Ráfagas: Tatiana Ángeles, cuentas pendientes
Twitter: @OswaldoRamirezG
¿Alguien sabe a qué nos referimos cuando decimos conflicto o desastre de proporciones bíblicas?
No creo tener la respuesta exacta a esta pregunta, sin embargo intuyo que se refiere cuando se hace una comparación de un hecho que estremecerá a todo el mundo en todos sus aspectos. Un ejemplo de ello es la actual pandemia por Covid-19 en la que si bien ya desde hace meses se habla de una “nueva normalidad”, cierto es que esta frase lejos de darnos sosiego nos indica que las cosas ya no serán como antes. Otro ejemplo en el que esta frase puede ser utilizada es para referirnos a hipotéticas guerras pasados enfrentamientos militares; pensar que en su momento la sociedad de 1914 habló de la Primera Guerra Mundial como la “Gran Guerra”, la Madre de todas las guerras, para entonces nadie suponía que en menos de treinta años sobrevendría otro conflicto de similares dimensiones y en el que uno de los hechos que lo marcaría fue el exterminio masivo de judíos en campos de concentración nazi, algo que conocemos más comúnmente como Holocausto.
Sobre este último se han escrito, proyectado y documentado libros, películas y testimonios de los sobrevivientes; Hollywood ha sido uno de los principales promotores de diferentes visiones sobre este hecho desde luego en la mayoría de los casos, el espíritu patriótico yanqui sale a relucir cual Capitán América, poco crédito se da al avance soviético (ruso) como uno de los principales factores de la derrota alemana (nazi), mucho menos a la resistencia del pueblo de Alemania que en principio se oponía al régimen fascista que al finalizar el conflicto terminó por dividir a su territorio hasta 1989 (Muro de Berlín).
Ahora bien, el final de la Segunda Guerra Mundial tuvo como consecuencia varios hechos; la división del pueblo alemán y la lucha ideológica y militar entre la Unión Soviética y Estados Unidos (Guerra Fría). Así pues, derivado de la persecución judía por parte de los alemanes durante este conflicto se acordó crear un lugar de salvaguarda como derecho para que todos los judíos, fue así como el 14 de mayo de 1948 bajo acuerdo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se crea el Estado de Israel. No obstante, la tentativa de su creación data desde la década de 1920 tiempo en el que dicho territorio se mantuvo bajo el tutorado del entonces Imperio Británico. Pero dicha creación lejos de conllevar a la paz fue y es hasta la fecha una bomba de tiempo que genera enfrentamientos y atentados terroristas de los países árabes vecinos con dicha nación. Ni siquiera a un mes de fundado Israel enfrentó a estos países un 22 de mayo de ese mismo año en lo que se conoce como la Guerra árabe-israelí.
Israel y el relativamente recién creado estado Palestino (declarado en 1988 y resuelto el 30 de noviembre de 2012) ocupan territorio en común, y comparten una de las ciudades más representativas tanto para el cristianismo occidental, el judaísmo y el islamismo, Jerusalén. Israel desde un inicio ha sido apoyado por las potencias occidentales, el desaparecido Imperio Británico (Gran Bretaña) y ahora por Los Estado Unidos de América, los intereses comerciales y el pasado religioso milenario del pueblo judío (que data de épocas bíblicas por cierto) son aprovechados tanto por el gobierno yanqui y los países europeos aliados como por los empresarios y políticos israelíes, haciendo de dicho territorio un punto inestable desde su creación.
Si bien nadie niega el derecho de creación de un estado autónomo israelí, tampoco suena coherente que el establecimiento de dicho estado se haya decidido por potencias que en teoría nada tiene vela en la región; considerando que precisamente el territorio demandado para el establecimiento de dicho estado ya estaba ocupado desde hacía siglos por tribus nómadas ismaelitas (es decir los ancestros más remotos de los musulmanes). Por lo tanto al impulsar Israel en dicho lugar se han subestimando las condiciones de los pueblos árabes y de sus vecinos, por ende este es el principal hilo de tensión sociopolítica en la región.
Por otra parte, el Estado de Palestina es un territorio cuyo reconocimiento no es oficial en todos los países, su promoción y reivindicación fue motivado gracias a la “ocupación” de algunas secciones por parte de Israel de zonas comunes desde 1948. El principal líder en defenderlo fue Yasir Arafat (1929-2004), presidente de la Organización para la Liberación de Palestina quien durante su lucha logró grandes avances, en 1988 gracias a la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU en la que se entró en dialogo para el reconocimiento del proto estado palestino, la postura de Arafat cambió hacia la conciliación. Sin embargo, a su muerte las relaciones con Israel y occidente (la ONU y Estados Unidos), se recrudeció debido al empoderamiento del grupo extremista Hamás, fundado en 1987, cuyos preceptos islamistas y nacionalistas reaccionan en función a hechos violentos y terroristas. El problema se acentúa cuando las acciones de reivindicación del estado palestino conllevan ha hecho que afectan la vida de civiles tanto palestinos como israelíes.
Recientemente hemos visto en redes sociales la indignación por el trato militarizado por parte de Israel en territorios palestinos y la limitación y segregación de barrios, cual si estuvieran repitiendo los mismos actos de los que fueron objeto ellos durante el holocausto durante la Segunda Guerra Mundial. Lo que pocos saben es que pese a las crudas escenas de abuso y cateos de personal militar israelí, los yihadistas y nacionalistas palestinos si bien se valen de la condena e indignación que estas escenas causan en os medios de comunicación, en lo práctico actúan intolerantemente con personas que no profesen el Islam, por tanto la postura que adoptan es hipócrita, luego entonces ¿Es acaso legítimo victimizarse ante los medios de comunicación pero en lo practico actuar intolerantes con homosexuales, judíos y cristianos? Sin lugar a dudas este es un aspecto que también tendrá que llevarse a la mesa de diálogo al momento de intentar condenar la militarización y empoderamiento israelí en dichos territorios.
Finalmente es prudente señalar y cuestionar lo siguiente ¿No se les hace “curioso” que a pocos meses de tomar el gobierno de los Estados Unidos Joe Biden el conflicto entre ambos territorio de Oriente Medio haya escalado a lo que nos es presentado en los medios? ¿Será acaso que el buen Biden ha reiniciado la agenda global? Si bien es cierto el cambio de la embajada de Tel Aviv hacia Jerusalén durante la presidencia pasada de Donald Trump puede considerarse hipotéticamente como una de las razones de las hostilidades y tensión en la región, justificar la violencia y actos terroristas tal como lo hace una célebre investigadora de El Colegio de México, es un acto irresponsable y poco profesional, también es cierto que Israel no es una “perita en dulce” y que mucha culpa tiene de las muertes al amparo de las potencias occidentales las cuales por medio de su historia predestinada los pone a un paso de convertirse en todo aquello que detestan. En fin sirva una oración, paz y concordia para aquella región del mundo, vecina y colindante de Líbano, país cuya herencia cultural y económica hermana a México, y en la que por cierto en recientes días ha sido detenido el “Rey de la Mezclilla” y amigazo de un ex gobernador poblano, Kamel Nacif. Sea pues buen lunes.