Ráfagas: Tatiana Ángeles, cuentas pendientes
PACHUCA, Hgo., 13 de agosto de 2018.- En la prensa escrita o en los medios digitales no son posibles las cartas anónimas, los comentarios con seudónimos ni, por supuesto, los insultos. Es muy común en las redes sociales encontrar publicaciones que se dedican a impulsar un discurso de odio y denostación.
Los riesgos de quienes optan por la practica de este tipo de comunicación negativa, no se dan cuenta de la confusión, el rechazo, el hartazgo y, como consecuencia perenne, el repudio que generan entre los lectores.
Al principio este tipo de campañas de comunicación en algún momento genera emoción, indignación, impulso, pero como el cuento de Pedro y el lobo, se va perdiendo efectividad, porque los hechos comprueban que las cosas no son como se dijeron o las palabras se ven rebasadas a sí mismas, y el principal riesgo de los ataque sistemáticos, es que los usuarios identifican claramente al remitente. Y la podredumbre que se desea cargar al destinatario se revierte.
Lo más grave es que un medio de comunicación haga de su linea editorial, el ataque reiterado a un personaje de la vida pública o una institución, únicamente bajo la premisa de querer hacer valer su verdad. Allá ellos, porque la credibilidad que tanto cuesta ganarse en los medios de comunicacion, se va al traste por la necedad de repetir una y otra vez mismo.
Es sorprendente el argumento que bajo la libertad de prensa se puede escribir, expresar y publicar lo que a uno le venga en gana, sin tener en cuenta el compromiso social que se tiene con la sociedad, como generadores de opinión y siempre con la verdad en la mano.
@David_Tenorio