Subestimando a la presidenta
<<Los científicos de hoy piensan profundamente en lugar de claramente. Uno debe estar cuerdo para pensar con claridad, pero uno puede pensar profundamente y estar completamente loco >>
Nikola Tesla (1856-1943).
No se trata de defender ciegamente a nuestro Huey Tlatoani y su 4T. Hay que admitir que muy “de vez en cuando” realiza declaraciones inexactas y sin matices, lo que genera un excelente caldo de cultivo tanto para sus detractores como para sus aduladores. Tampoco nos quepa duda que seguirle la corriente al sector científico y académico, victimizándolo como si la profesión y posgrados dotaran de principios morales inmaculados que en esencia se aprenden no en la academia sino en la familia, pues ya lo dice un dicho popular en este gremio “lo doctor no quita lo pen#$%djo”, y yo agregaría que “lo doctor no los exime de no caer en el juego de la corrupción.”
Con esto no justifico ni normalizo dichas actitudes, pero negar que puedan suceder en determinado momento, sería tomarme el pelo a mí mismo. Tampoco digo que todos son iguales y que ningún académico, docente o científico tenga principios éticos. Al contrario, conozco parte del gremio y vaya que hay sus honrosas excepciones. En todo caso quien se desgarra las vestiduras por las “injusticias” del Conacyt contra de institutos de investigación, se indigna por la “persecución política de científicos” que según los medios de la derecha, no son afines a la 4T o peor aún, que se siente herido en lo más profundo de su corazón porque el presidente deschairizó la facultad de su alma mater la UNAM al llamarlos neoliberales, de plano tiene la piel muy delgadita y la vista muy nublada que le impide ver las debilidades del sistema.
En todo caso, el germen de esta indignación “simulada” data desde finales del 2018, cuando algunos institutos mostraron su molestia y preocupación por los rumores del posible ajuste presupuestal que el Conacyt en su política de “austeridad” llevaría a cabo de manos de la nueva directora, María Elena Álvarez-Buylla. Algunos colegios y universidades como El Instituto Mora y la Universidad Iberoamericana generaron discursos maniqueos desde sus directivas para crear pánico entre los estudiantes y becarios. A pesar de que el recorte llegó, este no afectó del todo a los alumnos, pues estuvo dirigido a reestructurar las partidas y trasparentar los recursos otorgados.
Por otro lado, en el 2019 la UAM (Universidad Autónoma Metropolitana), cedía el paro al diálogo a mediados de mayo de ese año, siendo esa una de las huelgas más largas en la historia de dicha institución. En su momento, este hecho así como los incidentes con un alumno de un CCH-UNAM, el cual salió herido con arma blanca por un vándalo (porro), en plena marcha hacia CU, motivaron declaraciones que pusieron en el ojo del huracán las problemáticas aquejadas en las universidades públicas; el narcomenudeo, la inseguridad al interior de sus campus, mafias sindicales así como corrupción al más alto nivel. El asunto quedó latente y hoy tiene que ser retomado con seriedad, más allá de los señalamientos del presidente al generalizar que la máxima casa de estudios de este país es de corte ideológico neoliberal.
La corrupción en las directivas de las universidades (de las que no está exenta la UNAM), así como las otras problemáticas señaladas en el párrafo anterior, han venido calando lenta y constantemente, cual gota de agua en piedra caliza. A ello se suman los reajustes de Conacyt al sector científico en los colegios e institutos. Como respuesta a esta situación, este gremio se ha sumado a las críticas de los intelectuales orgánicos respecto a lo que considera “ocurrencias e incongruencias” de este sexenio. Su indignación en contra de las reformas laborales y recorte presupuestal, argumentando que esto afectará y será un grave retroceso para la ciencia. Quizás de todas sus quejas en el único asunto que cabría darles el apoyo a este sector es en la defensa de las Cátedras Conacyt, los cuales son programas para académicos que sirven como incentivos para que docentes-investigadores (mayormente candidatos a ingresar al SNI) generen proyectos, cátedras e intercambio con diversas instituciones. En este sentido, el recorte presupuestal en este programa implicará una disminución en el desarrollo curricular y económico para aquellos investigadores que se desempeñaron de manera temporal en diversas instituciones educativas de nivel posgrado.
No obstante, a pesar del arrojo y la “valentía” del gremio científico y académico en plantarle cara a Álvarez-Buylla y de la 4T, el eco en los medios de comunicación no ha trascendido más allá de su burbuja laboral. En parte porque durante las últimas décadas se dedicaron en parte a generar estudios e investigaciones de poco impacto social, lo que gradualmente los ha desvinculado de una sociedad que ahora ve con recelo a la mayoría de ellos. Por si fuera poco, la presente administración retiró el apoyo de cantidades estratosféricas que Conacyt otorgaba a empresas privadas y comerciales con el pretexto de que estas contribuían en la innovación, el caso de las salsas durante el sexenio de Peña Nieto ya es épico, por decir solo un ejemplo.
Junto con esto, hace poco más de un mes se acusó de delincuencia organizada a un grupo de científicos, entre los que figura el ex director de Conacyt, Enrique Cabrero, de quien por cierto en notas anteriores ya había referido algo al respecto. La indignación y las firmas de apoyo de gran parte de las instituciones se hicieron presentes de nuevo. No obstante, desestiman que aunque suene feo, el proceso por el que se les investiga a los susodichos está tipificado judicialmente de esta manera. Y claro, una cosa son los ilícitos y otra el trasfondo de Don Florero (Hertz Manero).
A esta serie de acontecimientos sumó esta semana, como lo he mencionado, las declaraciones poco claras del presidente respecto a la ideología de la UNAM. No viene al caso mencionar los señalamientos literales de apoyo de políticos que ya sea como egresados o docentes tienen un vínculo actual con dicha universidad, puesto que esto implicaría hacer un chiste del asunto. En cambio, hablar de aquellos que por ofendidos se sumaron en redes sociales manifestando que AMLO se equivoca. Tienen razón a medias al igual que el presidente. Una cosa es la Facultad de Economía, por ejemplo y otra, la de Filosofía y Letras; una cosa es Ciudad Universitaria y otra es el FES-Iztacala, ambas son parte de la misma institución pero se ubican en diferente contexto, por mencionar un ejemplo. La UNAM es un ente tan diverso que sería imposible agruparlo en una sola corriente de pensamiento. Sin embargo, eso lo impide que durante más de treinta años se haya cuadrado al sistema neoliberal, puesto que ese fue el que imperó durante este tiempo; el mismo caso con Conacyt, fundado en 1970, cuyo impulso al igual que el de la mayoría de los colegios de investigación se consolidaron durante el sexenio de Carlos Salinas DeGortari. Por tanto, las mismas condiciones de los sistemas políticos han marcado en gran parte el pensamiento y la estructura institucional, esto no implica que dichas ideas influyan a sangre y lodo en las generaciones de egresados.
Lo que sí es penoso es que en la opereta de estos actores científicos e intelectuales se perciba un trasfondo en defensa de privilegios y que se abanderen como críticos del sistema con una supuesta productividad y apoyo a becarios y tesistas, en el afán de seguir conservando su status, simulando, disimulando y escribiendo de una sociedad a la que poco conocen. Pero bueno, sobre el blanqueamiento ideológico en el sector académico, la construcción estereotipada del científico social mexicano y el desangelado sentir de este gremio con el presente sexenio, ya hablaremos otro día…