Ráfagas: Tatiana Ángeles, cuentas pendientes
Conductor:
Espero que no te importe que sea tan impersonal pero no conozco tu nombre de pila. La camioneta que conducías sí, es una de esas “trocas perronas” que todos en el pueblo quisiéramos tener, pero antes del impacto que me arranco la vida, vi en cámara lenta o por lo menos así lo recuerdo, la imagen reflejada en el retrovisor de la parrilla y las luces “led” de tu “trocon” de más de un millón de pesos, que me aventó contra el camellón y me hizo dar vueltas. Me había detenido la luz del semáforo junto con otros vehículos, ya me urgía llegar a casa. Casi inmediatamente empezó a arder el auto, ¡yo quería bajarme! pero no me respondían las piernas, ni mis brazos, ¡parecían no obedecerme! Por un momento pensé que tus acompañantes o tú me ayudarían, solo los vi correr. Mi agonía fue lenta, hubiera querido que fuera fulminante, pero no fue así.
En verdad no debe importarte, porque para mí es del mayor interés que no te importe nada de lo que provenga de mí. Sé que esta carta poco puede significar para ti, lo aquí escrito difícilmente cambiara tu actitud de superioridad, ahora sé que eres un diputado y se también porque lo he escuchado, que aquí en el valle en el que nací y crecí, eres temido.
Dios sabe muy bien que no te guardo rencor, a pesar que son muchos los que te juzgan. Claro que hacerlo sería lo más fácil, pero sabes. . . , todos quisiéramos algún día colocar esa flamante placa de color dorado en el parabrisas de unos de los muchos autos de lujo que tienes, con la leyenda “Cámara de Diputados”, no me lo tomes mal, pero la placa la cual no pasa desapercibida para nadie, nos recuerda que “eres intocable”, y que “puedes hacer lo que quieras”, y ahora sé que siempre lo haces, consigues todo lo que quieres con la fuerza del dinero y lo que no, son la gente que trabaja para ti, quienes cumplen siempre tus caprichos, no estás acostumbrado a recibir un no a cambio.
Durante toda mi vida, desde que era un niño, he creído que lo que más importa es la honradez. Con gran alegría me entere que se envió a la Cámara de diputados la solicitud de tu desafuero, el mismo que te has negado a perder, ese escudo invisible que te dota de impunidad y te separa de nosotros el pueblo, por más que te empeñes en decir que eres uno de nosotros. Sé también que la solicitud se turnó a la Comisión de Justicia para su valoración, donde pudiera acompañarme en el sueño de los justos.
Sabes, trabajaba muy duro y me gustaba el futbol. Lo único que me duele es no decirle una vez más a mis seres queridos que los amaba y a mis amigos cuanto los apreciaba.
La felicidad, para que sea perdurable, no necesita de rencores ¿no te parece? Esto es lo que me repito ahora que me siento tan desdichado, tan lleno de ansiedad y tormento por todas las cosas que ya no haré.
Animo, tú eres un señor importante, seguro que ya se les olvido tu pequeño pecadillo. ¿Ya ves, hasta mis padres firmaron la carta donde dicen que te perdonaron? Y estoy seguro de que algún día en verdad será así.