Rescata Profepa a jaguar en Pacula en estado de salud crítico
ATITALAQUIA, Hgo., 29 de octubre de 2018.- Procedentes de países como Honduras, Guatemala y El Salvador con la única esperanza de encontrar a sus familiares desaparecidos en México al intentar alcanzar el “sueño americano”, esta tarde arribó a la comunidad de Bojay la caravana de madres centroamericanas en busca de sus hijos.
El arribo de 26 migrantes se produjo a las 15 horas a la casa asistencial El Buen Samaritano, donde pudieron descansar y alimentarse; fueron encabezadas por Ana Enamorado, integrante del Movimiento Migrante Mesoamericano y coordinadora de la caravana.
La activista de nacionalidad hondureña y quien también tiene a un hijo que se extravió en México hace más de 8 años, denunció que en este país los migrantes son tratados peor que animales ante el desinterés de los tres órdenes de gobierno.
Reprochó que las autoridades saben que a diario desaparecen incontables personas de origen centroamericano sin que tengan el menor interés por encontrarlas o por crear políticas públicas para que no desaparezcan, “para dar un trato digno a los migrantes”.
Sostuvo, que durante las dos semanas que llevan en México, la catorceava caravana de madres migrantes, no ha recibido apoyo de ninguna autoridad mexicana, con excepción de las de Tapachula “porque no les importa, no trabajan ni siquiera por humanidad”.
Señaló que, de acuerdo con cifras oficiales en México se han perdido más de 70 mil migrantes, pero que, aun así, los gobiernos no hacen nada por frenar las desapariciones de hermanos centroamericanos.
Con pena indicó que lo único que reciben de las autoridades mexicanas cuando insisten en buscar a sus hijos son amenazas, intimidaciones y engaños.
Enamorado dijo entender el sufrimiento de las mujeres que hacen la travesía, puesto que ella misma vive el dolor de tener a un hijo desaparecido en México, “sólo una madre puede saber lo que duele un hijo ausente, un hijo que no sabes si está vivo o si ya murió”.
La activista lamentó que la falta de sensibilidad no viene sólo de las autoridades, sino que, la propia ciudadanía odia a los migrantes, “los tratan mal, los insultan, los califican de delincuentes, aunque no lo son, es lamentable que exista odio hacia un hermano”.
Testimoniales
Irma Salgado, proveniente de Guatemala cuenta con la emoción a flor de piel que lleva al menos 18 años en busca de su hijo Esteban, que, cuando salió de casa en busca del sueño americano apenas tenía 20 años y que desde entonces no se supo de él, pero que aún mantiene la esperanza de encontrarlo con vida.
“Esteban abandonó el hogar porque quería darnos a mí y a sus hermanos una mejor vida, en nuestro país hay pobreza, las oportunidades nulas y priva la inseguridad, él se fue con una gran ilusión por sacarnos adelante, sin embargo, parece que se lo tragó la tierra”.
Narró que el día en que su pequeño se fue le dijo “mami, ya me voy, trabajaré duro para darle una mejor vida a usted y a mis hermanos”.
Este medio pudo entrevistarse con varios migrantes, los cuales compartieron detalles de su éxodo: la mayoría coincidió en que fue difícil abandonar la tierra en la que nacieron, a su gente, pero dijeron que la necesidad los obligó a partir en busca de una mejor vida.
Sebastián Gómez detalló que apenas al entrar a México las complicaciones aumentaron, ya que se encontró con bandas de criminales que lo golpearon, lo asaltaron y amenazaron con matarlo si no entregaba lo poco que traía, “hasta sin zapatos me dejaron”.
No obstante, afirmó que ni con todas las penurias del mundo desistirá de su objetivo final de llegar “al otro lado”, conseguir trabajo y enviar dinero a su familia. Sueña con emplearse por cinco años y después regresar a su patria para reunirse con sus seres queridos.
Con voz entrecortada por la emoción dice que su anhelo más grande es sacar a sus hijos de la miseria en la que a él le tocó vivir y que por lograrlo daría hasta la vida.