Ráfagas: Voracidad panalista
INDICADOR POLÍTICO
La verdadera cumbre del T-MEC estuvo en las decisiones gubernamentales de Canadá y Estados Unidos para sacar el tema de las controversias del Tratado de Comercio Libre de las negociaciones en México y dejar que corran sobre todo las circunstancias de tiempo político.
La estrategia del presidente mexicano recordó aquella de 1987 cuando el presidente Miguel de la Madrid le ordenó a su secretario de Hacienda, Gustavo Petricioli, que se regresará de Washington donde negociaba rebajas en el servicio de la deuda porque iba a decretar la moratoria de pagos y con ello a reventar el sistema financiero internacional. El servicio de espionaje estadounidense detectó la llamada cuando el funcionario mexicano solicitaba que prepararan el avión del Banco de México y le llamaron de la FED para renegociar la deuda.
El presidente López Obrador se apoya en el artículo 81 del capítulo 8 del Tratado para reiterar la capacidad soberana del Estado mexicano para mantener el dominio directo sobre los hidrocarburos, aunque extendiendo la referencia al predominio del sector eléctrico del Estado mexicano. El texto del artículo dice lo siguiente:
RECONOCIMIENTO DEL DOMINIO DIRECTO Y LA PROPIEDAD INALIENABLE E IMPRESCRIPTIBLE DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS DE LOS HIDROCARBUROS.
Artículo 8.1: Reconocimiento del Dominio Directo y la Propiedad Inalienable e Imprescriptible de los Estados Unidos Mexicanos de los Hidrocarburos
1. Según lo dispone este Tratado, las Partes confirman su pleno respeto por la soberanía y su derecho soberano a regular con respecto a asuntos abordados en este Capítulo de conformidad con sus respectivas Constituciones y derecho interno, en pleno ejercicio de sus procesos democráticos.
2. En el caso de México, y sin perjuicio de sus derechos y remedios disponibles conforme a este Tratado, Estados Unidos y Canadá́ reconocen que:
(a) México se reserva su derecho soberano de reformar su Constitución y su legislación interna; y
(b) México tiene el dominio directo y la propiedad inalienable e imprescriptible de todos los hidrocarburos en el subsuelo del territorio nacional, incluida la plataforma continental y la zona económica exclusiva situada fuera del mar territorial y adyacente a éste, en mantos o yacimientos, cualquiera que sea su estado físico, de conformidad con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
La estrategia mexicana está jugando al modelo maquiavélico de la orilla del abismo: no ceder en consultas, negociaciones y paneles y obligar a Canadá y Estados Unidos a aplicar castigos arancelarios a México que distorsionarían la estabilidad económica y en los hechos derrumbarían la viabilidad del Tratado, sin que exista ni el tiempo ni la circunstancia para crear otro mecanismo trilateral, reconociendo el valor del mercado de consumo mexicano y aprovechándose de las circunstancias negativas de la inestabilidad económica.
La estrategia de tensión de México también apuesta a la debilidad del presidente Biden, a quién se ve timorato a la hora de ejercer castigos. En el 2020, el presidente Donald Trump amenazó e iba a cumplir la aplicación de aranceles a productos mexicanos, si Palacio Nacional no se aplicaba en la contención de las caravanas de migrantes que llegaban a Estados Unidos cruzando la frontera sur del río Suchiate. México temió a la amenaza y construyó un muro militar de contención para reprimir a las caravanas.
En círculos de inteligencia de Estados Unidos existe la percepción de que el presidente mexicano sí es capaz de reventar el Tratado y que no va a ceder ni un milímetro en las consultas y controversias por la imposición de nuevas reglas que le regresan la predominancia a la Comisión Federal de electricidad y a Petróleos Mexicanos sobre contratos con empresas privadas ya firmados.
En este contexto, la inflexibilidad mexicana frenó las calenturas del premier canadiense Justin Trudeau, quien amenazó que asistiría a la Cumbre para aliarse con Estados Unidos y obligar a México al respetar los contratos ya firmados y a mantener las empresas públicas mexicanas lejos de una competitividad desigual. Trudeau desinfló su apasionamiento y su presencia en la Cumbre fue deslavada.
Ahora viene la batalla de la Casa Blanca contra el Congreso de mayoría republicana para resistir las presiones a aplicar los paneles y los aranceles contra México.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.