Ráfagas: Otra más de la CAASIM
Hace dos semanas en Pachuca, un conocido funcionario público fue objeto de una extorsión y al acudir a la policía buscando ayuda, los elementos de la policía le pusieron en una disyuntiva, como si no fuera suficiente vivir una situación de amenaza, «como policía le digo que denuncie jefe, como amigo que pague» recomendaron.
En la balanza, es digno de reconocimiento que autoridades, cuerpos policíacos y ciudadanía en Hidalgo estén ínter conectados porque de otra forma los niveles de inseguridad que tendríamos, seguramente, serían muy altos; pero si por causas del destino resultamos ser víctimas de algún delito grave, la única opción viable, según la experiencia propia, es la resignación.
La falta de certificación en las policías municipales es otro obstáculo para el combate a la delincuencia y hasta los motivos políticos, como sucede en Mixquiahuala representan escollos insalvables.
Finalmente, las cambiantes políticas federales en cuanto a los criterios de seguridad con su ejemplo más recientemente mal logrado como el Mando Único, generan divisiones al interior de las corporaciones donde las inercias prevalecen ante la omisión de ordenamientos emitidos por moda o conveniencia política.
El último ejemplo de esta división generada por políticas mandatos contradictorios es lo que sucede en la Secretaría de seguridad Hidalguense pues mientras las cuestiones operativas recaen en un sólo grupo, abrieron una área que pretende fiscalizar a todo el personal y cuyo titular ya se enfrentó abiertamente con los mandos restantes.