Emmanuel Campos/Quadratín Hidalgo
PACHUCA, Hgo., 3 de marzo de 2015.- Año con año se incrementa el presupuesto al Sector Salud, se construyen hospitales y se cortan listones de nuevos centros hospitalarios, pero las necesidades más básicas, siguen siendo las mismas, pues en todos los centros de salud hay escasez de medicamento.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social (ENESS) 2014 durante el año pasado fueron 2.1 millones de personas quienes acudieron a los servicios médicos.
De estos, la mitad (51%) lo hizo a las instituciones públicas de salud y haciendo uso del seguro popular.
Otro 25 por ciento de la población lo hizo en instituciones privadas y solamente un 24 por ciento lo hizo en el IMSS y en el ISSSTE, conjuntamente.
«PUEDE IR A OTRO CENTRO POR EL MEDICAMENTO PERO NO LE PUEDO ASEGURAR QUE TENGAN»
Basta estar sentado una media hora frente a la farmacia del centro de salud ubicado en el antiguo Hospital del Niño DIF de Pachuca para comprender la problemática que enfrentan quienes necesitan de sus servicios día a día.
Es un pasar tan rutinario que se vuelve mecánico: llegan las personas -en su mayoría mujeres-, exhiben su receta, el despachador hace una mueca, abre un ojo y cierra el otro, luego intercala el proceso, se rasca la cabeza y finalmente, sin mirar a la derechohabiente a los ojos, le dice que ni cuenta con nada de lo que hay en la receta.
Si acaso sorprende lo acostumbrados que están los usuarios a recibir tal respuesta, como si desde antes de llegar a la farmacia supieran que no iban a tener el medicamento que requería.
Todas las enfermedades apremian pero hay unas más urgentes que otras, esas que siempre calan más a quienes más lo necesitan. Es el caso de una madre cuya habilidad le daba para que con una mano cargara un infante, el que estaba enfermo, con la otra sostenía una niña y a una bolsa y aunque había un tercer niño, a este lo agarraba con la pura mirada para que no se apartara de ella.
Su medicina, tampoco estaba. Pregunta dónde es que la tienen y el despachador titubea. Es hasta ese momento que parece despertar, se sacude, e incluso hace una pregunta a su compañera, quien hasta ese momento no se había asomado aparentemente por recibir una capacitación avanzada a través de su teléfono celular, puesto que se levantó y dialogó sin apartar la mirada del smartphone.
Preguntó ella datos sobre el domicilio de la señora pero no tenía un lugar cercano donde asistir, así que con sus tres niños caminará un par de kilómetros a un centro de salud cercano solamente para solicitar paracetamol y/o ibuprofeno, ambroxol y unas amoxicilinas.
Eso sí le aclararon, no tenían ninguna seguridad de que allí si hubieran los medicamentos que necesitaba su niño para dejar de toser, sudar y llorar, porque todo se hace al mismo tiempo.