Ráfagas: Denuncian corrupción en Tribunal de Arbitraje Laboral
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<<In God We Trust>>
Lema nacional de Estados Unidos de América (1956).
En español se traduce como “En Dios Confiamos”, y fue el lema elegido por el Congreso de los Estados Unidos de América en 1956, se sitúa en el Código de los Estados Unidos (compilación legislativa federal con 52 títulos). La referencia temprana a esta frase proviene de 1814 contenida en la estrofa final del “Star-Spangled Banner” escrito por Francis Scott Key que después fue adoptado como el himno nacional estadounidense. Generalmente donde vemos impresa esta frase es en el billete (dólar). A partir de 1957 fue adoptado de manera permanente en todos los billetes de dicho país; la frase “In God We Trust” está contenida también en las banderas estatales de Florida, Georgia y Misisipi.
¿A qué viene la referencia? Simple. A la legitimación histórica que desde hace poco más de doscientos años ha enriquecido el ideal colectivo, la política, y la doctrina intervencionista de nuestro país vecino. El Destino Manifiesto y la Doctrina Monroe, de la cual ya he escrito en emisiones anteriores son la base política que lo sustenta como líder de la libertad y de la democracia mundial, más burdamente referido como el “gendarme del mundo”. Bajo esta premisa el binomio civilizado-bárbaro, simplifica a Estados Unidos como el civilizado (impuesta bajo interés económicos), y como bárbaro el opuesto según cada circunstancia; indios, mexicanos, chinos, norcoreanos, nazis, japoneses, vietnamitas, soviéticos, musulmanes, castristas, chavistas y ahora nuevamente rusos, quienes por lo general obstruyen sus fines corporativos, armamentistas y extra territoriales.
Esta retorica se basa también en el origen y ensanchamiento geográfico que ha logrado a lo largo de los años. La compra de Luisiana a Napoleón (1803), la compra de Florida a España (1821), la Guerra contra México (1846-1948), la compra de Alaska al Imperio Ruso (1867), la guerra hispano-estadounidense para independizar a Cuba (1895), la ocupación de las Filipinas (1898-1946) y de Haití (1915-1934). Ello sin contar los territorios anexados y protectorados en el Océano Pacífico y el Caribe como producto de su victoria en la Segunda Guerra Mundial.
A lo anterior habrá que sumar los momentos que de manera indirecta y bajo el auspicio y complicidad de la ONU y la OTAN ha intervenido en conflictos regionales los últimos cuarenta años entre ellos en la Península de los Balcanes (Yugoslavia, Bosnia-Herzegovina y Kosovo), y en Medio Oriente (Irán, Irak, Yemen, Líbano, Siria), África (Somalia y Libia).
En América Latina la situación no se ha limitado con Haití. Prácticamente en toda la región ha estado presente de manera directa e indirecta; desde la Crisis de los Misiles en Cuba (1962) y el bloqueo económico que aún perdura en la isla caribeña. El auspicio de la dictadura de Pinochet en Chile (1973-1990), la dictadura de Videla en Argentina (1976-1981), su participación en la guerrilla de El Salvador (1979-1992), la deposición de Somoza en Nicaragua (1978), el derrocamiento del general Noriega e invasión a Panamá (1989), así como en la creación de la OEA (Organización de los Estados Americanos). Recientemente en el intento fallido de golpe de estado al ex presidente venezolano Hugo Chávez (1999-2013) y al hostigamiento del actual gobierno de Nicolás Maduro, de igual manera como el encumbramiento parcial de Jeanine Ánez en Bolivia, entre otras cosas.
Es decir que prácticamente la defensa de la libertad según la concepción estadounidense está dictada bajo sus intereses monetarios en la carrera y mercado de las armas y en la explotación de recursos naturales afines para su desarrollo, litio, petróleo, minerales y recursos naturales no renovables en general. Los reflejos fallidos en nuestro vecino del norte reflejan sobremanera su decadencia y cinismo expansionista, para muestra el reflejo fallido en un discurso pronunciado la semana pasada por Joe Biden en el que confundió a Ucrania con Irán ¿Será que el fantasma del Ayatola Jomeni vino su memoria? Los argumentos del mandatario norteamericano son los mismos que los de sus antecesores y parecería que son un calco de mal gusto de aquellas “armas de destrucción masiva” que los Bush perjuraban poseía Saddam Husein en Irák.
Por otra parte, hablar de fascismo es hablar de holocausto y segregación. Es una ideología sociopolítica de carácter totalitario, ultranacionalista y de extrema derecha. La consumación máxima de este sistema lo engendraron las dictaduras de Adolf Hitler (Italia), Benito Mussolini (Italia) y Francisco Franco (España). Los dos primeros junto con el Imperio de Japón bajo el reinado del emperador Hirohito, fueron los artífices de la alianza del Eje, parte protagónica de lo que se denomina la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
En México la influencia ideológica fascista dio origen al Partido Fascista Mexicano bajo el lema “Orden y Justicia” (1922-1923). Más tarde en pleno conflicto mundial resurge un ala de poyo a los países del Eje bajo el nombre de los “Camisas Doradas”. El historiador Juan Alberto Cedillo relata en su libro “Los nazis en México. La Operación Pastorius y nuevas revelaciones de la infiltración al sistema político mexicano” (2010), como algunos espías nazis ingresaron al país con el objetivo de sabotear las relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos, apoderarse del petróleo y obtener cotos en la delincuencia organizada por medio del eslabonamiento de lazos empresariales, políticos y cinematográficos.
Por suerte el fascismo no prosperó, aunque quedaron algunos remanentes mínimos en el movimiento sinarquista y posteriormente en el Partido Acción Nacional (PAN). A la fecha, los herederos ideológicos de esta ideología lejos de preocupar dan pena ajena y me refiero principalmente a legisladores blanquiazules deleznables como Lilly Téllez y Gabriel Quadri.
A nivel mundial el fascismo y su ramo más perverso, el nazismo ha ganado adeptos en Europa, principalmente en Alemania y en Estados Unidos, son conocidos como los “cabezas rapadas” (skinhead). Sus premisas siguen siendo las mismas; la segregación y exterminio de minorías étnicas y el hostigamiento a sistemas políticos plurales. Precisamente un grupo radical con estas características es el principal apoyo del presidente ucraniano Volodimir Zelensky. El batallón Azov que desde hace diez años se ha encargado de reprimir a pobladores rusoparlantes y judíos en las regiones de Luganks y Donest.
Irónicamente la mayoría de los medios de comunicación occidentales intentan hacer pasar a Vladimir Putin como un hijo de Hitler, cuando en realidad el fascismo representado ya nada cómico Zelensky. Pese a que el gobierno de la Federación Rusa tampoco se salvará del juicio de la historia, no podemos considerar que sea un remanente soviético, al contrario es un capitalista emergente que en su intento por reclamar ese pasado está cayendo en el juego de la OTAN y de Estados Unidos. En fin, roguemos por una Guerra Fría al estilo de Bresnev y no una Tercera Guerra Mundial.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.