
Ráfagas: Alcaldesa extraviada
PACHUCA, Hgo., 18 de agosto de 2025.-Reivindicar la innovación como un proceso ético, funcional y profundamente humano.
La innovación no se limita a crear nuevas tecnologías o productos. Es, ante todo, la implementación de ideas que generan valor, resuelve problemas de forma más inteligente y eficiente, y mejoran significativamente la vida de las personas.
Innovar no es simplemente perseguir la novedad ni hacer lo opuesto a lo que ya funciona, movidos por un orgullo mal enfocado. Esa actitud puede desviar el rumbo de un proyecto y confundir la creatividad con la arrogancia. Hay quienes creen que están “inventando el hilo negro”, aprovechando la desinformación —propia y ajena— para justificar decisiones poco fundamentadas.
Por eso, la investigación rigurosa, la autocrítica honesta y la apertura a la crítica externa son esenciales. La innovación debe traducirse en cambios positivos y medibles, ya sea en un producto, un servicio, un proceso o incluso en la forma en que se organiza una empresa o institución.
En esencia, innovar es aportar algo verdaderamente nuevo y valioso —para el mercado, para la sociedad o para el individuo. Es una herramienta para resolver problemas existentes de manera más eficiente y efectiva. Un proceso continuo de mejora, adaptación y evolución. Las innovaciones significativas transforman la forma en que vivimos y trabajamos.
Por ejemplo el desarrollo de la rueda es una innovación fundamental que revolucionó el transporte y la logística, y sigue evolucionando gracias a la investigación constante y el desarrollo continuo de una idea totalmente funcional, que al mismo tiempo sigue dando pie a más innovaciones dentro de la misma lógica.
El internet transformó radicalmente nuestra forma de comunicarnos y acceder al conocimiento.
Las tecnologías limpias buscan reducir el impacto ambiental y promover la sostenibilidad.
Las vacunas han salvado millones de vidas y erradicado enfermedades gracias a avances científicos sostenidos.
Estas innovaciones no deben perderse por el simple afán de hacer algo “diferente” si ese cambio resulta anti-funcional. Lo que funciona debe evolucionar con coherencia, en sintonía con nuestro momento histórico.
La verdadera innovación no es solo crear algo aparentemente nuevo. Es implementar con éxito ideas que generan valor, mejoran la vida de las personas y contribuyen a la conservación del planeta. Solo así se hace una diferencia real.