Así no, presidenta
PACHUCA, Hgo., 27 de septiembre de 2016.- El hecho llamativo no es que el 16 de septiembre de 1812 se haya celebrado una conmemoración del Grito de Dolores en Huichapan, el hecho consagrado es que esa ciudad colonial del Estado de Hidalgo es la segunda cuna de la independencia de México. A veces nos gusta entender la historia como una secuencia de hechos elocuentes y violentos, de hazañas de caudillos de movilizaciones masivas, en pocas palabras siempre estamos buscando a los héroes.
La Independencia de México es recordada más por sus hazañas militares, parece que las acciones políticas y los cambios sociales quedaron en un segundo plano, en la conmemoración bicentenaria que hemos vivido desde el 2010 y en muchos momentos anteriores: del inicio de esta lucha recordamos cómo un llamado, violento por necesidad, de Miguel Hidalgo hace que una turba vaya atacando toda posesión española, apropiándose de la riqueza mal habida por la explotación y una grosera desigualdad. Se habla de batallas en donde Hidalgo avanzó firmemente y también la ruta de Hidalgo trata ciertas derrotas hasta llegar a la más dolorosa que fue Acatita de Baján en Coahuila en donde los insurgentes son apresados y finalmente ejecutados en Chihuahua.
Otra contrariedad que fija el pensamiento único es creer que a este proceso se le debe llamar Independencia, cuando es una descolonización o mejor dicho una emancipación. Habría que entender que en realidad la Nueva España no dependía del Reino de España, más bien fue al revés, muchos productos, sobretodo la plata y otros bienes, eran llevados de México hacia España y todas estas riquezas eran fundamentales para el reino. Aparte está la historia de la conquista de las Filipinas, la cual se hizo desde puertos mexicanos y que los productos traídos de esas lejanas tierras pasaban por nuestro territorio. Sin lugar a dudas la riqueza mexicana financió una empresa tan grande para llegar a Asia.
Del proceso mal llamado Revolución de Independencia es justo también recordar actividades civilistas y políticas, los cuales llevan el peso de las ideas que harían patria; en una proclama, no en una ofensiva, Miguel Hidalgo abolió la esclavitud en Guadalajara, Morelos convocó al Congreso de Chilpancingo en donde dio a conocer los Sentimientos de la Nación, esto más tarde erigiría la Constitución de Apatzingán, y su proclama a la libertad de la América Mexicana.
Estos ejemplos son obra de hombres de ideas, liberales y estudiosos como el licenciado Ignacio López Rayón, quien fuera secretario particular de Miguel Hidalgo; López Rayón era un conocedor de las leyes, en 1811 fue capaz de reorganizar el movimiento después de que habían sofocado al ejército de Hidalgo y en tanto Morelos iniciaba apenas sus primeras campañas. Paralelo a ese movimiento, López Rayón comienza a escribir un primer borrador de lo que debería ser la constitución política de la nueva patria, Rayón es la nueva cabeza de la lucha independentista; junto con Morelos cada quien había tomado una parte del territorio en pugna.
De acuerdo con lo escrito en su diario, a López Rayón le interesaba lo logrado en el norte de la Intendencia de México, lo que hoy es el Estado de Hidalgo, sabe de las hazañas del pueblo de Huichapan y de hombres como Julián Villagrán y su hijo Chito quienes lucharon por la Sierra Gorda y la Huasteca; Zimapán era un punto estratégico para fabricar materiales de guerra; Rayón se entera también que cerca de Actopan, en un pueblo llamado San Agustín (Tepatepec) los insurrectos derrotan ahí a gente fiel al imperio.
Más que imponer la guerra, Rayón pasa por varios lugares en pos del orden y la justicia, emitir monedas, reorganizar el trabajo y garantizar la salud y los alimentos, hace la guerra, pero también política. En agosto de 1812 toma la decisión de emprender el rumbo a Huichapan desde el Real de Minas de Tlalpujahua, hay batallas para abrir el camino y más difícil es transitarlo pues lleva consigo una pesada imprenta; el 12 de septiembre en Nopala es aclamado por la población, el día 13 entra con legitimidad a Huichapan. Recorre las trincheras y baluartes que defienden el lugar, se entrevista con los Villagran.
Es el 15 de septiembre y el Licenciado López Rayón recuerda que dos años atrás inició la lucha, es preciso conmemorar el Grito de Dolores y no olvidarlo jamás, instituirlo, se debe reconocer como el nacimiento de la patria que buscaban todos esos librepensadores. El 16 de septiembre, al alba, desde el balcón conocido como El Chapitel en el centro de Huichapan, Ignacio López Rayón, Andrés Quintana Roo y Francisco Guerrero entre otros, tocaron la campana y dispararon salvas de cañones gritando vivas a la libertad, a Hidalgo, Allende, Aldama y a los héroes que nos dieron patria. López Rayón supo que ese acto conmemorativo levantó la moral de las tropas y forjó la conciencia histórica, por ello en su borrador de la constitución mexicana dispuso que se debía celebrar el 16 de septiembre como día del nacimiento de la patria, el día del natalicio de Hidalgo y el 12 de diciembre en honor de la Virgen de Guadalupe.
El 29 de septiembre hubo una misa en honor de San Miguel y del natalicio de Miguel Hidalgo, todo el pueblo de Huichapan se congregó al grado de que no cabían en la iglesia, hubo nuevamente salvas y una serenata. Las batallas siguieron, pero la organización y las ideas ayudaron esta vez a reactivar el movimiento insurgente que José María Morelos acaudillaría en lo consecutivo en medio de batallas. Lo acontecido en Huichapan revela un resurgimiento del espíritu de lucha y de ideas que eran necesarios para volver a levantarse, en esta ocasión se había generado un fondo de palabras que sería mejor defendido con los cañones hasta la consumación de la independencia en 1821.