MÉXICO, D.F., 15 de marzo de 2015.- De acuerdo con el diario internacional El País, aunque siempre se ha dicho que “nada es para siempre”, lo importante no es que un matrimonio celebre las bodas de oro o de plata, “sino que el tiempo que estén juntos sean años de felicidad”, puntualiza el psicólogo Walter Riso.
Como los que dicen haber vivido Asunción Jiménez y Gaudencio Salcedo desde 1954, cuando contrajeron matrimonio y se prometieron amor eterno. Tan seguros están de lo que hicieron, que ambos coinciden al afirmar que volverían a pasar por la vicaría. “No lo dudaría ni un instante —asegura Asunción—. Ahora, me siento más enamorada y convencida que entonces”. Aunque ha habido épocas duras, “con diálogo y comprensión se sale adelante”, asevera Gaudencio.
AMAR ES HACER EL AMOR CON TU MEJOR AMIGO
Riso, autor de libros como Enamórate de mí, ¿Amar o depender? o Enamorados o esclavizados, defiende que para que una pareja sea feliz y sólida hay tres conceptos que han de estar siempre presentes. Así, Eros, Filia y Ágape, es decir, el deseo, la amistad y la ternura, se convierten para Riso en la base sobre la que se asienta una relación de pareja con posibilidades de ser duradera. O, como él mismo sintetiza: “Amar es hacer el amor con tu mejor amigo”. Lo cierto es que uno puede desear estar junto a la persona amada durante toda la vida, “pero no se puede prometer lo que no está en nuestras manos”, advierte Riso.
Es fácil asegurar amor eterno cuando estamos inmersos en pleno proceso de enamoramiento. ¿Pero qué ocurre cuando la vorágine de las primeras semanas se templa? Gaudencio reconoce que ahora se siente más enamorado que al principio: “Creo que el paso del tiempo ha hecho que me sienta más seguro de estar con la persona adecuada”. «Durante el primer año de relación, vemos en la otra persona solo aquellas cosas que nos ayudan a justificar el hecho de volvernos locos por ella”, explica la psicóloga y coach Eva Hidalgo.
Y DESPUÉS DE LA PASIÓN ¿QUÉ?
Lo habitual es que tras unos meses de “locura transitoria”, bajemos las pulsaciones, el enamoramiento se relaje y dé paso a “unos años de crecimiento como pareja y de sentimiento de pertenencia a un proyecto de vida en común, nuestro vínculo afectivo se vuelva más fuerte y el deseo sexual nos acompañe, aunque en algunos casos suele ser de una manera menos impetuosa”, explica Hidalgo. Descripción que comparte Ángeles Martínez, quien hace 35 años dio el sí quiero a Francisco Torres en l’Hospitalet de Llobregat (Barcelona). Después de superar algunos baches económicos y varios de salud, aseguran quererse más ahora que cuando tenían 20 años.
Lo importante no es que un matrimonio celebre las bodas de oro o de plata, sino que el tiempo que estén juntos sean años de felicidad” (Walter Riso, psicólogo y escritor)
Esta afirmación resulta bastante habitual escucharla entre las parejas que han cumplido las bodas de plata. “Llegar a celebrar 25 años de matrimonio es todo un éxito que radica en saber superar los problemas juntos, con tolerancia y cariño”, explica Eva Sellés, psicóloga en la agencia matrimonial Álter Ego (Madrid). “Una pareja no dura porque no tenga problemas, sino porque sabe cómo resolverlos. Basta con que acepten sus diferencias y que se amen a pesar de ellas”, concluye Sellés. Así lo corrobora Asunción Jiménez, quien asegura que, a pesar de las dificultades, “no cambiaría ni un ápice” lo acontecido a lo largo de su matrimonio.
RECOMENDACIONES
Aunque pensemos que no hay obstáculo que no seamos capaces de superar si estamos enamorados, según el psicólogo Walter Riso, el amor no es suficiente. «Y, además, no siempre significa realización. Hay cosas más importantes, como la dignidad personal. Cuando uno de los miembros de la pareja comienza a negociar con sus principios de vida, la relación entra en un proceso de deterioro”, advierte. “Por eso es imprescindible que ambos desarrollen un individualismo responsable donde cada uno tenga su propio espacio. Las parejas superpuestas no funcionan, pero las extremadamente independientes, tampoco. Muchas parejas se creen así y, en realidad, son indiferentes”, sostiene. “Que el otro te resulte transparente, que no te importe lo que piense, que su dolor no sea el tuyo… Eso es lo que destruye un matrimonio”, concluye el psicólogo.
Y la indiferencia no es la única amenaza que identifica Riso, también la falta de respeto, la ausencia de ternura o la incapacidad para comunicar nuestros sentimientos pueden minar una relación. Por su parte, Enrique Orquín, párroco en San Isidro de Benagéber (Valencia) y director de la Escuela de Novios Galilea, no duda en señalar la inmadurez y el miedo a la soledad como dos de los escollos que una pareja debe salvar. “He visto cómo muchos hombres y mujeres se conforman con las migajas de una relación antes que estar solos”, asegura el sacerdote. Y ahí no acaba la cosa, “el estrés diario y, sobre todo, la rutina también contribuyen a ponernos las cosas difíciles en esto del amor”, añade la psicóloga Eva Sellés.
Afortunadamente, frente a este tropel de amenazas, los expertos señalan otras tantas herramientas que nos ayudan a salir a flote cuando los problemas llegan. Como el mantenimiento de una confianza férrea en el otro, el deseo y las ganas de pasar tiempo con tu pareja, o como diría Riso, “ver a tu pareja como si fuera tu postre favorito”. También Orquín aporta algunos recursos frente al desamor, como expresar en voz alta nuestros sentimientos o romper la rutina diaria con pequeñas “locuras” para reír juntos.
Y es que el sentido del humor es una pieza imprescindible en este engranaje. Reírse de las mismas cosas es una especie de instrumento de medición que nos revela el grado de afinidad que tiene una pareja. Con esta claridad lo expresa Riso: “Si tienes que explicarle el chiste a tu pareja, será mejor que vayas buscando un abogado”.Parece, por tanto, que el amor es solo un ingrediente más en la misteriosa fórmula que mantiene unidas a las parejas, y que el erotismo, la amistad, la ternura y el sentido del humor son claves para que esa unión, además de larga, sea feliz. (Con información de El País)