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PACHUCA, Hgo., 3 de agosto de 2022.- Con notable enojo, arrebatos a la defensa y desencajado fue como se marchó el secretario de Turismo de Hidalgo, Eduardo Javier Baños Gómez de la audiencia de juicio oral en la que figura como presunto perjudicado por despojo y amenazas por parte de su hermano Lucio B.
Las salas de oralidad del circuito uno penal ubicados en Pachuca tuvieron como sede la continuidad al proceso penal que estableció el funcionario estatal contra un miembro de su familia, esto para buscar ratificar sus declaraciones de supuestos hechos delictivos generados en su contra.
Después de ser cuestionado por el agente del Ministerio Público y de su defensa para acentuar los acontecimientos que lo llevaron a interponer esta denuncia bajo la NUC 12-2021/00987 por despojo de un predio y que argumenta, se lo heredaron a él de más de mil 800 metros cuadrados, la defensa de su hermano, quien se mantiene recluido desde noviembre de 2020 en el centro penitenciario de Pachuca, tuvo la oportunidad de cuestionar y poner nervioso al supuesto heredero de la familia Baños.
La defensa de Lucio, desde el comienzo cuestionó los dichos en la audiencia por Eduardo Baños, cuyo argumento central a su favor es el empleo de amenazas verbales y posteriormente con arma de fuego en aquel inmueble por parte del acusado.
Los abogados con la intención de desmantelar el testimonio de Baños Gómez lo interrogaron en numerosas ocasiones y existió la expresión de las amenazas que él jura, hizo su hermano contra él tras el fallecimiento de su padre, para lo cual le pidieron indicar en dónde se presentaba esta demostración de la conducta ilícita.
Presentando las declaraciones en los expedientes, mismos que pusieron en el lugar donde ubicaba sentado Baños Gómez, se le pidió corroborar si conocía el documento, la declaración hecha por él y su firma que acreditaba estos.
Tras pedirle confirmar si los conocía o no, lo secundó una notable desavenencia por la petición, con tono reacio señaló que los estaba observando y reprochó al litigante contrario que a él le habían dado 20 minutos para leerlos, por lo cual exigía un tiempo igual para observar aquello que parecía desconocer, pese a venir de su propia boca ante el MP.
Pasando hoja por hoja lentamente, leía y parecía tratar de recordar lo que había testimoniado y sobre todo, buscar dónde argumentó los hechos de amenazas que tanto enarboló a su favor.
En la parte dos, tres y cinco, aseguró que estaban las menciones de las amenazas de Lucio contra él, para lo cual la defensa le hizo leer lo que decían dichos párrafos, para lo cual, no exponían de forma precisa estas intimidaciones, sino que se podían leer u observar de manera implícita, lo cual terminó de refutar la defensa al secretario de Turismo que no había una exposición concreta de menciones de amenazas en tiempo y lugar.
Las interrogantes continuaron sobre Eduardo Baños, mismo que cada vez que decía desconocer o no recordar parte de su testimonial, no sólo en dos, sino en 5 casos que le hicieron identificar, comenzó a incomodar al funcionario de primer nivel del Gobierno de Hidalgo, que terminó por salirse del esquema de responder puntualmente y contestar lo que a su conveniencia quería.
Esto generó el primer llamado de atención del juez, quien le exigió, sin sobresalto, no salirse del esquema que establece este tipo de procesos, y contestar lo que se le estaba preguntando, sin más, sin debate, que es lo que pretendió el secretario de Turismo para defenderse.
La primera conducta inapropiada de Baños Gómez derivó en más desatenciones y arrebatos por este personaje, con un reclamo muy airado de la defensa de su hermano, quien denunció que tras varios cuestionamientos, al parecer incomodos para Eduardo Javier, volteó a ver al representante del MP, lo que se apreciaría como indicativo para saber cómo o qué contestar.
El regaño llegó por el juez, el cual lo conminó poner atención a los cuestionamientos, responder sólo lo que se le preguntó, atender el protocolo, especialmente, no ver ni a la defensa suya, al MP ni a la parte contraria, sino fijar su mirada al estrado y evitar dilatar el juicio con este tipo de torpezas de su parte, para lo cual señaló que había entendido, esto pese a repetirlo en un par de veces más durante el juicio.
Más interrogantes llegaron, cómo dónde fue la amenaza, por qué se encontraban ahí testigo como Jaime y Erick y qué función tenía en el sitio para encontrarse en ese lugar y momento en concreto, para lo cual al contestar trastabillo mucho el secretario para ubicar los hechos.
También en duda, se quedaron las menciones respecto a que él sufrió un aparente daño emocional y psicológico por las amenazas, en la cual de nueva cuenta se le hizo presentar señal de esto en sus testimonios, mismos que no pudo acreditar de manera específica.
Los 5 documentos se le hicieron llegar de nueva cuenta hasta su lugar por la defensa de Lucio, los revisó uno y otra vez, como si fueran nuevos expedientes que desconociera o dudara de su contenido, pese a ya haber pasado por sus manos a lo largo del interrogatorio.
“Es su firma”, le preguntó la defensa del acusado a Baños Gómez, mismo que ignoró contestar de inmediato, mientras seguía escudriñando los documentos como para buscar la respuesta.
“Eduardo”, se le dijo con voz más firme por parte del abogado. “¿si es su firma?”, continuó el litigante de Lucio mientras pareciera que el encargado de Turismo se encontraba ensimismado para ver si la firma estaba falsificada o no.
De manera lenta, confirmó con un “sí”, mientras seguía ojeando pausadamente, lo cual causó en el abogado desesperación por la lentitud de Baños Gómez, por lo cual decidió hojear por él los expedientes para solicitarle su ratificación a la signa que hay en estos documentos; esto generó un momento tenso, con el forcejeo apenas visible, pero chusco entre el secretario y el abogado, donde el primero no quería dejar de tener en sus manos los expedientes, con tonos de berrinche.
La incomodidad de Baños Gómez se hacía cada vez evidente, tanto en las siguientes preguntas, pues casi a cada cuestionamiento y verificación de documentos para refrescar la memoria del funcionario, se percibía a través de su micrófono un resoplar, muy asociado al hartazgo.
De igual forma, pese a portar cubrebocas, se podía ver el semblante desencajado en Baños Gómez, quien ya esperaba el momento para que terminará el interrogatorio que lo incomodaba, y del cual sabían los espectadores, quienes ante la conducta del funcionario no repararon en soltar una que otra mueca de risa sobre la solemnidad del recinto judicial.
El discurso se mantuvo repetitivo por parte de Eduardo Baños, el cual en cada ocasión buscó acentuar su versión de los hechos de ser la víctima, y sobre todo, de establecer que Lucio, su hermano es un violentador potencial por el cual él temía por su integridad física, psíquica y emocional, discurso que se escuchaba, acartonado.
Tras terminadas las preguntas, de la parte defensora de la parte acusada, así como del MP y su defensa, fue la representación de Lucio quien no cedió a la liberación, lo cual implica que de ser necesario, puede ser llamado de nueva cuenta a testificar ante el juzgado, para lo cual ya en un ámbito de desesperación le preguntó al juez si ya se podía ir, mismo que ocasionó un nuevo llamado de prudencia al secretario de Turismo, para que primero escuchara lo concerniente a que sigue como testigo y que tendría en caso de ser necesario, arribar a los juzgados, lo cual ratificó para posteriormente permitirle la salida.
Sin más y con mucha prisa, Eduardo Baños Gómez abandonó la sala.