Ráfagas: ¿Malos manejos en la Comisión de Búsqueda de Personas?
Twitter: @OswaldoRamirezG
El día de ayer se conmemoraron 151 años del aniversario luctuoso del Benemérito de las Américas, Benito Juárez, y hoy 19 de julio es el final de clases, sin embargo, el fin de curso oficialmente concluye hasta el día 26 de julio, pues el sufrido magisterio, quienes tendrán del 20 al 25 del susodicho mes un taller intensivo de formación continua. Estas fechas aplican para las escuelas de nivel preescolar, primaria y secundaria, públicas y particulares, incorporadas al Sistema Educativo Nacional.
No obstante, en algunas entidades federativas se adelantará el fin de clases con el objetivo de maximizar el tiempo en los talleres o bien para evitar afectaciones en alumnado y personal por la ola de calor que azota parte del país. Paralelo al taller docente se llevará a cabo la entrega de evaluación y boletas los días 21, 23 y 24 del presente mes.
Dicho lo anterior ¡Albricias! ¡Albricias! Las vacaciones de verano han llegado. Bueno. Solo para los alumnos y de ellos, los medianamente portados que no quedaron a deber materias, los cuales tendrán que recursar grado, aunque con esto de las reformas educativas dudo mucho que se siga aplicando a rigor los exámenes extra, pues la presión de la institución por cumplir más con la estadística que con la calidad de la enseñanza prácticamente obliga a pasar de grado a todos los alumnos.
Y es que disculpando mi rancia nostalgia les diré algo; que mal vamos en cuanto ala formación de valores y aprovechamiento. Tal pareciera que conforme avanza la tecnología y los recursos y planeaciones didácticas echan mano de esta, menor es la brecha de aprovechamiento que los educandos adquieren al final de cada curso y grado escolar.
Dicho esto ¿De quien o quienes será la culpa de esto? ¿De la 4T? ¿De MTV? o ¿De Peso Pluma?
Cierto que la sociedad impacta de manera crucial en el desarrollo de valores y el aprendizaje, pero vayamos por partes; el rezago educativo tiene varias décadas de arrastre, y no, no lo descubrió Loretito con aquel documental de hace mas de diez años (¡De panzazo!, 2012).
Tampoco es causa de la pandemia o del intento fallido que con tumbos variados lograron las clases virtuales y televisadas durante la pandemia.
Mucho menos es culpa de la ex secretaria de Educación Pública ahora gobernadora electa del Estado de México, la maestra Delfina Gómez ¿Cómo habría ser culpa de ella? ¡Si de por si no hizo nada! Oh bueno sí; le endulzó el oído a nuestro Huey Tlatoani, Andrés Manuel para que la impulsara electoralmente y vaya que en eso sí tuvo éxito.
Siendo justos y realistas, el problema en cuanto al enfoque de la educación, los planes de estudio, las instalaciones y la manutención de los profesores en un asunto añejo, el cual incluso nos remonta desde los primeros años del México independiente ¡Vamos! Si desde entonces tenían problemas para definir el concepto de aprovechamiento escolar, es lógico que hoy exista ambigüedad cuando hablamos de “competencias educativas”, y ahora con los ajustes del nuevo régimen más aún.
Por si fuera poco, como resultado de la Revolución mexicana, la creación de una nueva carta magna en 1917 trajo consigo artículos progresistas adelantados para su tiempo, uno de ellos fue el Artículo 3ro constitucional, el cual garantiza (en teoría) como un derecho de todos que la educación sea laica, gratuita y obligatoria. Mismo que en letra ha sido manoseado y utilizado solo como bandera política y de discursos partidistas, pues en realidad no se ha cumplido a cabalidad.
Por si fuera poco, el rompimiento del sistema revolucionario con el anterior régimen, el porfiriato, satanizó toda suerte de avances positivos que éste hubiese generado, entre ellos los referidos a la educación escolar. Hoy podemos ver como dentro de las nuevas reformas e implementaciones algunas aluden a los sistemas de enseñanza que impulsaron en escuelas particulares protestantes (metodistas) en varias partes de la república mexicana a finales del siglo XIX y principios del XX.
Claro que hoy se estaría loco si se recurriera a esa antigua y máxima de “la letra con sangre entra”. No obstante, el lado extremo ha llevado a solapar un sistema autocomplaciente al que le interesa solo generar cifras y pocos resultados en cuanto a su desempeño y seguimiento escolar.
Si bien es cierto esto ha contribuido en el fortalecimiento de algunas capacidades subestimadas con anterioridad, como lo son la artística o la deportiva, por otro lado, se ha prestado para la tergiversación y manipulación del sistema, en cuyo caso las escuelas y propiamente los directivos y docentes se vulneras en sus derechos como profesionistas y personas antes un enaltecimiento con derechos y cero responsabilidades para los alumnos y padres de familia.
El resultado es por demás tangible. Ejemplos de ello desde años recientes los podemos ver en internet, donde se encuentran grabaciones en las que alumnos de diferentes grados escolares violentan a los docentes, para luego exhibirlos públicamente. Cierto que habría que analizar caso por caso, lo cual aquí no da para ello, pero pongamos un caso reciente y lamentable; la violencia que precisamente el día de ayer sufrió una educadora de preescolar junto con una trabajadora de cocina de una institución de Cuautitlán Izcalli por parte de los padres de familia de un alumno.
Seguro que este caso dará mucho que hablar los próximos días, pero la lección y la pregunta es clara:
¿Qué tanto estamos dispuestos a vulnerar la integridad de los docentes? No se trata de reprimir a los infantes en pro de retroceder en sus derechos. Pero creo que ya es tiempo de lograr un punto medio y que las autoridades escolares, particulares o públicas los respalden conforme a sus obligaciones y capacidades.
Al final, la máxima debe quedar clara, sobre todo para los padres de familia; a la escuela se van a adquirir conocimientos útiles para su vida, a desarrollar sus capacidades intelectuales que les servirán en el plano de lo civil y lo profesional. Cierto, los valores morales se fortalecen, pero esos vienen de casa. La escuela no es un centro de recreo, ni mucho menos una guardería. Por lo pronto mi recomendación cinéfila add hoc sean docentes o no, es “El último vagón” (Netflix, 2023).
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.