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MÉXICO, DF, 6 de mayo de 2015.- Jaime Maussan estaba exultante. Después de dos horas de suspenso, de recuentos históricos sobre la caída de una aeronave espacial en el desierto de Roswell, Nuevo México, en Estados Unidos, e incluso de preguntas filosóficas sobre si la humanidad está sola o no en el universo, alrededor de las 22:00 horas del jueves develó el misterio que congregó a poco menos de 10 mil personas en el Auditorio nacional.
El experto en el fenómeno ovni presentó una nueva fotografía de uno de los tres supuestos extraterrestres que viajaban en la nave que cayó en Roswell en 1947. Como si se tratara de un capítulo de CSI, ahí se veía, sobre una cama, el cadáver de un extraterrestre.
Se veía a una especie de humanoide, cabeza y ojos grandes, hombros, brazos y piernas cortas, una de las cuales estaba mutilada, un costillar de cinco o seis líneas similares a los huesos humanos.
“Nariz como de los reptiles”, describió el periodista mientras tres enormes pantallas reproducían la foto, que en la mejor tradición de lo paranormal y la ufología, lucía borrosa.
“Evidentemente esto no es un ser humano”, añadió pausadamente Maussán.
“Podría ser la evidencia más importante de todos los tiempos [del fenómeno ovni] y lo presentamos de manera científica”, añadió, triunfal, y como si fuera un programa televisivo, anunció una pausa de 15 minutos, para explicar científicamente la importancia de la foto.
La imagen fue presentada en el evento Be witness. Se testigo. El cambio de la historia, donde además de Maussan estuvieron James J. Hurtak, Paul Hellyer, Thomas Carey y Donald Schmitt, sentados alrededor de una mesa que tenía a sus espaldas un muro verde. Puro caballero, el club de Toby de la ufología.
Los expertos hablaron de la importancia de Roswell en los estudios del fenómeno ovni. Los asistentes escuchaban, a veces de manera atenta, en otras mientras revisaban sus celulares, y algunos se quejaban en el whatsapp que la traducción era muy mala, o aprovechaban para mandar saludos a sus amigos o a sus parejas.
Pero cuando apareció otro de los invitados, Adam Dew, los asistentes entraron a una dimensión desconocida. El periodista fue quien recibió lo que Maussán consideró puede ser la evidencia más importante de todos los tiempos. Presentó una historia de película, parecía sacada de un guión de J.J. Abrams.
La evidencia llegó a sus manos por una afortunada casualidad, un accidente del destino, tal vez una señal de que no estamos solos.
Resulta que una mujer estadounidense que se dedica a hacer limpieza en casas, un día revisaba documentos y fotografías de una señora y encontró que tenía imágenes que decidió conservar. Desconocía que entre sus manos tenía material revelador sobre el misterio sobre el que se han escrito miles de páginas y cientos de programas de televisión.
La tensión y el misterio crecían porque Dew hábilmente se refirió a las fotografías, sin mostrarlas. Las llevó ante especialistas quienes decían que si no eran auténticas, entonces se trataba de un gran trabajo de falsificación, pero ellos jurarían que sí eran de aquella época.
Los asistentes mostraban su curiosidad y lo demostraban con el silencio que invadió al lugar.
Dew entonces mostró un video con el último testigo que queda vivo de aquellos que en 1947 fueron testigos directos de Roswell, y que amenazados por el gobierno de Estados Unidos, nunca compartieron con el mundo lo que vieron. La conspiración es otro clásico del fenómeno ovni.
Dicho testigo es Eleazar Benavides, un ex militar estadounidense, quien recordó que en el hangar donde estaban los supuestos extraterrestres, aunque a él no le informaron que ahí eran resguardados, sino que él lo supo después, lo primero que notó fue un olor raro, que causaba náuseas.
Tenía prohibido ver, pero él se enteró “a la mala”, afirmó.
Después llevaron a los humanoides al hospital, donde se trasladó el “terrible” olor.
Algunas salas del hospital fueron cerradas, para que nadie supiera que ahí había unos supuestos visitantes de otros lados del universo. Pero Benavides sí los vio.
“No se parecían a nosotros, eran inusuales”, rememoró.
Se veían pequeños, dijo. Y con ese estilo que tienen algunos militares de hablar, de manera escueta, refirió que no tenían cabellos.
“No se preocupaban por el corte de cabello, no se les veía cabello”, explicó.
Otros datos físicos sobre ellos es que tenían la boca pequeña. Aseguró que algunos militares que vieron a los visitantes extraterrestres no pudieron conciliar el sueño.
Mientras los describía, Dew le mostró fotos, y Benavides decía que sí se parecían, pero la cámara jugaba al suspenso y no mostraba las fotografías. No le importaba que la curiosidad devoraba a los asistentes.
“Se parecen mucho, pero eran más robustos”, aceptó Benavides.
A pesar de que los supuestos aliens eran inusuales, recordó que en el hospital aun respiraban, y repetía que eran como los de las fotos, pero vivos.
Al concluir el testimonio, fue cuando Maussán mostró las fotos, y con base en las imágenes mostró recreaciones del aspecto de los extraterrestres. Muy similar al de las películas de visitantes de otros planetas, y como dice el lugar común, nada del otro mundo.
Fue entonces cuando mandó a pausa y la gente aprovechó para ir por algo de comer, a comprarse algún souvenir o a escuchar las promociones de viajes a Israel para saber más de la experiencia ovni.