Ráfagas: Saqueo en Tepeji
Twitter: @OswaldoRamirezG
«No me tengas lástima, sé que es mi último día, mi última comida y por eso tengo que disfrutarla; mañana ya no estaré aquí; creo que eso es lo mejor, ya estoy viejo y pronto mis achaques se van a comenzar a manifestar, prefiero morir así que en una cama de hospital»
Miguel Hidalgo y Costilla (1753-1811).
Hidalgo, “El padre de la Patria” nació el 8 de mayo de 1753 en la hacienda de San Diego Corralejo, Pénjamo, Guanajuato. Fue fusilado el 30 de julio de 1811 en Chihuahua después de las derrotas insurgentes de Aculco y Guanajuato. Después de la desbandada de su ejército emprendió una huida hacia el norte buscando el apoyo de los Estados Unidos, sin embargo no pudieron llegar a su destino, fueron perseguidos y atrapados por tropas realista del general Félix María Calleja en la Noria de Baján, Coahuila. Junto con Hidalgo fueron capturados Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Jiménez y Mariano Abasolo de ahí fueron trasladados a Monclova y finalmente a Chihuahua. El juicio de Hidalgo y su degradación como sacerdote estuvo plasmado de dolor, vejaciones y humillaciones según cuentan las crónicas. El pasado viernes se celebraron 210 años de dicho acontecimiento.
Por otra parte, el 24 de julio se conmemoró el 238 Aniversario del Natalicio de Simón Bolívar, militar y político venezolano fundador de las repúblicas de la Gran Colombia y Bolivia; su pensamiento, sueño de libertad y unidad de toda la América trasciende a su tiempo y ha sido base del discurso latinoamericanista durante gran parte del siglo XX y XXI. A este efecto la celebración aunque breve, conto con la presencia de representantes de todos los países de América Latina y la invitada especial, la escritora Isabel Allende, escritora de origen chileno, nacionalizada estadounidense y Premio Nobel de la Literatura 2010.
Esta vez el protagonismo del acto no lo tuvo nuestro amado Huey Tlatoani sino dos de los suspirantes y destacados políticos, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum y el Canciller Marcelo Ebrard. Al contemplar las fanfarrias, albricias y el sentido canto de Lila Down quien en su interpretación vocal resalta la frase “El que no quiere a su patria no quiere a su madre”, no deja de sernos ajenas las pretensiones que hace unas semanas hiciera el mandatario mexicano en pro de separarse de la Organización de los Estados Americanos (OEA), tampoco la esperanza que el pueblo peruano tiene en su recién electo presidente el señor Pedro Castillo, docente, líder sindical y político de origen campesino, que a su vez ve en Andrés Manuel la punta de lanza del liderazgo que necesita este subcontinente.
Lo mismo que Jean-Luc Mélenchon, líder del Movimiento Francia Insumisa quién de visita en nuestro país no dudo en mencionar que uno de sus principales motivos para su estancia es “ver a México a respirar a conocer a ese señor AMLO que tanto llama la atención y aprender de ese proceso mexicano” [sic] Si bien la proyección de Andrés Manuel puede ser esperanzadora para los de afuera, debemos admitir que al interior las inconformidades ya nos huelen a fiasco. Sobre todo con la recién fracasada consulta popular en la que no más del 8% del padrón electoral acudió a las urnas para votar a favor (o eso es lo que se dice) del juicio a ex presidentes.
Aquí cabe respondernos si realmente la ausencia del electorado no fue un falso positivo por parte del gobierno federal que pretende escalar en perjuicio del Instituto Nacional Electoral (INE). Por otro lado, nos damos cuenta que finalmente el desinterés no solo no tiene pies sino que refleja la poca confianza que se tiene en nuestras instituciones y más precisamente, en la aplicación de las normas y leyes a rigor. Esto considerando que si bien el presidente cumplió con este plebiscito en parte a una de sus promesas de campaña, lo hizo de muy mala gana mostrando siempre en una postura ambigua e incluso negativa. A sabiendas de que no se instalaron casillas especiales, tuvo a bien emitir su voto en el estado de Nayarit cuando en teoría debió votar en el módulo cerca de Palacio Nacional en el Zócalo Capitalino, por tanto el acto de hacerlo de esa forma desaprobó simbólicamente la consulta.
Durante el proceso notamos a un Lorenzo Córdova, presidente del INE tranquilo y positivo, incluso dando por sentado que no se trataba de un fracaso sino de un exitoso proceso experimental en el que se intentó educar a la ciudadanía para su participación en este tipo de votaciones. Pero no nos engañemos, la fallida consulta ciudadana no solo tuvo esos resultados por la desinformación de “aquellos enemigos oscuros de la 4T”, sino por la naturaleza desconfiada que como dije atrás refleja la verdadera naturaleza del votante; es más difícil lograr justicia, equidad y cuentas claras de aquellos quienes se deben a nosotros (los políticos), que tener unas elecciones limpias en aluno de los niveles de gobierno.
Se está avanzando hacia la participación ciudadana dentro de los comicios electorales par elección de cargos como diputados, senadores, presidentes y gobernadores, pero se actúa con reserva cuando se sabe que el proceso de participación pretende llevar al sillón de los acusados a quienes en algún momento estuvieron en la silla presidencial. Tendremos que esperar un poco más para que el dicho popular “déjalo que goce su abril y mayo, ya le llegará su agosto” sea una realidad en la justicia mexicana. Los intereses deben de ser muchos y muy complicados como para que un mandatario que hace tres años llegara con más del 60% de aprobación electoral no pueda aun con la embestida del Legislativo echar andar el susodicho “Juicio a Ex Presidentes”.