Radar Político: Parra, se adorna…
CIUDAD DE MÉXICO, 12 de febrero de 2016.- La caducidad del sistema penitenciario queda demostrada, otra vez…
Además del medio centenar de víctimas mortales y una docena de lesionados graves, el primer gobernador “independiente” de Nuevo León recibe su bautizo sangriento por una de las peores masacres carcelarias en la historia del país.
Fue una batalla entre criminales Zetas por el control del penal que agarró dormidos al Bronco Jaime Rodríguez y su equipo. Dos horas tardaron en reaccionar las autoridades. Poco control, falta de interés y negligencia propiciatoria de ingobernabilidad, son las acusaciones en su contra.
Además de la tragedia humana, Topo Chico evidencia una tragedia moral; la enfermedad endémica del sistema carcelario y del Sistema de Justicia Penal.
La vieja cárcel, ubicada en Monterrey, está sobrepoblada; tras las rejas sobreviven casi cuatro mil internos, más de los que pueden caber.
El hacinamiento y sobre todo el “autogobierno” en manos de los internos, en el 70% de las cárceles nacionales, terminaron por provocar la tragedia y desnudar la improvisación de un gobierno que sigue saboreando las mieles del “triunfo”. En su inercia victoriosa, el gobernador Jaime Rodríguez no quiso, no pudo o simplemente no le dio la gana retomar el Convenio de Coordinación en Materia de Seguridad Pública, vencido en septiembre –días antes de la toma de posesión– que pondría en manos federales la seguridad del penal neolonés.
Topo Chico es la primera gran bronca del Bronco. La “novatez” de su administración quedó demostrada.
En la mayoría de las cárceles no existen mecanismos para prevenir hechos violentos como el ocurrido este jueves en Topo Chico. Las prisiones del país siguen atiborradas; asesinos y narcotraficantes se mezclan con delincuentes comunes por mandatos judiciales inexplicables, y peor, con miles y miles de internos sin sentencia, con procesos en suspenso e inocentes incapaces de comprar justicia.
No es noticia reiterar que las cárceles son universidades del crimen, complejos donde florece y prospera la industria de la impunidad.
Sobran diagnósticos y recetas académicas cuando la voluntad escasea.
Debatir entre readaptación o reinserción suena a chiste “macabrón” entre las llamas del infierno grande de Topo Chico…
EL MONJE ESTADÍSTICO: Hay 240 mil presos en el país, distribuidos en 418 cárceles; 308 de operación y responsabilidad estatal, como Topo Chico; 90 adscritas a autoridades municipales; una a la CDMX; 12 son “vigiladas” por la Federación. Denominador común es una severa crisis de incumplimiento de los derechos humanos de quienes están privados de su libertad, reporta precisamente la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
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