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La “nueva realidad” nacional está un cuarto de siglo atrás
Aunque no queda mucho para las sorpresas, no hay nada más doloroso que lo que menos se desea poco a poco y de manera consistente se vaya haciendo realidad.
Esto resulta porque el INEGI acaba de dar a conocer los resultados del Sistema de Indicadores Cíclicos, que es una radiografía oportuna del comportamiento de la economía mexicana con la que se puede establecer de manera anticipada el diagnóstico de la magnitud, profundidad y solidez del desarrollo o, como ocurre en este momento, de la crisis.
La importancia de estos indicadores es que dan señales certeras sobre la situación real en materia de todos los elementos que participan en la producción y el empleo nacional que, en la situación actual del país, muestran una caída generalizada.
Además. los indicadores cíclicos también consideran el desempeño de otros datos clave de la economía como la opinión empresarial y de los consumidores, de ahí que resulten esenciales para cualquier decisión en materia de inversión privada, sin dejar de lado el tema de la seguridad jurídica.
Pues bien, este sistema de medición con el que se define si estamos en un ciclo de recesión, estabilidad o crecimiento, está integrado por dos indicadores: el Coincidente que refleja el estado general de la economía y el Adelantado que pronostica los cambios en el ciclo. Ambos advierten que el panorama de México es francamente desolador.
El Índice Compuesto muestra que el país enfrenta una de las recesiones más profundas en la historia reciente ya que en abril la economía se desplomó -30.8 por ciento, lo que resulta ser un derrumbe más profundo aún que cuando vivimos la recesión de 1995, que fue de -23.1 por ciento.
Con esos datos, se puede decir que la economía mexicana sufre un retroceso económico de 25 años, que corresponde a un cuarto de siglo.
Imaginemos que en ese lapso subimos por la escalera de una resbaladilla y que pasamos por diversas etapas o ciclos y que, al llegar al punto más alto, todos los elementos o indicadores como la inversión, producción, comercio, empleo, etc. y que, por si fuera poco, enfrentamos situaciones externas adversas y/o inesperadas que nos hacen perder fuerza y entonces nos precipitamos aceleradamente por el tobogán.
Para redondear esta idea, el indicador Adelantado se ubicó en por debajo de su tendencia de largo plazo al presentar una disminución de -0.76 puntos con respecto a marzo, con lo que anuncia una recesión profunda en 2020.
La mayor parte de los datos económicos oficiales no dan señales de recuperación, el clima para la inversión no es favorable en términos de seguridad física ni jurídica, además de que el empleo ha mostrado saldos muy negativos, sin contar que el comercio exterior vive una de sus peores etapas por efectos del coronavirus y el gobierno del presiente López Obrador se niega a impulsar un programa contrario al ciclo recesivo que enfrenta el país desde 2019 para frenar el deterioro económico y social.
Entre lo más complejo del panorama, además de la inseguridad sobresale el nivel de empleo, porque si bien en mayo se observó una ligera desaceleración en la desocupación, eso fue resultado de que alrededor de 1.9 millones de personas obtuvieron ocupación en el sector informal y otros 2 millones se sumaron al subempleo, al conseguir algún trabajo a tiempo parcial.
De esa manera, la informalidad laboral pasó de 47.7 a 51.8 por ciento en mayo y la tasa de subempleo subió desde 25.4 a 29.9 por ciento entre abril y mayo, que constituye una fuerte presión para la economía en su conjunto y para los demandantes de empleo formal porque precariza la mano de obra.
Pero no solamente eso, presiona también a las finanzas públicas de 2020 y del próximo año porque ya hay un número más amplio de demandantes de programas asistencialistas del gobierno sin que se considere un cambio importante en la estructura económica nacional que necesariamente tiene que pasar por la defensa del trabajo formal, una política monetaria acomodaticia a las circunstancias nacionales y globales, así como por un plan a medio plazo de consolidación fiscal y reformas estructurales que promuevan el crecimiento sin lo que será imposible remontar todo lo que se ha perdido en materia económica.
@lusacevedop
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