Ráfagas: ¿Malos manejos en la Comisión de Búsqueda de Personas?
PACHUCA, Hgo., 30 de noviembre de 2015.- Nada tan difícil como ejercer la autoridad sin lastimar, no es poco común que en algún momento los padres nos preguntemos si estamos haciendo lo correcto en el momento de educar a nuestros hijos e hijas, porque como ya sabemos, la mejor escuela para padres son los propios hijos.
Con el tiempo han disminuido el número de padres que “creen” que el miedo es respeto, por lo tanto, un gran porcentaje de padres somos menos autoritarios y capaces de reconocer nuestros errores e incluso disculparnos ante los hijos cuando nos excedimos o dijimos algo que los lastimó y que no era conveniente, y además hablamos con ellos y ellas de temas que anteriormente era casi imposible abordar, como: sexualidad, noviazgos, drogas, etcétera.
Sin embargo, con esta apertura también ha sido fácil que los límites se excedan fácilmente, al grado de que hoy muchos padres y madres se someten a los deseos y caprichos de sus hijos, no les ponen límites o cuando lo hacen tienden a no ser firmes con estos, lo que ocurre en casa depende del estado de ánimo de todos y no de lo que es conveniente y saludable.
Estos padres actúan así ya sea por un fuerte sentimiento de culpa, debido a que intentan compensar en sus hijos sus propias carencias o porque ocupan a sus hijos como espada o escudo contra su conjugue o ex.
Y como no es de extrañarse, tarde o temprano la conducta de sus hijos les pasa factura: adolescentes con problemas escolares, deserción, alcohol, embarazos prematuros, delincuencia o en casos menos graves, rebeldía y desobediencia.
Y es entonces cuando los padres se preguntan ¿Qué pasó?, si se les dio todo, si no se les limitó en nada. Justo eso, eso es lo que pasó, no hubo límites, ni disciplina, no se corrigió en el momento, no se mostró que los actos tienen consecuencias, no se enseñó a respetar a los demás, ¡a pensar en los demás!
Pero no es tarde, en cualquier momento (ojalá antes de las crisis) es buen tiempo para distinguir que el amor no está peleado con la disciplina, que los jóvenes requieren aprender a auto regularse y que aunque sería excelente que esto se promoviera desde los primeros años de vida, a cualquier edad puede aprenderse.
Un acto de amor hacia los hijos es enseñarles el valor de lo que tienen, que aprendan a ser autosuficientes, se esfuercen por lograr lo que desean y que sepan manejar la frustración.
Y para esto, los padres debemos ser los primeros en auto regularnos, no tenerle miedo al efecto de nuestras decisiones y comprender que los adultos somos nosotros, no somos los ‘cuates’ de nuestros hijos y aunque podemos ser amigos no se debe perder ni el respeto ni la autoridad.
Un acto de amor es justamente enseñarles a amar la vida sabiendo que no es tan fácil, que hay que saber transitar en ella sin perder el tiempo y sin causarle daño a nadie, empezando, por supuesto, por ellos y ellas mismas.
¡Un abrazo!
@Lorepatchen
Entre Géneros, Jueves 8 PM por 98.1 FM