
Ráfagas: Tello, ¿luz verde o por cuenta propia?
PACHUCA, Hgo., 28 de julio de 2025.- Tengo una amiga estudiando un posgrado en línea. Estoy seguro que no aprenderá́ nada en esa modalidad. ¿Cuántas veces escuchamos ese tipo de frases en el pasado?
Hace solo unos años, estudiar desde casa era sinónimo de informalidad, de baja calidad, de soledad académica. Pero hoy, en pleno 2025, la realidad ha cambiado de forma drástica. Lo que en 2020, aun parecía una solución un poco improvisada por una pandemia global, hoy se ha consolidado como un ecosistema educativo legítimo, robusto y en transformación constante gracias al impulso de la inteligencia artificial.
La educación a distancia dejó de ser el “plan B”. Según datos recientes del Informe Global de Educación 2025 de la UNESCO, el 41% de las universidades en América Latina ofrecen ya programas hı́bridos o completamente virtuales con el respaldo de sistemas inteligentes de aprendizaje adaptativo. En México, de acuerdo con el INEGI, más de 11 millones de hogares cuentan hoy con acceso a plataformas educativas digitales, y la cobertura de internet en zonas rurales creció un 26% desde 2020, impulsada por polı́ticas públicas de conectividad nacional.
Este giro de paradigma no ha sido fácil. A muchos nos tocó ver la improvisación de escuelas en 2020, la desesperación de maestros frente a una cámara y la desconexión emocional de estudiantes que, desde su recámara, intentaban concentrarse mientras sonaban las notificaciones del celular o el ruido de la calle. Pero ese caos sembró la semilla de una revolución: la educación comenzó a replantearse desde sus cimientos.
En 2025, hablar de educación a distancia ya no significa exclusivamente sesiones por videollamada. Ahora implica experiencias inmersivas de aprendizaje con realidad aumentada, tutorı́as con asistentes conversacionales inteligentes, evaluaciones automatizadas con retroalimentación personalizada, y plataformas que detectan emociones y estados de ánimo para adaptar el ritmo de enseñanza. Los LMS (Learning Management Systems) del pasado se han transformado en entornos de aprendizaje emocionalmente sensibles y neurodiversos.
La inteligencia artificial no ha venido a sustituir al docente, sino a fortalecer su papel. Herramientas como GPT-Edu, Khanmigo 2.0 y SocrAI permiten acompañar al alumno en sus dudas a cualquier hora, pero también generan reportes detallados para que los profesores comprendan mejor las dificultades individuales de cada estudiante. Ya no se trata solo de “enseñar”, sino de entender cómo aprende cada quien.
Sin embargo, serı́a ingenuo pensar que el problema está resuelto. En México, todavı́a hay comunidades —particularmente indı́genas y rurales— donde la brecha digital es una frontera real. Aunque la cobertura ha mejorado, el acceso a dispositivos adecuados 1 y a una formación digital significativa sigue siendo desigual. Además, un estudio reciente del Instituto Latinoamericano de Estudios sobre Educación y Tecnologı́a (ILEET) alerta sobre un nuevo tipo de analfabetismo: el analfabetismo algorítmico, es decir, la incapacidad de muchos docentes y alumnos para comprender cómo funcionan los sistemas de IA que están mediando el aprendizaje.
Y más allá de la tecnologı́a, está lo humano. Aprender en casa sigue siendo un reto socioemocional. La concentración, la disciplina y la gestión del tiempo son habilidades que no todos desarrollan fácilmente. La frase "no me puedo concentrar con tanto ruido en casa" sigue siendo un eco común en las conversaciones de estudiantes.
La educación de 2025 es distinta, sı́. Pero no perfecta. Tiene aún desafı́os profundos: garantizar la equidad tecnológica, asegurar la formación ética en el uso de datos, evitar el sesgo algorı́tmico y fortalecer la conexión humana en un entorno cada vez más digitalizado.
Quien hoy estudia un posgrado en lı́nea no solo está ampliando su formación profesional: está protagonizando una transformación histórica. Lo que antes se veı́a como una opción de segunda, hoy es punta de lanza de una nueva era educativa. Y aunque aún escuchemos el clásico “¿me escuchan? ¿me escuchan?” al iniciar una videollamada, también escuchamos algo más: el eco de un aprendizaje más libre, más personalizado, más humano.
Las de chile seco
No hay presente digital, si aun falta internet en cada comunidad indı́gena. La brecha debe cerrarse ya.