Topógrafo corneal portátil incubado en la UNAM
PACHUCA, Hgo., 21 de junio de 2016.- El sexo, las drogas y el rock ‘n roll quedaron atrás. Para los adolescentes de hoy, todo se reduce a los ‘me gusta’.
Me gusta, para quien aún no lo sepa, es la retroalimentación positiva que se da a una publicación en las redes sociales.
Una nueva investigación muestra que los me gusta son adictivos para los adolescentes.
El mismo centro de recompensa cerebral que está implicado en la sensación de placer, el lugar que se activa cuando se piensa en sexo, dinero o un helado, también lo hace cuando los adolescentes ven que sus fotos obtienen muchos me gusta en las redes sociales.
Con el objeto de aprender más sobre lo que impulsa la utilización de las redes sociales entre los adolescentes, un grupo de investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles llevaron a cabo un experimento novedoso en el que recrearon una red social para compartir fotos similar a Instagram. La investigación se publicó en la revista Psychological Science.
Para realizar el estudio, los investigadores reclutaron a 32 personas entre los 13 y los 18 años, y les dijeron que estaban participando en una red social pequeña que seguía el modelo de Instagram, en la que amigos y seguidores pueden señalar que les agrada una imagen o video oprimiendo un icono en forma de corazón.
En el experimento los investigadores pidieron a los adolescentes que compartieran algunas de sus propias fotos y luego los llevaron al laboratorio para que miraran cerca de 150 imágenes (incluyendo algunas muy sosas, imágenes de comportamientos arriesgados y algunas de las propias fotos de los adolescentes) mientras los científicos analizaban su actividad cerebral mediante imágenes por resonancia magnética.
Como parte del experimento, los adolescentes también podían ver cuántos me gusta había recibido cada foto. Aunque los investigadores habían asignado los me gusta como parte de su prueba, a los adolescentes se les hizo creer que provenían de los otros chicos.
Según los investigadores, cuando los jóvenes veían imágenes con muchos me gusta, había más actividad en regiones del cerebro relacionadas con el procesamiento de la recompensa, la cognición social, la imitación y la atención, que en las reacciones neuronales cuando los adolescentes miraban fotos con menos me gusta.
El efecto fue aún mayor cuando veían una imagen que ellos habían compartido y que tenía muchos me gusta, sostienen los investigadores.
Era más probable que los adolescentes dieran un me gusta a una imagen que ya tenía decenas de ellos, incluso si era una foto banal de un plato de comida o unos lentes de sol. Eran menos propensos a oprimir el icono de agrado en el mismo tipo de imagen si esta contaba con pocos me gusta.
Aunque el experimento solo se basó en un pequeño grupo, al parecer capturó la presión social en tiempo real. La presión social no siempre es algo malo, como señaló la autora principal de la investigación, Lauren Sherman, y puede tener un papel crucial en la acumulación de conocimientos sociales y culturales esenciales para el desarrollo de los adolescentes.
“Coincidir con otros es parte de la adolescencia y en cierta medida es normal”, dijo Sherman, que prefiere el término “influencia social” a “presión social”. “Es la manera en que los adolescentes aprenden la reglas para comunicarse y establecer relaciones”.
Cuando los adolescentes vieron imágenes que sugerían un comportamiento arriesgado (como una bolsa de marihuana o una cajetilla de cigarros), mostraban igualmente que los me gusta de los otros chicos tenían influencia en ellos, pero en menor grado, comentó Sherman. Los investigadores tampoco observaron la misma activación del centro de recompensa en el cerebro, pero no saben cómo explicar esto. Al ver fotos de conductas arriesgadas, los adolescentes también mostraron una disminución de la actividad en regiones cerebrales implicadas en el control cognitivo y la inhibición de respuestas, regiones que Sherman describió como aquellas que “echan a andar los frenos y nos dicen que tengamos cuidado”.
Kate Mills, investigadora especializada en desarrollo cognitivo de la Universidad de Oregon, coincidió con ese descubrimiento: “La presión social es mala cuando los otros influyen negativamente, pero los compañeros también pueden tener una buena influencia. Lo maravilloso de nuestro sistema de recompensas es que no solo está implicado en cosas que consideramos placenteras desde un punto de vista hedonista. Este sistema está implicado también en aprender sobre el entorno”.
Los me gusta están “funcionando posiblemente como una pista social, orientando a los adolescentes hacia lo genial o socialmente apropiado”, dijo Sherman. “Aprender sobre el entorno social es una tarea muy importante en la adolescencia”.
Con información de The New York Times