Ráfagas: Tatiana Ángeles, cuentas pendientes
PACHUCA, Hgo., 11 de mayo de 2015.- Por momentos, la situación política y económica de México pareciera haber llegado a su punto de quiebre, al momento del colapso inevitable. Finalmente y tras varios meses de señalamientos por parte de diversos entes observadores de derechos humanos, en especial Amnistía Internacional, la semana pasada el gobierno federal admitió –aunque solo en privado- que el país está metido un lo que denominaron “un grave problema de derechos humanos”.
El flamante Subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaria de Gobernación, Roberto campa Cifrián se comprometió ante el organismo a que a partir de su llegada a ese cargo las cosas serían distintas debido a que tiene instrucciones explicitas de dialogar con los integrantes de la sociedad civil, lo cual implícitamente es una confesión tacita de que se venía haciendo precisamente lo contrario por lo que la imagen del gobierno hacia la población está sumamente deteriorada y tal vez en la percepción las cosas sean todavía peores.
Desafortunadamente este reconocimiento raya en la tibieza debido a que no se realizó de manera pública y de cara a la población, lo cual demerita la confesión del encargado del gobierno federal, que dicho sea de paso se lució como alguien demasiado oportunista durante el asunto de la niña sustraída de su escuela por Interpol hace unas cuantas semanas en Guanajuato con el beneplácito de una jueza y del gobierno mexicano.
En otras latitudes y dando seguimiento a la marcha de las 43 ciudades en los E.U.A. que en este espacio se comentó oportunamente, ahora se llevó a cabo una importante manifestación con más de dos mil asistentes en la ciudad de Barcelona, España en protesta por la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa como parte de una de las escalas que componen la euro-gira que se realizara por diversos países de ese continente.
Es más que significativo el que la tenacidad de los padres de los muchachos desaparecidos combinada con la creciente indignación de la comunidad internacional, puedan generar en todo el orbe una indignación tal, que pone en evidencia la corrupción, la incapacidad y el más insultante irrespeto hacia los derechos fundamentales de la población.
México es un país de gente buena que no merece estos gobiernos corruptos y depredadores que han instituido la violencia de estado y orillado a la población a reaccionar como lo vemos ahora en San Quintín B.C., Michoacán, Oaxaca y recientemente nuevos brotes en Morelos, Estado de México, Hidalgo solo por mencionar algunos. Gobernantes en la opulencia con un pueblo cada día más pobre y desesperado no es una ecuación ni humana, ni justa, ni conveniente si es que el actual gobierno pretende siquiera mantener su actual nivel de presencia. Por años se ha hablado del peligro que implicaría el despertar del México bronco, citándolo como algo posible pero lejano; Ya no lo es. El caldo de cultivo ha permitido que germine esta realidad y los efectos ya están a la vista.
La interrogante es donde irán apareciendo los siguientes brotes de inconformidad traducida en descontento popular y reacciones no pacíficas con consecuencias impredecibles. Todo apunta a que así será.