(W) Ecos Sindicales: Roberto Zerón Sánchez
PACHUCA, Hgo., 2 de febrero de 2016.- En una de esas ocasiones cuando el PRI le negó la candidatura al gobierno de Hidalgo, Gerardo Sosa Castelán montó en cólera, acusó trampa en el proceso de selección interno, y arremetió contra su partido.
Enfurecido por lo que consideró una traición al Grupo Universidad, buscó que el PAN lo postulara como candidato al gobierno de Hidalgo vía el ex senador Santiago Creel Miranda, intentona que frenó la dirigencia nacional panista encabezada entonces por Luis Felipe Bravo Mena.
Días después, durante un acto político en la sierra hidalguense, ya en calidad de dirigente estatal del partido al que pretendía traicionar (PRI), Sosa Castelán dijo que la política era como el matrimonio, «hoy te enojas con la esposa, se dejan de hablar, no duermen juntos, pero ya mañana se encontentan”.
Lo que en realidad pretendía explicar Sosa Castelán con dicha analogía, es que el PRI no sólo le tiró su postulación por el PAN, sino que lo aplacó, y a cambio de “encontentarse” le ofrecieron la presidencia del Comité Directivo Estatal del PRI, y él aceptó.
Hoy, el ex rector universitario hace válida una vez más aquella equivalencia, ya que no sólo se enojó con el PRI, sino que coqueteó y operó a favor del fallido bloque opositor, aliándose a eternos rivales del tricolor, como José Guadarrama Márquez, el cantante Francisco Xavier Berganza Escorza, a los panistas Daniel Ludlow Kuri, Erick Marte Rivera y al ex líder magisterial Moisés Jiménez para intentar arrebatarle al PRI el gobierno de Hidalgo.
La nueva traición de Sosa Castelán se consumó al adquirir la franquicia de Movimiento Ciudadano, con lo cual se da por bien servido, ante el fracaso del bloque opositor, y como si nada hubiera pasado el ex rector universitario dice que su corazón y su lealtad sigue siendo para el PRI.
Pero como suele suceder en las relaciones destructivas, Sosa Castelán ha dado tremendos puntapiés a su partido, y éste se lo ha permitido, nadie levanta la voz, le toleran sus desplantes, haciendo válido aquel desventurado dicho de “pégame pero no me dejes”.
“Ya no estamos en los tiempos de Fidel Velázquez, ya hasta se murió, y a mí no me pueden tener amarrado para que no diga nada”, remata Sosa Castelán para justificar sus deslices fuera del PRI.