Ráfagas: Voracidad panalista
La discusión pública sobre la cobertura noticiosa e informativa de la casa gris ha dado lugar a un debate sobre la política editorial de los medios para abordar el tema. Ya se sabe la posición que tienen el Presidente y sus seguidores: una embestida golpista de los enemigos del proceso de transformación. Se puede creer eso y más, incluso poner en tela de juicio los hechos aludidos, pero, sobre todo, la intención de quienes realizaron la investigación y de quienes la divulgaron.
Una parte importante de los medios permanece en silencio; sin atender el tema en forma alguna. Sus razones tendrán y debe entenderse como una expresión de la libertad editorial de la que gozan las empresas que contienen a los medios de comunicación. No importa si en la decisión editorial subyacen miedo, oportunismo, interés económico, prudencia o responsabilidad. Lo importante es que frente al silencio de los inocentes persista la otra parte, quien divulga, opina, apoya o rechaza la narrativa noticiosa de origen.
Callar tiene costo en perspectiva, actuar representa un riesgo en la circunstancia. El Presidente va en serio y dispuesto a mucho. Si tuviera mayor sensibilidad hubiera sido más eficaz para salvaguardar lo que pretende proteger. La respuesta ilegal y de confrontación no a un periodista sino al ejercicio informativo y a la libertad de expresión representa el mayor costo en lo que va de su gobierno. Lo más importante es la relación entre el poder político, especialmente el de la Presidencia de la República, con el ejercicio periodístico e informativo.
Por lo pronto debe haber respeto entre quienes deciden hablar y quienes optan por el silencio. Cada cual con lo suyo y con sus razones de acción o de omisión. También, debe decirse, es irrelevante el propósito de quien divulga, opina o argumenta a partir de la información conocida. La libertad de expresión no da para condicionarla a las buenas o malas intenciones del emisor de la información, tampoco a un supuesto interés económico o político perverso subyacente. La información y la opinión valen en sus propios méritos; por su veracidad y por su rigor, respectivamente.
La polarización va decantándose del terreno de la política al de la legalidad y, eventualmente, al judicial. Inevitablemente, el tema de la casa gris abrirá una investigación de las autoridades norteamericanas a partir del supuesto de prácticas corruptas con gobiernos extranjeros, asunto regulado con detalle por la ley. De hecho, la empresa Baker Hughes está sujeta a investigación. Lo mismo debe acontecer en el país. Más allá de los dichos, la interpretación, los gritos y sombrerazos de unos y otros o el silencio de los inocentes, se nos debe a todos los mexicanos una investigación judicial que determine la veracidad de los hechos y las consecuencias de un eventual incumplimiento de las normas y de las malas prácticas en materia de negocios.
Federico Berrueto
@berrueto
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