No alcanza
Twitter: @OswaldoRamirezG
“Mientras cómanos, amenos y bébanos, aunque no trabájenos”
Pedro Infante.
La frase se desprende de un diálogo en una de sus películas más exitosas, “Los Tres García” (1946) cinta que relata la rivalidad entre tres primos, enfrascados en la competencia amorosa con su prima quien llega de visita de los Estados Unidos; el pleito llega a su clímax cuando aparecen los villanos de la trama, los López, familia enemiga que por generaciones ha querido acabar con la estirpe de los protagonistas. Esta película junto con otras como “Nosotros los pobres” (1948), “A.T.M. ¡A toda máquina!” (1951), “Los Tres Huastecos” (1948), y “Pepe El Toro” (1953), forman un catálogo fílmico de 61 cintas cinematográficas que lo llevaron a tener una carrera prolífica de 1939 a 1956 a quién hoy conocemos en la cultura popular como el “ídolo del pueblo”, Pedro Infante.
Pedro Infante Cruz, cantante y actor del Cine de Oro Mexicano. Nació en Culiacán, Sinaloa un 17 de noviembre de 1917 y murió un 15 de abril de 1957 en un accidente aéreo en Mérida Yucatán. El mito sobre su muerte ha llevado a un sinfín de anécdotas y leyendas urbanas desde quienes aseguran haber visto su espíritu o lo han escuchado cantar en los estudios de la estación de Radio XEW, hasta los que afirman que en realidad no murió en aquel fatídico avionazo y que debido a líos amorosos fue objeto de persecución política, misma que le valió ese atentado del cual se salvó pero que lo condenó a vivir en anonimato hasta su muerte verdadera acaecida a principios de la década de los 2000. Quienes defienden esta teoría afirman que el misterioso cantante Antonio Pedro, surgido a principios de la década de 1990, era en realidad nuestro ídolo del cine de oro. No obstante, aunque así hubiese sido, el legado de este personaje que forma parte de la identidad y cultura popular mexicana se eclipsó hace 64 años.
Hablar de Pedro Infante va más allá de recordar aquellas películas de blanco y negro que siguen viendo nuestras abuelas y padres en la televisión. Lejos de estereotipar al macho mexicano, nuestro ídolo sinaloense fue la representación más fiel del mexicano en todas sus facetas en un país en viras del desarrollo y la modernización de mediados de siglo XIX. Fue charro, motociclista, revolucionario, bandido, sacerdote, profesor, boxeador, vagabundo, justiciero, empresario, político e hijo abnegado, en fin todo por cuanto obedecía las necesidades y apropiaciones de los diversos escenarios de un México pujante y diverso. Sin embargo, si bien es cierto representó de manera clara el estereotipo machista, sería injusto solo catalogarlo por ese simple hecho y no por la filantropía y a devoción más allá de su religión, como amigo, hermano e hijo, según sus biógrafos y quienes lo conocieron de cerca.
Para algunos millenials y generación de cristal, la figura de Pedro Infante quizás despierte sentimientos encontrados, a cuyo caso esperen el momento idóneo para satanizarlo e intentar prohibirlo por ser un claro ejemplo del machismo mexicano, que no se niega, pero que habrá que poner en contexto, seguro que querrán crucificarlo al mismo nivel de ignorancia y anacronismo que al célebre zorrillo de WarnerBros, Pepe LePew. En fin, quizás sea porque solo lo relacionan con páginas y memes sacadas de contexto. Lo cierto es que aún sigue siendo un referente de nuestra cultura, baste ver el personaje Ernesto de la Cruz en la película de Coco de Pixar (2017). Qué decir de la canción por excelencia para cada cumpleaños “Las Mañanitas”, por mucho las más vendidas y tocadas en los aniversarios de chicos y grandes.
A propósito de la nostalgia y de esa rememoración popular, sirva recordar por medio de este ícono cinematográfico a las viejas glorias de una industria que por mucho será insuperable por aquellos intentos que los últimos veinte años se han llevado acabo en lo que se denomina como “Nuevo Cine Mexicano” y vaya que es nuevo, progre, diarreico y monótono, eso sí con sus respetables excepciones. Del cual hay que decir con justa razón, el presente sexenio tuvo una intentona bien intencionada pero breve de reacomodar los fondos para generar una industria fílmica de mejor calidad, propuesta hecha por la diputada ahora en campaña de reelección Simey Olvera Bautista. La propuesta de reestructurar el fideicomiso a IMCINE (2018) la cual quedó varada hasta que se modifique a opinión general de la comunidad cinematográfica. Total que pese a que era una buena iniciativa, pudo más la presión mediática.
En fin creo que hasta aquí los fiascos quedan del asco y sí, me sigo refiriendo al “Nuevo Cine Mexicano”, se me hará poco este espacio; sí le hablo a ustedes los Derbez, la Higareda y el Chaparro. Finalmente, hablando de fiascos y ocurrencias para que decir más, tan solo el relleno con el que nuestro presidente opinó este lunes una ocurrencia sobre INFONAVIT sin tomar en cuenta los costos de construcción y adquisición de terrenos y compra de material para que las familias mexicanas haga sus viviendas de acuerdo a sus posibilidades. Cierto que se debe depurar y reestructurar este tipo de instituciones para evitar el saqueo y negocio redondo de pseudo empresarios constructores e inmobiliarios y los famosos moches con políticos de siempre, pero de ello a que las familiares se hagan cargo al tiempo de la construcción de sus casas hará que matizar la propuesta. Total y si de tiempo hablamos yo creo que para Navidad o Año Nuevo apenas si cerramos filas con las vacunas para adultos mayores, aclaro, pese a que no todo va del todo mal en la aplicación del plan de vacunación quizás haya que esperar antes de implementar otras medidas y sugerir el reingreso de clases presenciales al sector educativo en general, so pena de que estén en riesgo de contagio padres, docentes y personal educativo. Sea pues no hacer corajes con nuestros políticos de izquierda o de derecha e iniciar bien la semana y la vuelta a clases virtuales.