Ráfagas: Saqueo en Tepeji
Ya es una constante en la conducta del siempre peleonero presidente mexicano.
Vociferante suele “lanzar la piedra” para luego, cual manso cordero, arrodillarse para “esconder la mano”.
Seguramente lo recuerdan desde los tiempos del arranque del gobierno de Donald Trump, cuando López Obrador pasó del insulto abierto en la plaza pública al indulto vergonzante frente al propio presidente de Estados Unidos.
Es decir, el arrogante candidato y luego presidente mexicano que lanzó toda clase de improperios contra Trump, repentinamente se convirtió en un manso cordero que “se dobló” ya frente al mandatario norteamericano.
El propio ex presidente de EU y no pocos colaboradores atestiguaron –en libros y declaraciones–, la vergonzante postura de Obrador ante el poder del imperio del Norte.
“¡Pocos políticos se han doblado como López Obrador!”, sintetizó Trump en su momento.
Y es que, en los hechos, la cobardía de López es la misma frente a todas las expresiones del poder y ante todas las mujeres y/o los hombres de poder.
Por ejemplo, durante años AMLO satanizó a la llamada “mafia del poder”, pero ya como presidente hizo todo lo necesario para ser parte de esa misma mafia poderosa.
En efecto, terminó del brazo de Carlos Slim, de Televisa, de Azteca, de Imagen, Milenio y de muchos otros medios y empresarios a los que halaga y corrompe con el dinero público.
Y si lo dudan, recientemente el mandatario mexicano también fue “doblado” por Elon Musk, el hombre más acaudalado del mundo y a quien López se atrevió a negar el permiso para instalar en México la Giga-Planta Tesla. Sin embargo, horas después, AMLO debió aceptar gustoso.
Y vale el ejercicio memorioso porque de nueva cuenta el ejecutivo mexicano “se dobló”, ahora frente al presidente Biden, luego del escándalo provocado por el secuestro de cuatro ciudadanos norteamericanos en Matamoros, Tamaulipas, de los cuales dos perdieron la vida y uno más resultó gravemente herido.
Todo comenzó el pasado fin de semana, cuando cuatro norteamericanos cruzaron la frontera a bordo de una camioneta que lo llevó a Matamoros, en donde pretendían llegar a una clínica estética.
Sin embargo, los “halcones” del crimen organizado que están apostados en todos los accesos de Matamoros y de todo Tamaulipas los detectaron y, de inmediato dieron aviso a los jefes del “narco” tamaulipeco.
La orden a los matarifes fue contundente: matar a los ciudadanos de color que habrían cruzado la frontera y que llegaron a Matamoros.
Por su aspecto, los habrían confundido con ciudadanos haitianos, quienes, a su vez, disputan “la plaza” del narcotráfico en la región fronteriza.
Por eso, sin dudarlo, los norteamericanos fueron acribillados a bordo de la camioneta en la que viajaban. En el lugar dos de ellos perdieron la vida, otro resultó gravemente herido y uno más quedó ileso.
Aún así, los sicarios secuestraron los cadáveres y a los sobrevivientes y los llevaron a una “casa de seguridad”, luego de un tortuoso periplo en el que fueron tratados como animales.
Durante más de 24 horas, los tres órdenes de gobierno mexicanos: el federal, estatal y municipal, guardaron silencio. Nadie dijo nada, a pesar de que en redes circularon videos del ataque y de la forma en que fueron masacrados y secuestrados los ciudadanos norteamericanos.
Al final, una vez que el gobierno norteamericano reaccionó de manera oficial y exigió una explicación por lo ocurrido a sus ciudadanos, de forma milagrosa despertaron el presidente, el gobernador y el alcalde de Matamoros.
Y “en menos que canta un gallo”, fueron localizados los cuerpos de las víctimas, el sobreviviente y el herido.
Una rapidez impensable, en medio de un vociferante presidente que en su refugio amurallado gritaba que México “no es colonia”, que su gobierno “no tolera que le digan qué hacer” y que “no acepta el intervencionismo”.
Retórica pedestre y “engañabobos”, ya que tanto el gobierno municipal de Matamoros, como el estatal de Tamaulipas y el federal de Palacio siempre supieron qué pasó con los ciudadanos norteamericanos; supieron quienes eran los agresores y siempre mantuvieron comunicación con el grupo criminal.
¿Y por qué la rapidez para encontrar los cuerpos de las víctimas y localizar al herido y al sobreviviente ileso?
Porque el grupo criminal que domina Tamaulipas, el llamado Cártel del Golfo, es el mismo que financió la candidatura del alcalde de Matamoros y el mismo que llevó al poder al gobernador Américo Villareal; el mismo grupo mafioso que por años financió al partido Morena en Tamaulipas.
Quedó claro, como en pocas ocasiones, que el verdadero “mandamás” del crimen organizado despacha en Palacio.
Y ante una emergencia internacional –como la provocada por el secuestro y crimen de ciudadanos norteamericanos–, el “mandamás” de Palacio exhibió su complicidad con las bandas criminales y, por eso, de inmediato respondió al poder estadounidense. ¡Faltaba más, para eso el jefe de la nueva “mafia del poder” está en Palacio!
Sin embargo, en casos como el atentado contra Ciro Gómez Leyva, en la desaparición de cientos de miles de ciudadanos en todo el país; en el secuestro de marinos y en las masacres sin fin, el “mandamás” es indiferente.
Sí, sin darse cuenta, López Obrador confirmó que es el verdadero jefe del crimen organizado en México.
Al tiempo.
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