(W) Ecos Sindicales: Razonamiento Matemático
PACHUCA, Hgo.,30 de marzo de 2015.- Tristemente este no es un tema que se aborde por primera ocasión en esta columna. Ya en algunas ocasiones hemos comentado como año tras año miles de mujeres toman la decisión de emigrar a los Estados Unidos para mejorar sus condiciones de vida. Los motivos por los que abandonan sus países de origen son diversos: para reunirse con sus familiares, por falta de trabajo, por la pobreza, por la necesidad de independencia personal, familiar o social, para huir de situaciones de violencia doméstica o social; así mismo, si son jefas de familia, porque recae sobre ellas la responsabilidad económica de la supervivencia del hogar y el hecho de que en su región no encuentran los ingresos suficientes.
La mayor participación de las mujeres en la migración es un problema complejo que tiene que ver con múltiples factores: económicos, políticos, sociales, culturales, e individuales. Este último factor es muy importante porque las mujeres pueden dejar de ser sujetos pasivos para convertirse en sujetos activos en la toma de sus decisiones. Sin embargo, el factor cultural y dentro de él, el llamado ―sueño americano‖, reforzado en el imaginario de los hombres y las mujeres migrantes, también cobran relevancia para el estudio de las historias de migración de las mujeres. Aunque las investigaciones sobre la feminización de los flujos migratorios han crecido, no se ha logrado del todo hacer visible la condición de las mujeres respecto a los hombres en la migración, ya que en el trayecto existen muchos peligros que ponen en riesgo su vida por la condición de precisamente ser mujer.
La mayoría de ellas, tanto en México como en Estados Unidos, sufre violaciones a sus derechos humanos, son vulnerables al padecer discriminación, desintegración familiar, privaciones, abusos verbales, físicos y sexuales, extorsión y explotación entre otras penurias. Existe para ellas una situación de doble vulnerabilidad, tanto por su condición de mujeres, como por su situación de migrantes y en muchos casos, se agrega el que son indígenas, lo cual las coloca en el más desventajoso de todos los niveles de vulnerabilidad. Adicionalmente también influyen por si fuera poco,las relaciones de poder, pues en la migración se conjuntan las estructuras tradicionales: género, clase y raza.
Además de encargarse del fenómeno migrante, en especial desde la perspectiva que se enfoca en las mujeres, el Instituto para las Mujeres en la Migración, AC (IMUMI) convoco el pasado 27 de marzo en la Ciudad de México alSeminario Internacional “Dreamers y menores ciudadanos de Estados Unidos exiliados en México con padres deportados”, conjuntamente con el Centro de Estudios California-México (CECM), el Departamento de Estudios Chicanos y Latinos, el CalState Long Beach Seminario Permanente de Estudios Chicanos y de Fronteras (DEAS-INAH), el Centro Tlahuica de Lenguas e Intercambio Cultural (CETLALIC) y el UC Berkeley Latino Center forPolicyResearch, donde diversos expertos e investigadores en temas de Migración, Equidad de Género, Psicología y otros, divulgaron sus puntos de vista y analizaron la problemática de los jóvenes en torno al programa de los “Dreamers”, sin embargo la parte impactante del evento se dio con las opiniones y reacciones de los muchachos que viven y respiran esta posibilidad.
14 estudiantes “Dreamers” de la Universidad de California que están a un paso de ser beneficiados por la Acción Diferida para los Niños Migrantes (DACA) llegaron a México de visita para reencontrarse con sus raíces y se toparon con más: una cruel realidad que podría alcanzarlos a ellos si se suspende el programa.
Durante este encuentro con jóvenes conocidos aquí como “Los Otros Dreamers”-aquellos que regresaron forzados antes del DreamAct de 2012- escucharon historias como la de Jorge Lerma, quien se formó en Estados Unidos como electricista.“He tratado de revalidar mis documentos pero ha sido imposible: me piden sellos, traducciones, notarios, que el 75% del programa sea similar al de México y que una universidad le dé el visto bueno”, expuso en el Seminario Internacional sobre Dreamers y menores ciudadanos de Estados Unidos exiliados en México.“Sin esto no puedes tener cédula ni puedes estudiar aquí una maestría y yo, con 33 años, ahora no encuentro trabajo”.
Los estudiantes de CalState dijeron estar sorprendidos. “Me siento triste y con miedo a la vez, porque si se detiene el programa (DACA) yo podría ser uno de ellos y no quiero, porque, aunque solo estoy de visita, me siento extraño, no quiero imaginar lo que ellos viven”, dijo José Félix Cruz, conmovido hasta las lágrimas.
“Este viaje ha sido totalmente diferente a lo que pensaba, fue como si no existiera esa realidad, que espero no llegue a ser la mía”, comentó Stefani Franco después de conocer la historia de Azul Uribe. Azul fue deportada en 2009, “hace 1911 días”, el mismo tiempo que ha tenido para “amar y odiar a México”, porque le ha quitado la oportunidad de ver la boda de su hermana y ver crecer a sus sobrinos, pero, al mismo tiempo, le ha dado la oportunidad de conocer lo que son realmente sus raíces.
A partir de estas experiencias, Lidiet Arévalo, nacida en el Salvador pero residente en California, decidió cambiar el rumbo del documental que filma en este viaje de Dreamers que tendrá una duración de 15 días.Originalmente, Lidiet hablaría de los Dreamers en Estados Unidos y ahora narrará para la unión americana la historia de los Dreamers en México.