividad de las tierras. Tales cambios estructurales, conjugando con climas, disponibilidad de agua y tipo de suelo, definen, según los especialistas, al menos el 20 por ciento del territorio hidalguense propicio para la agricultura comercial y exportadora. El porcentaje restante (80%), se explica por una agricultura de temporal, en ciertos casos hoy pulverizada, descapitalizada y /o casi en extinción; desde hace ocho años, amortiguada por los programas insignia del gobierno federal.
Es así que la resiliente planta del maguey y de nopal que se localiza en Hidalgo, son quizás las pocas plantas que pueden sobrevivir en un mundo que se calienta y se seca. El tlachiquero/la tlachiquera, pero más aún la cosmovisión intangible que existe alrededor del maguey para lograr el llamado sustrato aguamiel, son los únicos recursos que hoy en día empujan su salvaguarda, su propagación, sus festivales, su apropiación del espacio, sus inventivas, su biodiversidad (flora y fauna), por mencionar algunos. No obstante, con el aval del color ambiental de ocasión (aunque mismos apellidos y direcciones), se da paso a proyectos agrovoltaicos que permita lograr el porvenir a los pueblos originarios, rural y primarios. Para validar las inversiones que demanda el Estado Mexicano, se instrumentan una serie de acciones inducidas (algunas veces encajan en un Frankenstein ambiental), acorde al vigente pulso regulatorio. Al menos durante tales procesos de validación y publicación, la voz de los Guardianes queda replegada y/o minimizada, quizás asumen los tomadores de decisiones, la falta de capacidad, entendimiento y/o conocimiento occidental de los pueblos originarios, rurales y/o primarios.
Es así que, en Hidalgo las causas-consecuencias de instalar proyectos de alta gama implementados al menos en los últimos 20 años, sirven de preámbulo de posibles escenarios en la irreversible instalación del Parque Fotovoltaico Epazoyucan-Singuilucan, a saber: servidumbre agrícola, algunas veces en actividades terciarias; comprometidos los recursos naturales para fines no domésticos; pérdida de biodiversidad algunas veces endémicas; mano de obra barata con el componente de edad avanzada; renta de tierras a largo plazo, donde el único requisito para formalizar el contrato, es tala de los magueyeras/nopaleras; responsabilidad social no definida; y la cada vez más, pulverización de los saberes/culturas y cosmovisión de los de los pueblos originarios, rurales y/o primarios.
¡Al tiempo!
Posdata.
Después de casi dos sexenios de la misma lógica de propagación por hijuelo por parte de la política rural de la entidad (promedio de 20 millones anuales), la contabilidad agrícola publicada hace días indica: Hidalgo dejo de ser el primer lugar de disponibilidad magueyera en el país.
El Desfanatizador
Edgar Iván Roldán Cruz
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