
Ecos y Huecos Sindicales: Derogar no es lo mismo que abrogar
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Con la llegada adelantada de las lluvias, las inundaciones azotan en especial a casi todo la Zona Metropolitana de Pachuca (ZMP), propiciando con ello variados reclamos sociales, muchas veces inquisitivos, que se acompañan de una serie de interrogantes acerca de las funciones preventivas de los costosos Planes de Desarrollo Urbano, los Programas de Ordenamiento Ecológico Local Participativo y los Atlas de Riesgo. En teoría, tales instrumentos programáticos pretenden lograr un equilibrio y bienestar social para las partes involucradas, empero, el resultado no siempre es el esperado, siendo diversas las dificultades a enfrentar desde su organización, planificación de un territorio diverso, y los intereses inmersos sobre el factor productivo: la tierra.
El vigente Plan Municipal de Desarrollo Urbano (2009-2012), es el instrumento que empieza legitimar la expansión de la hoy capital de la transformación, al zonificar el uso específico para cada tipo de tierra de acuerdo con sus características particulares. Es así que se priorizaron cerca de 1,100 hectáreas urbanizables, sobre localidades como El Judío, Santa Gertrudis, Santiago Tlapacoya y el Huixmi, todo ello, justificado por lo propicio del suelo con poca pendiente o inclinación, siendo el más apto para la construcción de infraestructura urbana.
Frente a tales intereses económicos, se dejaron de lado las intenciones de extender y/o crear protegidas, entre otros, los cerros que circulan a la ciudad capital, por ejemplo: El Cerro del Lobo; El Cerro Gordo; El Cerro del Judío; El Cerro de la asta Bandera (localidad de Sta. Gertrudis); La mina de San Pedro Nopancalco. Muchos de ellos, hoy desparecidos y/o alcanzados por la urbanización, dejando de lado su función de regulación del ciclo hidrológico y en la prevención de inundaciones en la capital de la transformación. Todo ello fue posible, gracias, entre otros alcances, a las prebendas de las mismas instituciones que pretendían/pretenden ordenar el territorio, a través de simulaciones participativas, acuerdos previos con desarrolladores, y/o beneficiarios de contratos a posteriori.
Así pues, las constantes inundaciones que aún nos falta vivir en la hoy llamada capital de la transformación, tienen nombre y apellidos, diferentes máscaras mismos nombres y resultados. Por lo pronto, quedo listo el bacheo de la espina dorsal del principal polígono dorado de la capital.
¡Al Tiempo!