Ráfagas: Denuncian corrupción en Tribunal de Arbitraje Laboral
MÉXICO, DF, 28 de septiembre de 2015.- Ateos, creyentes cristianos de todas denominaciones, seguidores de otras religiones y libres pensadores, coinciden en la importancia del papel que ha desempeñado Francisco, el Papa latinoamericano que está revolucionando la percepción del mundo respecto del jefe del Estado Vaticano. Este hombre logró lo que parecía impensable, sentar las bases para el inicio del proceso de lo que parece ser la recomposición de relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. No poca cosa.
El Papa Francisco habló de una Iglesia Católica que no construye muros para protegerse sino que los derriba para llegar a la gente. En su visita a Estados Unidos el Pontífice mostró con un mensaje definido, claro y directo como se hace eso, habló de los retos que enfrenta la persona en nuestra sociedad e hizo un llamado a todos a actuar para cuidarnos y cuidar nuestro planeta.
La visita del Papa estuvo perfectamente planeada para hablar a los estadounidenses, y al mundo. Las audiencias fueron muy distintas y las palabras de Francisco muy específicas, pero en todos los casos aplicó la doctrina social de la iglesia, trayendo una visión compasiva y realista a las dificultades que enfrentan las instituciones, además de los hombres y las mujeres.
Al Congreso les mencionó los valores y la manera de hacer política para tener resultados, en la ONU denunció un sistema global financiero opresor, los compromisos asumidos por gobiernos sin cumplir y la estructura injusta centrada en el Consejo de Seguridad.
Y en Filadelfia, ante el edificio donde se firmó la Constitución, recordó que los inmigrantes son una parte esencial de la historia de ese país. El consumismo y la desigualdad económica fue un tema recurrente que parecía tallado a la medida de una nación basada en el consumo, en el libre mercado y en un individualismo despiadado. Lo mismo fue al reunirse con presos para hablar de la rehabilitación en el país que ostenta el nada presumible segundo en el mundo con la mayor cantidad de prisioneros.
La visita del Papa llegó en un momento importante también para Estados Unidos. Llevó un mensaje de comprensión y generosidad en medio de una polarización política y un ambiente de satanización al inmigrante y de condena al pobre.
El papa Francisco no es un revolucionario, sino un reformista comprometido con los pobres y un conocedor de la condición humana. Es común que los Papas hablen alguna vez de la pobreza, pero son muy contados los que demostraron con hechos, a lo largo de su vida, el valor de lo que dice. Eso hace que hoy Francisco sea una las personas más populares del mundo, eso le da fuerza a sus palabras y a su desafío a líderes, políticos y fieles a romper los muros que impiden avanzar hacia una sociedad más justa.
De hecho, hace poco menos de un año, cuando se trabajaba en la logística política del actual viaje papal, él mismo y sus asesores, proyectaban su llegada a Cuba para de ahí volar a México y oficiar misa en Ayotzinapa, especialmente para los padres de los 43 desaparecidos, y otra más en Ciudad Juárez, donde posteriormente cruzaría como muchos migrantes lo hacen, hacia El Paso, en Texas, y de ahí continuar con su gira en el país de las barras y las estrellas.
Desafortunadamente las “autoridades” mexicanas dieron un rotundo no, lo que generó la exclusión de nuestro país de esta posibilidad histórica, no tanto por el aspecto religioso, sino más bien, porque pudo gestarse un hito histórico, en que el gobierno federal, pudo vestirse de apertura y democracia como nunca antes. No sucedió. El resultado; un yerro más a la larga lista de esta administración.
¿Sera esto parte de lo que motivó a un grupo de alumnos de la UAEH a iniciar una recolección de firmas para exigir la remoción del nombre “Jesús Murillo Karam” de un auditorio de esa casa de estudios? Esto, comento uno de los estudiantes, es por elemental dignidad.
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