
Ráfagas: No habrá encubrimiento en caso Zimapán: Morena
PACHUCA, Hgo., 5 de febrero de 2019.- Después de la revolución de 1910, para plasmar “la voluntad nacional”, Venustiano Carranza convocó a un Congreso constituyente cuya encomienda era reformar la Constitución de 1857, buscando la legitimidad del movimiento armado que encabezaba.
Así la Constitución de 1917, fue instrumento primigenio para organizar la paz, hoy sus preceptos son la base de toda nuestra estructura jurídica.
A la Constitución de 1917, le distinguen dos concepciones diferentes del poder público: una que limitaba sus acciones para permitir el respeto del individuo y otra que limitaba las acciones de los individuos para garantizar a otros individuos determinadas condiciones de vida. La primera en lo que conocemos como las garantías individuales, y la segunda, las sociales.
También la laicidad del estado, pero fue con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre el gobierno de México y el estado Vaticano en 1992, lo que significo el fin de una época, y lo que consideran algunos el ocaso del estado laico.
A 102 años de la promulgación dela Constitución de 1917, con el nuevo gobierno se perfilan profundos cambios para sentar las bases de un nuevo sistema político.
Según datos del Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República, desde el 5 de febrero de 1917 hasta el 27 de agosto de 2018, nuestra carta magna ha sido reformada en 707 ocasiones. Eso convierte a la constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en una de las más reformadas en el mundo.
No obstante el numero de modificaciones que ha tenido nuestra constitución, no se han perdido los principios rectores que la hicieron una de las más vanguardistas del planeta.
Soberanía, división de poderes, carácter representativo de los órganos del Estado, federalismo, municipio, democracia, derechos humanos, justicia social, supremacía del Estado sobre las iglesias. Son los principios que han formado parte de la Constitución mexicana desde sus orígenes.
De cara al futuro, se debe gobernar con la ley en la mano o, parafraseando al poeta y político boliviano Franz Tamayo Solares: “gobernar sometido a las leyes”. La única servidumbre que no mancha es la servidumbre a la ley.