Así no, presidenta
Fiestas patrias, emociones, encuentros y desencuentros en la nueva normalidad.
La vida cotidiana en tiempo de pandemia se abre paso a través de la tecnología; video llamadas y mensajes de texto y voz a larga distancia acortan las fronteras físicas entre nuestros seres queridos, familiares y amigos. De esta manera a seis meses de iniciada la contingencia los mexicanos y la sociedad mundial reinventan su vida cotidiana con el objetivo de sobrellevar la ansiedad, depresión, la escuela o el trabajo a larga distancia. No obstante, aún existen sectores que no tienen los servicios a su alcance; para grupos vulnerables y comunidades rurales dependen de salir para buscar el pan diario o para tomar sus clases en medios alternativos como la radio o la televisión.
Tal situación ha obligado una medida inédita en la historia del México contemporáneo, la suspensión de actividades cívicas y festividades con motivo del 210 aniversario del inicio de nuestra independencia; el presidente y los gobernadores efectuaron de manera solitaria en plazas y balcones, según fuera el caso, el tradicional grito de independencia. Precisamente este hecho es el motivo de esta reflexión:
La tarde del 15 de septiembre alrededor de las 18 horas salí para hacer unas compras a la tienda cercana a mi departamento y con asombro y admiración vi que en una casa vecina desde el balcón interior el jefe de familia empuñando una bandera, daba el grito de independencia, al fondo se observaba el resto de su familia vitoreando el acto de manera simbólica. Es curioso como este tipo emergencias sanitarias nos obligan adaptarnos, pero también nos hace reflexionar sobre otra parte de la sociedad que no lo hizo y sin respetar las normas sanitarias salió a convivir de manera deliberada, lo que generará en las próximas semanas un repunte en contagios y nuevamente el establecimiento del semáforo rojo, y no, no será culpa ni de la 4T ni del presidente, ni mucho menos de los influencers sean de derecha o de izquierda.
Esa misma noche y compañía de con quienes he compartido el encierro todos estos meses, celebré alegóricamente la fecha con la comida y música típica. Llegadas las 23horas dispusimos encender el interruptor de la televisión y ver el alusivo grito. Sin afán de abonar a favor o en contra, las palabras del Presidente Andrés Manuel llegaron profundas; su discurso inclusivo y de pax, unidad y concordia me recordó al jacobinismo republicano francés, al frente de un zócalo capitalino solitario decorado solo por las luces que semejaban un mapa de la república mexicana y una antorcha cuyo significado es la esperanza.
Puede ser o no del agrado a todos este gobierno, pues algunas decisiones han sido controversiales y aún existen objetivos pendientes que nos preocupan como ciudadanos. No obstante, fecha, acto y discurso cívico de este 15 de septiembre se sintieron diferentes; habrá quienes sigan sosteniendo que la patria es una construcción ficticia y pueden o no tener razón, pero lo que es este año quizás en un futuro lejano pase como uno de los años más complicados en los anales de la historia mexicana del siglo XXI, en el cual, en medio de jalones y estirones entre obradoristas, morenistas, derechistas, empáticos y apáticos a nuestra sociedad se abatió en pro de avanzar de cara a la crisis nacional e internacional.
Finalmente mí sentido optimista que a veces suelo tener como historiador, me dice que fue posible hacer una pausa a nuestras diferencias políticas e ideológicas y celebrar en unidad y esperanza en nuestras casas este 15. A pesar de que en la mañana del 16 despertamos con noticias sobre la violencia que ejercen ejidatarios sobre un poblado de Chiapas. El viernes en redes sociales apareció el desplegado de firmas de un grupo de intelectuales que alegan censura y nula libertad de prensa de este gobierno “represor”, ese gobierno que este domingo respetando su derecho a libre expresión permitió colocar en Av. Juárez de CDMX a un insufrible grupo “frenético” de opositores y su fantasmal tumulto de casas de campañas (vacías) las cuales fueron penosamente barridas por un chubasco de nuestro buen Tláloc, así entre emociones, encuentros y desencuentros finaliza nuestra semana de fiestas patrias.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.