Cerró taller para elaboración de Catrinas
PACHUCA, Hgo., 23 de julio de 2014.-Una de las danzas ancestrales más importantes de la Huasteca, que se celebra en el barrio de La Ceiba de la comunidad de Chililico, en Huejutla, Hidalgo, quedó registrada musical y gráficamente en el disco-libro ¡Cuahuehue tlaquastecapantlalli! La Danza de Cuanegros.
La grabación realizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), será presentada mañana jueves 24 de julio, a las 18:00 horas, en la Sala Abundio Martínez del Centro de las Artes de Hidalgo, ubicada en el Ex Convento de San Francisco, en Pachuca, Hidalgo.
El etnohistoriador Joel Lara González, de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), encabezó la investigación musical y dancística que caracteriza a esta manifestación de culto a los ancestros, cuya interpretación se realiza del 31 de octubre al 2 de noviembre, y del 15 al 30 del mismo mes en esa comunidad.
El disco-libro editado por la Fonoteca de la Coordinación Nacional de Difusión del INAH, es el número 60 de la Serie Testimonio Musical de México, y surgió como parte de un taller realizado en la ENAH bajo el título Danza Tradicional: Texto-Cuerpo-Ritual, donde se exploraron alternativas para el registro y análisis de esta expresión dancística.
Aunque la Danza de Cuanegros se celebra en distintas partes de la región Huasteca, en el caso específico de los nahuas de Chililico, en Huejutla, su representación convoca, a través del cuerpo de los danzantes, a los ancestros en su regreso al mundo de los vivos.
El nombre de esta danza tiene su origen en el náhuatl: cuahuehue (viejo de madera) y tlaquastecapantlalli (tierra de la Huasteca). Al paso de los siglos cuahuehue se transformó en Cuanegros (los viejos que danzan con máscaras de madera), y tlaquastecapantlalli, los que están o danzan en la tierra de la Huasteca.
En una primera parte, en el contexto festivo del Micca Ilhuitl, cuya acepción más cercana refiere al Día de Muertos, la danza recorre los ocho barrios de la comunidad hidalguense, para concluir, en su segunda parte, con el “destape”, acto en el que los danzantes se quitan las máscaras y paliacates de sus rostros, para dejar de ser ese vínculo material entre el mundo de los vivos y el de los muertos.
Al iniciar la celebración de carácter prehispánico, también conocida en la región como Xantolo, los participantes se reúnen en la casa de los Cuanegros, hogar de los danzantes, ubicado frente a la gran ceiba que le da nombre al barrio donde, año con año, se transforman para dejar de ser humanos y convertirse, simbólicamente, en los ancestros que regresan al mundo físico.
La danza sólo es realizada por los varones de distintas edades, quienes interpretan a las “viejas” y a los “viejos”. Los primeros cubren sus rostros con un paliacate, y los segundos, con una máscara de madera o de materiales sintéticos.
“Se transmutan en danzantes-ancestros sin rostro, por eso cubren sus caras; según los habitantes de esa comunidad, los antepasados son los mismos para todos los pobladores”, explicó el etnohistoriador.
La música guía a los Cuanegros en la danza, quienes llevan consigo, para todas las casas del barrio de La Ceiba, la “presencia”, los poderes curativos y la protección de los que son representados por los danzantes.
La grabación contiene 13 sones, como El comanche, La llegada de los Cuanegros o Los matlachines, todos interpretados por el Trío Tierra Artesana, integrado por Horacio Hernández Hernández (violín), David Alvarado Hernández (jarana huasteca) y Juan Hernández Pascual (quinta huapanguera).
“Tenemos sones y un par de piezas más que amenizan la espera afuera de la casa de los Cuanegros, antes de que los danzantes se transformen”, detalló Lara González.
El disco compacto va acompañado de un libro que documenta, entre otros temas, los antecedentes históricos de la región Huasteca, el lugar donde se celebra esta festividad (Huejutla), así como la presencia religiosa en dicho territorio.