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PACHUCA, Hgo., 9 de agosto de 2015.- El hablar náhuatl u otomí en una escuela ubicada en la colonia La Raza es objeto de discriminación y burla, así lo revela las investigadoras Rosa Elena Durán González y Lydia Raesfeld en su análisis: “Situación educativa de niñas y niños indígenas en Pachuca, Hidalgo”.
Hoy 9 de agosto se celebra el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, y pese a los avances en materia jurídica sobre la equidad y la no discriminación en México, la realidad es que en sectores de la sociedad pachuqueña en escuelas donde existe presencia de niños indígenas, éstos aún son objeto de rechazo y discriminación.
Así lo dan a conocer las investigadoras de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), quienes realizaron un diagnostico en la escuela primaria Libertadores de América, turno matutino, en donde los docentes refieren: “si hay un poquito de crueldad entre ellos mismos, en agredir, en burlarse de sus compañeritos que hablan el náhuatl o el otomí; se burlan de ellos, de sus papás, de sus abuelitos entre sí mismos.”
En dicho estudio, en esta escuela se registró una población de 348 niñas y niños, de los cuales, un 84 por ciento habla náhuatl y un 16 por ciento habla otomí. Sin embargo, en entrevistas en profundidad, se identificó que existen niños de regiones más alejadas hablantes de maya de Centroamérica y Chiapas.
El uso de la lengua en la escuela se da esporádicamente en lugares como el patio de recreo. Los maestros detectan problemas de socialización cuando un niño o niña hablante de lengua indígena se incorpora a la escuela por primera vez, se muestran tímidos, no hablan con nadie y los demás niños abusan y los violentan tanto física, como verbalmente, destaca el estudio de las investigadoras de la UAEH.
La discriminación va desde las risas y burlas, hasta problemáticas más fuertes que lastiman el autoestima de los niños indígenas, representando un problema psicológico para ellos, situación que deriva en no admitir su pertenencia étnica que desata una serie de problemas de aprendizaje.
En su estudio, Durán González y Lydia Raesfeld, aseveran que como no se alienta el uso de la lengua en las clases, su uso se restringe a espacios privados, como la casa solo entre padres e hijos. Esta arbitrariedad cultural se reproduce y perpetúa con el uso obligatorio del español y los niños desdibujan su identidad y la niegan.