Ráfagas: Otra más de la CAASIM
MÉXICO, DF, 19 de octubre de 2015.- A lo largo de la vida política del país, hemos ido aprendiendo de las estrategias de la partidocracia predominante en épocas preelectorales y electorales.
Generalmente podemos ver como en la mayor parte de los casos, los aspirantes a cargos de elección popular que se saben punteros con base en el voto duro corporativo, rehúyen y evaden el debate público, bajo la premisa de “¿Para que me desgasto y expongo a que me golpeen los que están detrás de mí?”, sin importarles que al evadir esa responsabilidad, desprecian al electorado, a ese electorado que en realidad nada les importa, de su elemental derecho a saber qué le ofrece al patrón, ese aspirante a empleado público.
Lo increíble es que muchos medios cómplices no se indignan ante semejante afrenta, pero no sólo eso, la ignoran o simplemente la dejan pasar, no involuntariamente, siendo esta, la más lacerante y común formula en México para destinar algo al olvido cómplice, cancerígeno.
Por eso llama tanto la atención la insistente mención diaria en medios impresos y electrónicos, preguntando con qué vive, come y mantiene a su familia.
Literalmente un ejército de “bots” asalariados lanzando ataques sin descanso en redes sociales, cuestiona cómo es posible que un hombre que “no ha trabajado” en los últimos años, puede seguir políticamente activo, o de donde saco dinero, o como logra financiar el viaje europeo que tanto les cala por su impacto.
Diariamente en la gran mayoría de diarios de circulación nacional y estatal, así como programas noticiosos de radio y televisión, se pueden leer y escuchar opiniones contrarias abiertamente parciales y preconcebidas, que han surtido efecto poco a poco como todo veneno engañabobos, del cual el único antídoto es buscar información en medios independientes y honorables que suelen ser críticos pero no son los de mayor penetración, por lo que la manipulación mediática ha logrado programar la mente de no pocas personas con miedos artificiales como el de “Es un peligro para México”.
¿Por qué tanto odio hacia esa misma persona? ¿Qué les provoca tanto encono y rabia y esa incesante fijación hacia él?
Simple. Estamos a sólo tres años de la próxima elección presidencial. La actual administración, sumida en un contexto nada halagüeño, transita el sexenio de una pifia a otra, con escándalos de corrupción que parecieran no tener final ni límite de participantes, de manejar un equipo oneroso pero incompetente, de llevar la crisis económica, política y social cada vez más profundo y por si fuera poco, conduciendo un barco sin timón ni brújula.
La nueva campaña de odio tiene objetivo y es costosa, de hecho multimillonaria, y a eso, sí habría que preguntar ¿Quién o quienes pueden financiar una campaña mediática de ese calibre y con ese encono, tanto como no se había visto desde 2006? ¿Siendo una empresa de muchos millones, plumas y conciencias compradas con tanta antelación, qué inversión implica ello y qué intereses tratan de proteger?
No se requiere ser un genio para darse cuenta que para echar a andar este aparato, debe haber también un fuerte y poderoso andamiaje que lo soporta y conduce, con motivos que no son públicos pero que son evidentes ante el ojo crítico.
Son grupos que no toleran oposición y cínicamente se ofenden cuando alguien dice que México tiene dueños y que hay gente organizándose y amenazando con que se les va a acabar la propiedad y el control casi monárquico.
El objetivo de estos francotiradores está a la vista, se pasea por todo el territorio nacional y el orbe, exhibiendo a sus cazadores, y ganado cada vez más adeptos entre grupos pensantes de gente harta de haber nacido y vivido en medio de una sola realidad: Crisis.
¿Qué poderosa fuerza impulsa a estas fuerzas oscuras? El Miedo.
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