No alcanza
La Crisis y un tabasqueño que recordar.
Twitter: @OswaldoRamirezG
“Que el dólar va para arriba, y el peso sigue bajando
Uy que miedo, mira como estoy temblando
Uy que miedo, mira como estoy temblando”
El fragmento anterior corresponde a una parte de la canción “Uy que miedo”, interpretada por Francisco José Hernández Mandujano, mejor conocido como “Chico Ché”. De padres tabasqueños este músico y cantautor nació un 7 de diciembre de 1945 en la Ciudad de México. No obstante, nunca negó sus raíces familiares, por lo que al preguntarle de donde era por lo general contestaba diciendo “de Teapa, Tabasco”, lugar de origen de su padre. Sus melodías se caracterizan por ser una mezcla de cumbia y merengue, aunque también puede percibirse fusiones y arreglos de balada y rock and roll. Un día como hoy 29 de marzo, pero de 1989 perdió la vida a causa de un derrame cerebral.
El apodo de Chico Ché proviene del apelativo cariñoso con el que se le conoce en Tabasco a personas con el nombre de Francisco “Chico” y “Ché” es el diminutivo con el que suelen referirse a quienes se llama José. También fue conocido con otros apodos como el “Hombre del Overol” y “El Ciclón del Sureste”. Además del contenido de sus canciones, del cual hablaremos más adelante, se caracterizó por su peculiar estilo de vestir. Cuando salía a escena siempre portaba overoles de diversos diseños y colores (que él llamaba de show), y unos característicos lentes de pasta que en aquella época no eran tan comunes. El overol era relacionado con la clase obrera, sin embargo, Chico Ché le dio un nuevo significado; al salir con este atuendo a cantar reflejaba y daba voz a las inquietudes de un pueblo harto de la corrupción, pero de una manera humorística demostrando que ante todo el mexicano nunca pierde la gracia de las cosas y es luchón.
El nombre de su agrupación fue “Chico Ché y La Crisis”, el cual fue acuñado entre los años 1968 y 1969, después de que con anterioridad fuera parte de otras agrupaciones (Los Temerarios y Los Bárbaros). Se entiende que este mote obedeció al contexto de las décadas que le toco vivir como intérprete (1970´s y 1980´s), las cuales (para variar) estuvieron caracterizadas por crisis económicas, escándalos de corrupción y las ya comunes falsas esperanzas de prosperidad de la clase política predominante de aquella época (PRI). Así fue que sus éxitos no fueron ajenos a esos sexenios en los que desfilaron tres ex presidentes; Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), José López Portillo (1876-1982) y Miguel De La Madrid Hurtado (1982-1988).
En ese México lindo y jodido que seguía al ritmo del partido tricolor y sus entonces paladines de la podredumbre, el monopolio televisivo (Televisa) lo aceptaba a medias, pese a que hubo más de uno en el medio que no perdió la oportunidad en querer ridiculizarlo por su manera de vestir o por el contenido de sus canciones. Aun con ello, su carácter humilde y trabajador que siempre lo caracterizó, le valió llenar lo mismo espectáculos para la televisión que fiestas y conciertos populares en las diferentes regiones del país, incluso se dio el lujo de salir en varias películas de aquel célebre y mal llamado “Cine de Ficheras”.
Ahora bien, hablar de sus interpretaciones está fuera de serie, pues lo mismo le cantó al amor, a la tragedia, a la vida cotidiana, a la política, a las preferencias sexuales, a los juegos tradicionales, a los vicios y malas y buenas costumbres. Eran otros tiempos, nadie se escandalizaba tanto como la ahora insufrible Generación de Cristal; lo mismo entonó sobre un negro rabioso (El Africano) e hizo mención del terremoto de 1985 en “¿Dónde te agarro el temblor?”, de igual manera se atrevió a decir “yo no le hago a la boleada” para referirse a la homosexualidad (La Boleada).
Otras canciones que son “Partido por la mitad” que es una referencia directa hacia la clase política a cual compara con personajes de la farándula de aquel momento; “La Reforma Agraria”, la cual es una denuncia que exhibe el latifundismo en la década de 1970; “El sustazo del negrazo”, cuya alusión es hacia Arturo Durazo Moreno ex Director de Política y Tránsito el Distrito Federal, acusado de delincuencia organizada y enriquecimiento ilícito quien fuera el protegido y solapado durante el mandato presidencial de José López Portillo (1876-1982). Destacan además “Las Pelotas de Carey”, “Macorina Pon Pon”, “Yo no bailo con Juana”, “Cuidado con el gas”, “Pobrecito mi cigarro”, entre muchas más.
Incluso recientemente en una conferencia mañanera, nuestro presidente Andrés Manuel al referirse a las corruptelas de personajes de sexenios anteriores a manera de sátira menciona el título de una de las canciones de su paisano, “Queen Popo” (¿Quién compro?) en alusión de aquellas propiedades mal habidas de algunos “opositores” de la 4T. Habrá que decir que las circunstancias no le alcanzaron a nuestro trovador tropical para hablar a todo pulmón de los sexenios que le siguieron. Pese a que es pura especulación, no me imagino (o más bien sí) qué pudo haber cantado con un de un Carlos Salinas De Gortari, del magnicidio de Luis Donaldo Colosio, la victoria de Fox en el 2000, los fraudes electorales y la fracasada guerra del narcotráfico de Calderón (seguro que de Genaro García Luna hubiese salido algo tan épico como la del “Sustazo del negrazo”).
Quizás de Enrique Peña Nieto hubiese salido demasiada tela rítmica que cantar, al igual que de la ahora oposición moralmente derrotada. Finalmente, quien sabe que hubiese dicho de su paisano de Macuspana, seguro que hablaría de las contradicciones con un picaresco doble sentido como en su canción “Qué culpa tiene la estaca” o se daría el lujo de corear algo similar a “Chido chido chido chido, chido chido chido chon” (Chido Chido)… Le faltó vida y circunstancia para regalarnos más de su ritmo y humor. No obstante, nadie niega que aun hoy sus letras son vigentes:
¡Gloria y Recuerdo al Hombre del Overol!