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Insensato regocijo
CIUDAD DE MÉXICO, 14 de agosto de 2018.- A seis semanas de las elecciones del pasado 1 de julio, el Partido Acción Nacional (PAN) no ha logrado diagnosticar las causas que provocaron la derrota abrupta ante el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en una pugna interna por el control del organismo que fundó Manuel Gómez Morín.
Varias voces al interior de Acción Nacional han exigido la salida de Anaya y Damián Zepeda de la dirigencia del organismo político que se ubica como la segunda fuerza política del país, debido a que no cumplió con las expectativas en la pasada contienda electoral al quedar 25 puntos debajo de la fuerza que encabeza Andrés Manuel López Obrador.
Algunos gobernadores y exgobernadores panistas ya se frotan las manos para buscar la dirigencia nacional del PAN y ser los líderes de la primera oposición del país en la próxima administración federal, aunque para ello primero deben desarrollar un proceso democrático para limar asperezas en el interior del organismo.
Muchos militantes cuestionaron la manera en la que Anaya obtuvo la candidatura presidencial por medio de traiciones y su meteórico ascenso en la política nacional no rindió resultados, pues con el queretano, el blanquiazul tuvo sus peores porcentajes de votación en una contienda presidencial desde hace más de 30 años, incluso superando la decadente votación que obtuvo Josefina Vázquez Mota en 2012.
Está claro que si Anaya o algunos de sus colaboradores cercanos permanecen en el PAN habrá más rupturas en el interior del blanquiazul, ya que para los gobernadores y los allegados al expresidente Felipe Calderón su gestión concluyó tras la jornada electoral y ahora un nuevo liderazgo debe hacerse cargo de ser “la oposición responsable” que tanto pregonan en el discurso los panistas públicamente.
Para los panistas que apoyaron a Margarita Zavala, la nueva dirigencia nacional del PAN debe estar encabezada por una persona con amplia experiencia pública y política, mientras que para otros es tiempo de que una persona joven con ideas frescas traiga la renovación en un partido cuyas ideas son consideradas por algunos sectores sociales como anquilosadas.
Curiosamente las personas que más han defendido a Ricardo Anaya no han sido los propios panistas, sino los “Chuchos” en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) que vieron en el PAN el barco para seguir en la esfera pública, aunque esto no implica necesariamente que los perredistas estén conformes con la alianza con un partido de derecha.
Prueba de ello, fue que cientos de perredistas anunciaron sus intenciones de unirse a Morena, debido a que el discurso que pregona el PRD está en el olvido y su esencia totalmente desaparecida devorada por una dirigencia que sólo busca la permanencia en el Sol Azteca.
Mientras que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) trata de reagruparse para renacer tras su peor derrota histórica en una contienda electoral en medio de un hermetismo y desolación casi mortal, en el PAN aún no hay diagnóstico sobre la debacle de Acción Nacional que en 2016 fue el mayor ganador de la contienda electoral y que en dos años perdió todo ese capital político en una derrota que trataban de no asimilar los asesores de Anaya.
Algunos perfiles que suenan para ocupar la dirigencia nacional del PAN son Roberto Gil Zuarth, uno de los calderonistas más visibles; Rafael Moreno Valle, el ex gobernador de Puebla, quien desea quedarse con el partido después de no obtener la candidatura presidencial y cederla a Anaya a cambio de la candidatura de su esposa Martha Erika Alonso a la gubernatura de Puebla.
Otro personaje que también suena para hacerse cargo de Acción Nacional es Marko Cortés, exdiputado federal, cercano al exlíder nacional Gustavo Madero, quien para un segmento panista podría ayudar a reunir a los militantes molestos por el proceso electoral.
Ante esta situación el PAN, que será la segunda fuerza política del país, deberá ser un partido político que sirva como balance en una democracia en constante crecimiento, pues parte fundamental del desarrollo de una nación son los contrapesos a un poder en el que se escuchen todas las ideas tanto de izquierda como de derecha y que abonen al debate público.