Ráfagas: Otra más de la CAASIM
PACHUCA, Hgo., 15 de agosto de 2016.- Seguramente ya muy poca gente conoce el drama del agua en el Valle del Mezquital, sitio donde históricamente han vivido los pueblos de la etnia otomí-hñähñú y que por ser una región árida los seres humanos no contaban más que con unos jagüeyes y embalses en donde el agua estaba contaminada por diversos factores como el ganado y el estancamiento, graves epidemias de tifo y cólera hubo en diversas épocas, aún hace 60 años, todas con graves consecuencias y la indolencia de las instituciones, si no había agua para beber, menos para sembrar.
Los que no tenían agua para el campo empezaron a obtener la que procedía del desagüe pluvial de la Ciudad de México hace unos 116 años a través del tajo de Nochistongo; más tarde, en 1975 con el Túnel Emisor Central que canaliza aguas pluviales y de drenaje hacia la región de Tula, empiezan a tenerla para regar parcelas, el agua es altamente jabonosa en ese entonces; si comprendemos que es agua residual nos sorprende que esa agua riegue superficies que primordialmente producen maíz en alrededor de 80 mil hectáreas, desde Tula hasta Alfajayucan e Ixmiquilpan o San Salvador.
La vida cambia, el campo produce más en zonas tradicionalmente agraristas como es el valle de Tlahuelilpan, Tepetitlán, Tezontepec de Aldama y Mixquiahuala, pero se vive entre agua contaminada y más en el gran embalse de la presa Endhó en donde prevalecen enfermedades de todo tipo entre la población.
En cuanto a los productos agrícolas, es natural que un alimento regado con esa agua esté contaminado.
El agua llega abundantemente y, por increíble que parezca, y dicho por los agricultores, el agua contaminada es codiciada, hoy en día tiene menos carga de detergentes y, como bien sabemos, en la ciudad se utiliza el cloro para lavar y por esa razón es posible que tenga escaso riesgo de bacterias patógenas, incluso la materia orgánica de los desechos humanos que el agua carga sirve para fertilizar las tierras y lograr cosechas de un promedio de diez toneladas por hectárea (en zonas donde no cuentan con esta agua se requiere fertilizar con excrementos de animales), por lo que se ahorra en fertilizantes.
Esto parece un milagro, aunque no se descarta que el agua llegue con contaminantes más tóxicos y químicos procedentes de la industria del Valle de México.
Justamente, cuando llueve en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México y el agua parece incrementarse todos pensaríamos que habría bendiciones para el campo hidalguense, pero no, el efecto de la época de altas lluvias hace que el agua, por decirlo de alguna manera, lave las azoteas, puentes, espectaculares, banquetas, pavimentos, etc., por lo que el agua pluvial está altamente cargada de metales pesados de los residuos, en esos días los campesinos reciben un agua tóxica que es capaz de matar sus cultivos.
La Ciudad de México ha tenido enormes problemas desde la época de la conquista para drenar las aguas que la inundaban y ahora con los drenajes, algo parecido sucede con la basura, hay que enviar a algún lado todo eso, los riesgos de inundaciones y hundimientos son extremos.
Como también es sabido, el gobierno de Marcelo Ebrard emprendió la construcción del Túnel Emisor Poniente que conectaría con la nueva Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de Atotonilco de Tula, misma que está operando parcialmente y se espera funcione en su totalidad en un par de años.
Ante la inminente operación de esta planta, que por un lado ha sobrellevado problemas políticos cuando el ayuntamiento la clausuró por un largo periodo, los campesinos han mostrado un gran descontento, pues al principio les expresaron que la planta trataría solamente la materia orgánica contaminante pero no los metales pesados, cuando ellos se benefician de lo primero pero temen lo segundo que es lo que deteriora sus cosechas y el suelo y desde luego la salud de quien consuma esos alimentos.
Hoy en día, para paliar el descontento, las autoridades estatales de medio ambiente han señalado que el agua saldrá totalmente limpia y sin riesgos para la salud, que la inversión en equipos de tratamiento valida la calidad del agua.
No queda más que esperar y que alguien nos explique científicamente si es verdad todo lo que se dice, incluso los ambientalistas dicen que no existe proceso perfecto de tratamiento de aguas contaminadas, el riesgo para la salud y la economía de la región sigue latente en una de las zonas más contaminadas y enfermas del mundo.