Así no, presidenta
Después de las campañas electorales más cortas que se han tenido en nuestro país, así como el aplazamiento de dicha jornada debido a la emergencia sanitaria, los resultados electorales no sorprenden a nadie o al menos, no a quienes vaticinando las torpes maniobras de la izquierda, auguraron que esta vez el “efecto AMLO-MORENA” no bastaría para lograr un triunfo avasallador. No fue culpa de la mafia del poder ni de la mano “invisible” de Washington, sino de una serie de factores que saltan a la vista; la mala elección de algunos candidatos, el abuso del chapulineo, candidaturas de individuos cuestionados por las localidades, así como la imagen negativa que en la cúpula estatal. En Hidalgo, por ejemplo, el efecto catastrófico que jugó el Grupo Universidad (La Sosa Nostra o lo que aún queda de ella) en las candidaturas locales fue crucial, aunado a las problemáticas a nivel federal relacionadas con la elección del líder nacional de MORENA; los estires y aflojes entre la vieja guardia representada por Porfirio Muñoz Ledo en contra de la avanzada “progresista” de Mario Delgado, la que al final se impuso hasta hace unas horas al grito de unidad y reconciliación partidaria.
Lo anterior sumado a la apatía ciudadana, los imprevistos logísticos de INE en relación a problemáticas concretas del electorado, como por ejemplo que parte del padrón no pudiera votar por no renovar a tiempo su credencial, pero sobre todo el efecto covid-19 factor que sopesó en gran medida que gran parte del sector ciudadano prefiriera quedarse en casa en lugar de ir a votar por candidatos que da igual si lo representan o no. Estos factores beneficiaron para que a la vieja escuela marrullera, la caballería tricolor (PRI), hiciera uso de sus antiguas y ya clásicas prácticas; regenteo de votos, entrega de despensas, guerra sucia y difamación de opositores esta vez mas presente en redes sociales, así como la inserción de caballitos de troya al interior de los demás partidos incluso de las mismas candidaturas morenistas, hechos que terminaron por minar la confianza de los obradoristas (o también llamados morenistas puros).
Si bien en el PRI no tuvo un triunfo rotundo ni en Coahuila ni en Hidalgo, le bastó con estas viejas prácticas para imponerse como mayoría entre la minoría porcentual que votó; en Hidalgo se alzaron con la victoria en 32 de los 84 municipios, mientras que MORENA se tuvo que conformar con sólo 6 municipios ganados, el resto de alcandías quedó repartido en la cuantiosa miscelánea de partidos que ya conocemos. De tal suerte que como dijera el Chavo del Ocho “sin querer queriendo”, la jugarreta mustia del gobernador Omar Fayad Meneses le salió casi a la perfección, pues el panorama disperso en las alcaldías, la mayoría del PRI y la minoría de MORENA favorecen la creación de posibles cuadros que blinden su salida en viras de la elección de gobernador del 2022. Que decir también de Coahuila en donde MORENA se quedó con las ganas pues no logró ninguna diputación mientras que el partido tricolor se alzó con la mayoría de las cúpulas en este aspecto. Por lo pronto, después de esta tormenta y embestida hacia el partido de nuestro actual presidente se puede decir que si bien el Tiranosaurio priísta ha perdido fuerza, aún ruge como un lagartijo de mediano tamaño amenazando y resistiendo a los embates de la 4T y sequito que le acompaña.
Finalmente cosa poco loable pero sí de admiración que este lagartijo tricolor un poco achicado siga dando pelea, aunque no es para más, a diferencia de su hijo bastardo (uno de tontos y tantos de los partidos políticos en México) MORENA en la intentona de remontar intentó jugar la misma treta, per la falta de experiencia y la mucha prisa por resolver las cosas al final jugo en su contra exhibiéndolo no solo desde el punto de vista de la unidad sino de la institucionalidad, esa misma que avergüenza últimamente al grado casi de la negación y desprecio por parte de su adalid y fundador Andrés Manuel.
Hablando de daños colaterales esperemos que la insufrible oposición facha no le agregue más milagritos a San Hugo López-Gatell, lo digo por aquello de los rebrotes del Covid-19 a nivel mundial; en España por ejemplo se está considerando toque de queda y restricciones máximas por decreto para los siguientes quince días, mientras que países de Europa del Este como Polonia, retoman medidas restrictivas de tránsito y circulación horaria para sus habitantes los cuales en su mayoría son adultos mayores. Lo que sí es cierto es que, pese al bajo porcentaje de participación ciudadana en los pasados comicios, los posibles descuidos por parte de los electores como del INE e los protocolos sanitarios podrían derivar en el repunte de casos cambando por enésima vez el semáforo naranja a rojo en estos estados de la república y en entidades periféricas.
Precisamente al término de esta nota dos polos opuestos danzan de luz a luz en el semáforo, por un lado Chihuahua que en un acto que pareciera el castigo divino hacia Gomorra y su tiránico rey, en este caso el gobernador Javier Corral, se ve acorralado entre el karma y la intransigencia de sus actos políticos y sociales ya que actualmente es el único estado de nuestro país con alerta máxima (roja), en tanto que al otro lado del territorio de este gran señorío haciendo honor a su nombre y gentilicio, Campeche se la campechanea en un aparente verde botella. Con todo y esto el resto de México se viste de colores otoñales dejando en naranja y amarillo la alerta sanitaria.
Finalmente esta acuarela de colores de la muerte pudiera recrudecerse más pronto que tarde en todo el país y pasar de un soleado color cempasúchil a un rojo como sangre de pichón. Ello gracias a la irresponsabilidad ciudadana que subestima el cambio estacional y que poco a poco se integra a sus actividades de recreo sin las medidas adecuadas para contener posibles contagios. Este tipo de actos y las irresponsables marchas como la del pasado sábado denominada Marcha Pro AMLO, cuya finalidad fue mostrar su apoyo a nuestro huey-tlatoani y contraponerse al fantasmagórico y frenético plantón de la derecha en el zócalo capitalino (FRENA). Ambas manifestaciones en libre derecho que ampara la carta magna, pero en franca sinrazón irresponsable al potencializar contagios innecesarios que le costarán más cantaletas al Subsecretario de Salud en sus ahora también célebres conferencias vespertinas.