Ráfagas: Saqueo en Tepeji
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<<Desde el alba te veo, grandiosa espiga, persiguiendo a la niebla, y eres, en mi memoria, esencia de horizonte, frágil sueño>>
Efraín Huerta. Poeta y periodista mexicano (1914-1982).
Los versos anteriores forman parte del poema “Buenos días a Diana Cazadora”, obra del poeta guanajuatense en donde se sintetiza la belleza y admiración a uno de los monumentos icónicos que engalanan desde 1942 parte de la avenida Paseo de la Reforma en la Ciudad de México.
El nombre original de la escultura es “La Flechadora de las Estrellas del Norte” y representa a la diosa griega Artemisa que en su equivalente en la cultura romana corresponde a Diana. Precisamente éste último y la pose en la que se encuentra esculpida es que con el paso del tiempo se le conoció popularmente como la Diana Cazadora.
La escultura fue realizada por Juan Fernando Olaguibel escultor también guanajuatense egresado de la Academia de San Carlos en 1911, su trabajo estético está fuertemente influenciado por otro gran artista postrevolucionario, el Dr. Atl. La fuente en donde se encuentra dicha estatua es obra del arquitecto Vicente Mendiola Quezada quien también es autor del monumento dedicado a la industria petrolera, ubicado también en la capital mexicana.
Cabe señalar que un elemento en común tanto en la diana cazadora como en el monumento a la industria petrolera es la participación de la modelo Helvia Martínez Verdayes (1923-2022) quien el pasado 12 de febrero a la edad de 98 años partió al más allá. Su incursión en como modelo es digna de una historia de una novela, con tan solo 20 años de edad y siendo secretaria en las oficinas de Petróleos Mexicanos fue invitada por el arquitecto Vicente Quezada y el escultor Juan Fernando Olaguibel, diez años después volvió a posar para quedar inmortalizada también en el monumento conmemorativo de la expropiación mexicana.
Sin embargo, el secreto sobre quien era la modelo de la famosa Diana Cazadora guardo un encanto y enigma por muchos años, hasta que en 1992 en una novela de su autoría Helvia Martínez reveló su historia. El silencio sobre en quien estaba basada la escultura fue guardado debido a que por el contexto moralino de la época, la modelo tuvo miedo del señalamiento público y de perder incluso su trabajo.
No obstante, actualmente forma parte del paisaje urbano de la capital mexicana y no solo ello sino que representa junto con otras esculturas a lo largo de Paseo de la Reforma la puerta hacia el México contemporáneo postrevolucionario del siglo XX.
Pero más allá del encanto capitalino, la Diana Cazadora extiende su imaginario hasta tierras hidalguenses pues desde 1968 fue sustituida por una réplica mientras que la original fue trasladada al municipio de Ixmiquilpan en donde hasta la fecha se encuentra engalanando el jardín municipal.
Muchas son las alusiones hacia la Diana Cazadora, en el cine, en el turismo, en las novelas y hasta en el comercio; en el valle del Mezquital hace hasta algunos años unas empresas de fotoestudio llevaban su nombre en imagen. En Veracruz, un conocido hotel en la playa de Chachalacas lleva también su nombre. Pero sobresale entre todas estas la representación idílica, estética, erótica y picara que se le dio en el cine mexicano. Baste mencionar una película titulada “La Diana Cazadora” (1956) en la que se alude en cierto modo al origen de la estatua y a la musa que la inspiró. No obstante a mi parecer la manera en la que podemos observar el ideal de esta efigie se haya en la película “Calabacitas Tiernas “ (1949), protagonizada por German Valdés “Tin tan” y Rosita Quintana, en donde en la introducción y los primero s minutos del a cinta el guiño picaresco nos trasporta a la nostalgia de aquel México que ya se fue.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.