
La calculada victimización
La tragedia no tiene nombre.
Incluso, ya alcanzó niveles de escándalo histórico, por el número de víctimas mortales.
Por eso –porque es una tragedia sin nombre--, no son pocos los especialistas serios –nacionales y extranjeros--, que a la tragedia que se vive en México le llaman “el mayor crimen de Estado”; un crimen provocado por el propio presidente mexicano, López Obrador.
Y es que, a los ojos de todos –a los ojos de mexicanos y extranjeros--, son miles de mexicanos muertos a causa de la estulticia, la ignorancia, la necedad y, sobre todo, la lucha irracional “del poder por el poder” –en el gobierno y en el partido oficial--, además de la libertad que tienen las bandas criminales para disputar los territorios.
Sí, sin que a ninguna de las instituciones del Estado le importen, sin que, a ningún político, a ningún servidor público, a ningún colaborador del presidente –y sin que le importe al presidente mexicano mismo--, lo cierto es que en el gobierno federal a nadie le importan las vidas, las familias, las tragedias y el humanismo elemental.
A nadie le importan los ciudadanos.
Es decir, que en el México de López Obrador las últimas prioridades –las prioridades olvidadas--, son la vida, la salud, el bienestar, la educación y menos salvar la vida de millones de mexicanos pobres.
Lo cierto es que, en Morena, en sus gobiernos y entre sus legisladores y gobernantes; entre sus alcaldes y entre sus líderes, nada importa --y nada es nada--, además el poder.
Es decir, que en Morena no les importa la vida humana; no les importan los ciudadanos, tampoco importan los pobres; no importa el sufrimiento, el dolor, la enfermedad; no importan los niños enfermos de cáncer, tampoco las miles de mujeres con cáncer de mama y cáncer cervicouterino.
Tampoco importan el futuro de calidad y la educación de los pobres; y menos importan el desempleo, la destrucción de empresas; no importa que quienes menos tienen hoy han perdido el futuro, la esperanza y la salud.
En Morena, entre sus legisladores, sus políticos, sus gobernantes y sus líderes, sólo importa quedar bien con el presidente; sólo vale halagar al nuevo rey presidencial, porque es el que da y quita; por que AMLO es quien garantiza un futuro exitoso o condena al fracaso ominoso.
Y ay de quienes se atrevan a disentir, a criticar, a cuestionar, a exigir la elemental rendición de cuentas y la congruencia fundamental, porque entonces aparecerá un garrote ejemplar; la persecución contra todo aquel que se atreva a criticar al locuaz presidente mexicano.
Pero no, que nadie se equivoque; no hablamos sólo de los miles de muertos por Covid-19 –cifra oficial, mentirosa, que está por llegar a 90 mil vidas perdidas aceptadas y a 300 mil ocultadas--, sino a los cientos de niños con cáncer que, a diario, mueren por el abandono criminal del sector salud y del gobierno de López Obrador.
Nos referimos a las decenas de mujeres que todos los días mueren a causa del cáncer de mama y el cáncer cervicouterino.
Nos referimos a la tragedia que viven el IMSS, el ISSSTE y decenas de sistemas estatales y municipales de salud y a miles de enfermos de otras patologías distintas al cáncer, que son abandonados a su suerte por el criminal gobierno de AMLO.
Nos referimos al escandaloso número de víctimas de la violencia -que rebasa las 70 mil víctimas en todo el país--, fracaso que, aún así, premia a criminales como Alfonso Durazo.
Lo cierto es que no deja de ser un insulto, una ridiculez y una ofensa para la agonizante democracia mexicana que, mientras AMLO y su pandilla pelean con el Vaticano, con España, con el pasado… miles de mexicanos pierden la vida por la indiferencia y la indolencia del gobierno federal y del presidente Obrador.
¿Quien será capaz poner un alto al criminal de Estado llamado López Obrador?
Al tiempo
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