Ráfagas: Carmen Rincón, a la Secretaría de la Mujer
MÉXICO, DF, 18 de enero de 2016.- Si nos preguntaran si hablamos con nuestros hijos e hijas la mayoría de los padres diríamos que si, que todos los días nos comunicamos con ellos y con ellas, sin embargo, no en todos los casos se establece un nivel de comunicación profundo, es difícil admitirlo, sin embargo, si analizamos las conversaciones entre padres e hijos veremos que muchas veces se mantienen a un nivel muy superficial, incluso casi como el que se establece con personas con las que no se tiene una relación significativa, o peor aun, podríamos darnos cuenta de que la comunicación con los hijos e hijas se queda a veces en un nivel muy por debajo del que se requiere para tener una estupenda relación.
Seguramente es cierto que hablamos con nuestros hijos, y que todos los días mantenemos determinados diálogos con ellos, que les preguntamos como va la escuela, que necesitan, que tal las calificaciones o las clases, pero, no siempre se abordan temas que son mucho más importantes e impactantes que estos en su presente y su futuro.
Tal vez porque se cree que al ser pequeños no es posible tener conversaciones con estos, o que hay temas que no se deben abordar hasta que sean mayores, porque ellos mismos mantienen la distancia y no en todas las ocasiones están dispuestos a sostener una charla, o porque no es lo que hemos fomentado, las razones pueden continuar y dependerán del tipo de relación que se ha establecido entre padres e hijos, sin embargo, es conveniente que analicemos como es la comunicación que tenemos, cuánto sabemos de sus sentimientos, de sus gustos e intereses, cuánto sabemos de las personas con las que conviven fuera de casa, qué tanto nos hemos involucrado en sus gustos e intereses y cuánto les permitimos expresarse genuinamente.
Claro que no se trata de atiborrarlos con conversaciones a destiempo, ni de cuestionarlos constantemente, en realidad, pensemos en una persona con la que tenemos una excelente comunicación, ¿Cómo son las conversaciones?… Recordemos que la comunicación no sólo es verbal, también transmitimos mensajes a través de las miradas, los gestos, los abrazos y la cercanía, incluso el pretender romper la comunicación está comunicando algo.
Los adultos somos quienes marcamos la pauta en la comunicación entre padres e hijos, y aunque se ha hablado tanto de la importancia de una comunicación efectiva, afectiva y eficiente no siempre lo hacemos, por eso, es necesario reflexionar de qué y cuánto hablamos con nuestros hijos, dar el tiempo necesario a escucharlos, tratar sus temas con la seriedad y respeto con el que tratamos los temas de los adultos e intercambiar puntos de vista, saber negociar con ellos, marcar limites, escuchar antes de juzgar, validar sus emociones, conocer sus inquietudes y preocupaciones, así como celebrar sus sueños y proyectos, y evitar por completo vicios de la comunicación que lastiman seriamente cualquier relación, como: juzgar antes de escuchar, mofarse de lo que se dice, exhibir, ridiculizar, revelar secretos ante un enojo o dar pie a la “ley del hielo”.
Las buenas relaciones requieren una buena calidad en sus conversaciones, y para esto se necesita: tiempo y empatía.
Hay que admitir que en ciertas etapas los y las adolescentes se vuelven mas reservados y ya no cuentan todo a sus padres, sin embargo, haber creado o insistir en generar una comunicación sólida con ellos favorece que esta etapa no se convierta en un campo de batalla ni que la falta de comunicación con sus padres sea un factor de riesgo para los adolescentes.
Fomentar y fortalecer una comunicación afectiva y efectiva entre padres e hijos fortalecerá el vinculo entre ambos, beneficiándolos emocionalmente en el presente y en el futuro.
¿De qué hablaremos hoy con nuestros hijos e hijas?
@Lorepatchen
Psicoterapia y Coaching.
Entre Géneros, jueves 8 PM por 98.1 FM.