Ráfagas: Tatiana Ángeles, cuentas pendientes
CIUDAD DE MEXICO, 29 de junio de 2016.- El país está siendo atacado por una numerosa pandilla fascista cuyo objetivo es la toma del poder, por las buenas o por las malas, con López Obrador a la cabeza.
La movilización de la CNTE y sus aliados no se va a terminar con este diálogo ni con el siguiente, ni siquiera si se revisa la reforma educativa para “tropicalizarla”, porque su nuevo objetivo es el 2018.
Quieren que les regresen el manejo del dinero destinado a la educación en los estados que controlan, pero ni así los calmarían.
Ya olieron que pueden ganarlo todo. Se sienten respaldados políticamente por un partido fuerte, Morena, y cuentan con el apoyo de un sector de los medios de comunicación nacionales.
Su marcha solo se va a detener cuando entren a Palacio Nacional con López Obrador.
El populismo fascistoide de AMLO lo ha llevado a forjar una alianza con la CNTE y grupos violentos que le acompañan, y los usa para chantajear con la fuerza en caso de que no le entreguen el poder en 2018.
La marcha del domingo pasado, que fue organizada por Morena, se convocó “en defensa de los maestros ultrajados, heridos, perseguidos o que han perdido la vida”.
Pero los ultrajados han sido maestros que han dado clases cuando la Coordinadora está en paro: los rapan y los hacen caminar descalzos entre los improperios de la muchedumbre.
Ése es el fascismo al cual se ha aliado López Obrador para tomar Palacio, por las buenas o por las malas, en 2018.
A un par de policías federales que llevaban una pipa con agua en las inmediaciones del aeropuerto de Oaxaca, los bajaron, les quitaron parte de la ropa, los hincaron descalzos y los obligaron a cargar pancartas en favor de la Coordinadora.
En Nochixtlan, a una mujer de la Policía Federal –Rosa Saldaña Topete- la golpearon a patadas en el piso, le abrieron la cabeza, la rociaron gasolina y con un cerillo en la mano debatían si les servía más viva o muerta.
Hay fascismo en López Obrador y sus aliados, pero un sector de la sociedad los defiende como si se tratara de las víctimas del atropello del Estado.
En Nochixtlán hubo muertos, pero no eran profesores, sino de miembros de grupos ligados a la guerrilla en Tlaxiaco, a tres horas de distancia del lugar de los hechos, como lo evidenció David Saúl Vela, enviado de El Financiero.
Y hubo muertos porque los agresores tomaban por la fuerza una carretera y respondieron con violencia extrema al intento de desalojo pacífico.
“No vamos a permitir una dictadura en el país”, dijo López Obrador en el mitin del domingo en Reforma, al que llegaron los contingentes en 794 camiones provenientes de distintos puntos de país.
¿Dictadura? Es el Estado el que financia sus acciones, sus marchas, el transporte y la vida diaria de los dirigentes de Morena y sus familias.
Dictadura es la que busca instaurar López Obrador en el país, con el apoyo movilizado de la CNTE, ganen o pierdan las elecciones de 2018.
Ese movimiento va a tener treguas pasajeras mientras reciben lo que les dé el gobierno. Pero va a continuar porque su objetivo es la toma del poder. Van por él.