Radar Político: Parra, se adorna…
Twitter: @OswaldoRamirezG
Seguro que este no será ni el único ni el más concienzudo análisis sobre dicho personaje en alusión al 150 aniversario de su muerte. Para la construcción de la historia oficial son ingredientes principales los mitos, leyendas y dotes cuasi sobrenaturales que definan a cada personaje del panteón patrio. Sin embargo, grave error comete esta corriente historiográfica al intentar ignorar que pese a que fueron personajes de su tiempo; los hechos, aciertos, contradicciones y errores son propios de la naturaleza humana. Por tanto, no existe un “héroe” ni en México ni en la historia universal que no libre los vaivenes del tiempo.
Traigo a discusión este tema a propósito de la conmemoración de este lunes, pues como sabemos Benito Juárez es el personaje predilecto de nuestro Huey Tlatoani Andrés Manuel, quien cada que puede refiere a la vida y protagonismo del susodicho Benemérito de las Américas. Juárez salta a nuestra memoria histórica debido al contexto en el que le toca vivir; guerras entre conservadores vs liberales, caudillismo regional, tensiones internacionales, intervenciones europeas (Segundo Imperio Mexicano), entre otras cosas.
Pero entender al personaje histórico por sí solo, como la mayoría, en particular el discurso político de este sexenio lo deduce, es un grave error. Baste decir que contó con un equipo de ilustrados connotados sin los cuales la Constitución de 1857 no hubiese sido posible. Carta magna que si bien no se legitimó sino hasta finales de la guerra contra los franceses, en el período denominado República Restaurada. Fue con el mandato presidencial e Sebastián Lerdo de Tejada y después durante la dictadura [liberal] de Porfirio Díaz que entra en vigor, aunque como sabemos nunca se cumplió del todo.
Dicho documento, cuyo antecedente fueron las Leyes de Reforma fue crucial en la separación de la Iglesia y el Estado y por consecuencia, la apertura formal de grupos religiosos extranjeros que hicieron contrapeso al catolicismo (protestantes). Este es uno de los motivos por los que las minorías evangélicas de nuestro país rememoran de manera especial tanto el natalicio como el fallecimiento del benemérito. Ello sin olvidar también la importancia que significa dicho personaje para otros grupos y asociaciones, como las logias masónicas.
Ahora bien, vayamos a los detalles de su deceso:
Oficialmente se dice que expiró a las once y media de la noche del día 18. Periódicos de la época como “El Federalista” refiere a este hecho además de otros detalles. No obstante, otras crónicas refieren a que su agonía le llevó a finalizar sus días en este mundo hasta las tres de la madrugada del 19 de julio. Pero que el presidente interino, Sebastián Lerdo de Tejada junto con los concejales de gobierno removieron en el informe de su muerte unas cuantas horas para que no coincidiera con el aniversario luctuoso de Agustín de Iturbide, primer emperador mexicano (19 de julio de 1824).
La razón de peso fue para no causar conmoción en la opinión pública y mucho menos darle armas a los grupos conservadores para difundir esta noticia puesto que el empalme luctuoso en ambos personajes podría ser utilizado par aun discurso que reviviera los ánimos de opositores a Juárez y a su gobierno liberal. Los únicos periódicos en registrar el 19 como la fecha del deceso fueron “El Monitor Republicano” y “La Voz de México” este ultimo periódico oposicionista católico, pero el efecto de la nota no surtió efecto.
Pese a ello, paradójicamente la memoria de ambos jefes de estado se conjugó el día de la ceremonia fúnebre debido a que el lugar donde fue expuesto el féretro de Juárez, el salón de los embajadores lucía al fondo una pintura de Agustín de Iturbide. Estos y otros detalles son narrados por la historiadora María del Carmen Vázquez Mantecón en su libro “Muerte y vida eterna de Benito Juárez. El deceso, sus rituales y su memoria” (UNAM, 2006).
Sin temor a equivocarnos, no creo que no exista un pueblo o cabecera municipal que no lleve el nombre de una calle, escuela, biblioteca, parque, plaza pública o monumento a dicho personaje; en Pachuca por ejemplo se cuentas con la Av. Juárez a un costado del Palacio de Gobierno, edificio ubicado frente a la plaza Juárez la cual en su costado derecho luce la gallarda estatua del benemérito cuya representación porta su característica levita.
El mito sobre su personalidad histórica no solo se alimentó a partir de las contradicciones de su muerte y las marchas fúnebres que se llevaron en su honor antes de llevarlo a su último destino. Con el tiempo estos acontecimientos como los de su niñez fueron separándose de la realidad. Sin embargo, se han suprimido de la memoria oficial las represiones ordenadas bajo su mando, la dureza y el carácter dictatorial con el que gobernó de manera itinerante mientras se combatía en contra del imperio de Maximiliano.
De igual manera el proceso de traición con el cual intentó juzgar el general Jesús González Ortega “Héroe de la Batalla de Calpulalpan” (22 de diciembre de 1860), debido a las pretensiones de éste para postularse como candidato presidencial en plena guerra contra los franceses, proceso del cual fue exonerado en 1866.
Irónicamente el mito histórico del Juárez impoluto alcanza su punto máximo durante la dictadura de su contrincante político, Porfirio Díaz quien cambia el nombre de Paso del Norte por Ciudad Juárez, lugar que albergó a su paisano un tiempo durante la guerra contra el Segundo Imperio. En ese mismo ánimo y como parte de los actos ceremoniales del Centenario de la Independencia (1910), uno de los monumentos que fue inaugurado para dicha conmemoración fue el Hemiciclo a Juárez ubicado en la Alameda Central de la Ciudad de México. Habrá que esperar qué mitos y conmemoraciones abona la 4T para esta fecha, y en qué sentido abonan a la verdad o si harán uso comodino del “yo tengo otros datos”.
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