No alcanza
Twitter: @OswaldoRamirezG
<<Es difícil liberar a los necios de las cadenas que veneran>>
Voltaire. Historiador, filósofo y abogado francés (1694-1778).
Doscientos años se dicen mucho. Sin embargo para la línea de vida de grandes naciones nos encontramos aun en plena adolescencia. La conformación de México como un país más o menos unificado no se dio sino hasta la dictadura de Porfirio Díaz (1877-1911). Durante más de la mitad del siglo XIX el territorio se vio envuelto en enfrentamientos políticos y militares, invasiones e intervenciones internacionales. Más tarde vino la Revolución mexicana, una ruptura que marcó el inicio de la etapa contemporánea de nuestro país. Pese a que este conflicto dejo más frustraciones que promesas cumplidas. La institucionalización y gran parte de los organismos que hoy le anteceden al Estado Mexicano fueron creados producto de esta coyuntura histórica; es a partir de esto que los resultamos reflejan en cierta medida lo que somos actualmente como sociedad.
Tendríamos que buscar aquí y en los más de ochenta años del partido tricolor (PRI) el origen de varias problemáticas que hoy ciertamente como dice 4T y nuestro Huey Tlatoani, se vienen arrastrando. Sin embargo, esto no justifica que este sexenio quiera escudarse para todo en este pasado institucional truculento y aletargar acciones imperantes de nuestro día a día.
Tampoco cabe duda que gobernar a un país en medio de una pandemia y la transición partidista (con los asegunes chapulinescos que ya he mencionado en otras ocasiones), sea fácil. A ello se suma el grave problema de la corrupción. El cual no respeta clase social ni profesión; no importa que seas deportista, político, estudiante, burócrata, científico o docente.
Sin embargo, no se trata de decir que el problema de la corrupción sea una herencia genética que nuestros antepasados ibéricos nos dejasen. Tampoco de ennoblecer míticamente el carácter de los pueblos mesoamericanos al grado de ensalzarlos de un modo fantasioso. Los polos opuestos y la idealización de ciertos personajes de nuestra historia es una maniobra común entre cada sexenio, pues en ello sostienen parte de su discurso, pero el apasionamiento de nuestro Huey Tlatoani por la historia de bronce a veces raya en el abuso. Ello lo ha llevado a ciertas controversias. Algunas de estas con resultados positivos, otras como mera distracción de comadronas.
Una de las más recientes es pedir al Rey de España se disculpe con los pueblos originarios por las atrocidades hechas durante la Conquista y Colonia. Aparentemente este asunto anacrónico y ridículo solo genera burla por parte de la oposición política, pero el origen de esta petición es más profundo y cobra mayor relevancia en estas fechas que se celebra el Bicentenario de la Consumación de la Independencia.
En este sentido, la Carta de Disculpa y Perdón emitido por parte del Papa Francisco puede leerse de varias maneras; primero como un acto simbólico de reivindicación, tomando en cuenta que el pontífice vaticano es de origen latinoamericano y que este acto es obligado y de solidaridad. Segundo un acto político sobrio e hipócrita del Vaticano que en su afán intenta un acercamiento mayor con este gobierno aprovechando la ocasión.
Por otra parte, la felicitación del Presidente de Irlanda, Michael Daniel Higgins quien en un discurso pronunciado en idioma español dio cuenta histórica de los lazos que unen ambos países. Un mensaje entendido entre pares políticos e ideológicos, puesto que dicho mandatario milita en el Partido Laborista irlandés. Esta felicitación tiene el objetivo de reforzar los lazos bilaterales ambas naciones, en virtud de que desde 2016 Irlanda y México han tenido un paulatino acercamiento económico importante para su respectivo desarrollo. Visto desde esta manera, pocas felicitaciones son desinteresadas cuando de relaciones diplomáticas se trata.
Volviendo con España. Esta semana uno de sus ex presidentes, José María Aznar, fue duramente criticado en medios debido al sarcasmo y burlas hacia el presidente Andrés Manuel en relación a la petición de disculpa. La verdad es que lejos de injuriar sin fundamento, Aznar en parte tiene razón, el punto es que él es la persona menos indicada para hacer ese tipo de señalamientos. Para más cabe decir que la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) otorgó el doctorado honoris causa allá por agosto de 2016, en mérito al trabajo político y social que dicho ex mandatario hizo por su país ¡Genial no? ¿Acaso se le otorgó esta distinción por ser palero de Tony Blair y George W. Bush en el montaje de guerra contra Irak? ¿O por arrastrar la ambición de su gobierno a un conflicto que le costó el atentado en el metro de Atocha, Madrid el 11 de marzo de 2004 a sus ciudadanos? Menudos detalles a premiar, que vergüenza para las garzas haber dado esta distinción a tan fino personaje.
A las medallitas “honoris causa” para este ex presidente había que agregar la apertura y consolidación de empresas ibéricas en nuestro país a partir de la llegada del partido blanquiazul al poder (PAN) más precisamente con Felipe Calderón; ambos entrañables amigos. En cuanto a las empresas españolas, su situación actual guarda una opacidad en cuanto a contratos, evasión y posible fraude para con proyectos realizados en México todos ellos durante el parado gobierno del PRI y del PAN. Algunos de estos negocios por cierto, ligados con el Rey emérito de España, Juan Carlos de Bordón. Sí, aquel enfadoso monarca que en una cumbre hace varios ayeres intentó acallar con su famoso “¡Por que no te callas?” al discurso del ex presidente venezolano Hugo Chávez.
Soberbios y cínicos personajes estos ¡hijos!… de la Madre Patria. Pero bueno, pedir un perdón a la España de hoy, que nada tiene que ver con las barrabasadas de sus monarcas de antaño suena absurdo. Quizás en el afán conciliador y a riesgo de pasarse la historia por el arco del triunfo, la monarquía española debería considerar al menos aminorar las fricciones con una de las economías más importante de Latinoamérica (México), digo por si acaso ahora si desean hacer negocios “legalitos” con nuestras mercedes, y así de paso recuperar un poco de credibilidad y simpatía entre sus ciudadanos y generaciones más jóvenes quiénes no solo los ven como un ato de puñeteros traga ostias sino como un lastre para el desarrollo de su país.
En fin llegó octubre y no se olvida. A propósito de perdones quizás también estaría bien instar a este gobierno a poner el ejemplo y pedir como sociedad las disculpas públicas del Ejército Mexicano y fuerzas del orden por la Matanza de Tlatelolco, por Tlatlaya, por Ayotzinapa, por Atenco y un sin fin de agravios más. Después de todo este gobierno es el de la reconciliación ¿o no?