Ráfagas: Tatiana Ángeles, cuentas pendientes
CIUDAD DE MÉXICO, 25 de junio de 2018.- La suerte está echada, frase para la posteridad del general Cayo Julio César, dicha momentos antes de cruzar el río Rubicón, durante la guerra civil contra Pompeyo el grande.
El próximo domingo 1 de julio viviremos una jornada electoral calificada como la más grande que se haya vivido en México. En una misma elección, se elegirán 3,400 cargos repartidos entre presidente de la República, senadores, diputados, gobernadores, legisladores locales y alcaldes.
Las entidades del país que elegirán nuevos gobernadores, congreso local, y ayuntamientos son: Jalisco, Guanajuato, Puebla, Morelos, Tabasco, Chiapas, Yucatán y la Ciudad de México.
Durante 90 días la ciudadanía estuvo sujeta a la friolera de 22 millones 959 mil 180 spots distribuidos en radio y televisión. Además de recibir un número difícil de precisar, de propaganda política a través de la plataforma WhatsApp. Las elecciones se convirtieron en platica obligada, desde el bautizo hasta la sobremesa.
Nuestro voto tendrá la innegable virtud de despejar conciencias. Entre amigos y familia, hay siempre opiniones distintas, y lamentablemente se llego a la confrontación, esto se motivo porque no se aceptan las diferencias.
En un momento de la apasionada discusión, olvidamos la cantidad de cosas que nos unen a la otra persona y nos centramos en lo que nos separa.
Votar es un derecho ciudadano y debemos ejercerlo. Elegir adecuadamente a quien vamos encomendar el destino de México y de Hidalgo mediante sus legisladores, no debe hacerse al azar, ni bajo la premisa, “de a este ya le toca”, el voto debe ser reflexionado y revisado acuciosamente la trayectoria y los logros de cada uno.
Hoy nuestro futuro, demanda un voto profundamente razonado, debemos buscar el bonum commune (bien común), que es el bienestar de todos los miembros de una comunidad, en contraposición al bien privado, el interés particular o de grupo.
Los comicios garantizan la transparencia, la imparcialidad, y la no injerencia de las autoridades. Quien promueva lo contrario busca sembrar la desconfianza y la discordia entre mexicanos.
Sin embargo, la confiabilidad de las instituciones se cuestiono en las elecciones del 2006, y en el 2012 cuando uno de los candidatos presidenciales, no respetó un principio básico de la democracia: reconocer la derrota.
Hoy corremos el mismo riesgo y con el mismo personaje, en su discurso ya por adelantado se declara vencedor, de no ser así, cuestiona ya la legitimidad de nuestras instituciones.
Twitter: @David_Tenorio