
Ráfagas: Tello, ¿luz verde o por cuenta propia?
Restaurar, no destruir: ética y conciencia en el diseño, arquitectura y paisaje.
PACHUCA, Hgo., 28 de julio de 2025.-Rescatar, restaurar o rehabilitar espacios públicos o privados es y será siempre una iniciativa valiosa. Algunos lugares requieren más que mantenimiento: necesitan una restauración profunda que involucre estudios estructurales, ambientales, tecnológicos y sociales. Lo que no debería suceder es la destrucción de espacios con concepto, identidad propia, historia y estructura sólida, que fueron bien planeados en su momento y cuyo deterioro no justifica su eliminación.
Un buen proyectista sabe que la clave está en adaptarse a lo existente. Esta habilidad implica integrar las condiciones del terreno, las construcciones previas, las limitaciones del entorno y la vegetación endémica. No se trata de imponer una visión, sino de dialogar con lo que ya está ahí. Esta adaptación requiere estudios detallados y una creatividad profesional capaz de ofrecer soluciones reales, eficientes y estéticas.
Adaptarse a lo existente no solo es una decisión técnica, sino también ética porque permite evitar costos innecesarios, aprovechando estructuras, cimientos y materiales ya disponibles.
Reducir el impacto ambiental, preservando vegetación que ha tardado años en adaptarse y evitando el uso de maquinaria pesada que genera ruido y residuos volátiles dañinos.
Respetar el carácter del lugar, su historia y sus tradiciones, evitando intervenciones agresivas que dañen el paisaje y la comunidad.
La adaptación puede ser un desafío, pero no debe ser excusa para improvisar. Es fundamental convocar a despachos y profesionales con trayectoria, especializados en restauración y diseño contextual. No se trata de moldear aprendices a ideas caprichosas, sino de encontrar soluciones creativas e innovadoras que potencien el concepto original del espacio.
Resulta contradictorio defender las tradiciones mientras se destruyen los espacios que las albergan. La memoria también vive en la arquitectura, en los materiales, en la vegetación que ha crecido junto a la comunidad. Destruir lo que aún puede ser restaurado es una forma de olvido.
La capacidad de adaptarse a lo existente es una característica esencial de todo proyecto exitoso. Es una forma de crear obras más eficientes, sustentables y respetuosas con el entorno y la vida. Restaurar no es mirar al pasado con nostalgia, sino proyectar el futuro con conciencia.