¿Preparados para Kamala o Trump?
Sí, seguramente algunos recuerdan que Carlos Salinas persiguió a Cuauhtémoc Cárdenas desde la primera mitad de los años 80 del siglo pasado.
Una persecución que incluyó el fraude electoral en la presidencial de 1988 y que marcó el inicio de la transición democrática, el nacimiento del PRD y de las elecciones libres, creíbles y confiables desde julio de 1997.
Es decir, Cárdenas y un puñado de mexicanos ejemplares chocaron de manera frontal ante el poder político y presidencial de Salinas y con ello hicieron posible la caída del PRI, en 1997 en la capital del país y a nivel presidencial en el año 2000.
En todos ese tiempo –mediados de los años 80 y hasta el año 2000–, Cárdenas nunca se amedrentó frente al poder de los mandatarios en turno; De la Madrid, Salinas y Zedillo.
Hoy, sin embargo, se repite la historia pero como grotesca comedia, en medio del “burlesque” en que López Obrador ha convertido la política y su gestión sexenal.
Y es que aquel Cárdenas que fue perseguido por Salinas, hoy es perseguido por Obrador, su hijo político convertido en tirano peor que Salinas.
Hoy, aquel Cuauhtémoc de principios indomables y congruencia total, que no se dobló ante el poder presidencial de De la Madrid, Salinas y Zedillo, se “fundió” de manera inexplicable frente al tirano de Palacio, el vengativo y rencoroso Obrador.
¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué la flaqueza y la debilidad mostradas por un Cárdenas que dejó a muchos decepcionados?
Está claro que las lecciones del tiempo son implacables y que no es lo mismo “Los Tres Mosqueteros que 20 años después”.
En efecto, las “razones políticas” que Cárdenas esgrimió como argumento para deslindarse del grupo Punto de Partida, no son mas que la flaqueza de la complicidad.
¿Complicidad de Cárdenas con AMLO?
Sí, el mítico Cuauhtémoc debió recular no solo como resultado del señalamiento flamígero de Palacio que lo colocó en el bando “de los traidores al movimiento” de López sino a causa de un argumento no solo de extraordinario peso político, sino de afecto familiar.
Y es que para nadie es novedad que Lázaro Cárdenas Batel, el hijo de Cuauhtémoc es, en los hechos, “el dedo chiquito” del tirano López.
Dicho de otro modo; resulta que el hijo de sangre de Cárdenas –“Lazarito”, como le dicen–, carga con el fardo de la complicidad de todas las decisiones políticas, económicas y sociales impulsadas por el tirano López quien, a su vez, es el hijo político del tres veces candidato presidencial.
Pero lo más patético es que hoy, casi 40 años después, Obrador, el hijo político del mítico ingeniero Cárdenas, asume el mismo papel que Salinas y no sólo persigue al “líder moral de la izquierda” sino que en el 2024 intentará un fraude idéntico al que ordenó Salinas contra Cárdenas, en 1988.
Curiosamente un fraude ideado y promovido por Manuel Bartlett en el 2024, el artífice del fraude electoral de 1988.
Y por eso las preguntas
¿No resulta una grosera parodia en sí misma la persecución contra Cárdenas emprendida por López Obrador?
¿No estamos ante un grotesco “burlesque” de la política mexicana y de ese amasijo sin pies ni cabeza llamado “izquierda mexicana”?
Y si tienen dudas, aún hay más. Seguro recuerdan la mítica imagen en la que aparecieron Cuauhtémoc Cárdenas, Manuel J Clohutier y Rosario Ibarra de Piedra, en conferencia de prensa conjunto, horas después de que se declaró la victoria de Salinas, en julio de 1988.
Los tres candidatos presidenciales de oposición denunciaron un escandaloso fraude cometido por Manuel Bartlett y por Carlos Salinas, en agravio de Cuauhtémoc Cárdenas.
Hoy, 35 años después, los hijos de Cárdenas, Clohutier y de Rosario Ibarra son no solo escuderos sino lacayos de López Obrador.
Peor aún, hoy están con López Obrador, han sido cooptados, comprados o fanatizados quienes por años se dijeron “agraviados” por el fraude de 1988 y que, por eso, fundaron el PRD; la mayoría de los herederos de la represión de 1968 y 1971 y hasta no pocos de los farsantes del “yo son 132”.
Por conveniencia política, complicidad, corrupción y/o por ambiciones inconfesables, tanto Cuauhtémoc Cárdenas, como muchos “luchadores sociales” y políticos del 68, del 71, de 88 y del año 2000 que pregonaban los ideales de izquierda, hoy defienden la tiranía fascista y de extrema derecha de AMLO y aplauden el regreso a los gobiernos populistas, represores y defraudadores de Díaz Ordaz, Echeverría y Salinas.
Así de grotesco el fracaso cultural de la llamada izquierda mexicana, de movimientos estudiantiles como los del 68 y del 71 del siglo pasado y de la transición democrática que arrancó en los años 80 y que se catalizó con el fraude electoral de 1988.
Fracaso cultural que la historia le cobrará a López Obrador.
Al tiempo.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.