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CIUDAD DE MÉXICO, 20 de febrero de 2018.- José Antonio Meade fue ratificado el pasado domingo, en la Convención Nacional de Delegados del Partido Revolucionario Institucional, como candidato a la Presidencia de la República. El cinco veces ex secretario de Estado, en dos sexenios, debería saber que, bajo las condiciones actuales, la peor carta de presentación es la de ser, o aparentar ser el candidato de los pinos. Y no porque sea impropio ser amigo del presidente, sino porque esa percepción lo convierte en símbolo de la incredulidad y la desconfianza.
A José Antonio Meade lo que le pesa es la marca PRI, no obstante 12 millones de mexicanos son priistas y van a votar por el PRI porque siempre lo han hecho, el punto es que la cifra por sí sola, no les alcanza para ganar. Pero, lo ubican estratégicamente en la búsqueda de 8 millones más de sufragios, con el objetivo de alcanzar la meta de 20 millones de votos, cifra que se han fijado en su equipo de campaña, suficiente, calculan para ganarle a López Obrador.
José Antonio Meade, como candidato ciudadano, es en sí mismo una fortaleza, que le otorga al PRI 10 puntos que el tricolor por sí solo no tenía. Quienes le conocen coinciden en describirlo como un hombre probo, ejemplar servidor público, con una sólida formación académica.
La otra percepción, la de lejanía entre la militancia tricolor, será subsanada, al incorporarse a la campaña, una quinteta de ases, quienes serán coordinadores, uno por cada circunscripción electoral, entre los eficientes operadores electorales, se mencionan a Manlio Fabio Beltrones, Beatriz Paredes, Mariano González Zarur, Rene Juárez Cisneros y la hidalguense Carolina Viggiano, siempre prudente y discreta, pero efectiva.
Meade es portador de muchos positivos, los cuales le permitirán apoderarse de la campaña y de la confianza de los mexicanos, a la suma de los días. Ya dio un primer paso, al aumentar en 60 días, a 73% el nivel de conocimiento entre el electorado. El conocimiento del candidato es importantísimo, ya que nadie vota por lo que no conoce.
Aristóteles señalaba en su Retórica, que a las personas honradas les creemos más y con mayor rapidez, especialmente si tenemos dudas o poco conocimiento de lo que se habla. Esto es, que los candidatos que consideramos probos, nos pueden convencer mejor porque nosotros, como electores, consideramos sus atributos, reputación, capacidades, experiencia, amigos y familia para percibir, interpretar y aceptar su mensaje de campaña y si estos atributos nos parecen buenos, nos abrimos más a su llamado, estamos predispuestos a ser persuadidos. Dicho de otro modo, el mensajero importa tanto o más que el mensaje, y en las campañas electorales, el candidato es su mensaje principal.
Twitter: @David_Tenorio