Ráfagas: Voracidad panalista
Ayer domingo, 17 de septiembre del 2023, se cumplieron 50 años del secuestro y asesinato del empresarios regiomontano, Eugenio Garza Sada, ocurrido el 17 de septiembre de 1973.
El próximo 10 de octubre del 2023, se cumplirán 50 años del secuestro y asesinato del empresario jalisciense, Fernando Aranguren, ocurrido el 10 de octubre, también de 1973.
Los dos crimenes fueron disfrazados de secuestros fallidos y ambos casos los planearon y ejecutaron integrantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre, grupo guerrillero que nació, de manera oficial, el 15 de marzo de ese mismo 1973.
Como queda claro, se trató de crimenes cometidos contra dos de los más reputados empresarios de la época y se produjeron a la mitad del gobierno de Luis Echeverría (1970-1976); gestión presidencial que se caracterizó por un permanente ataque a los sectores productivos, especialmente a los grandes grupos empresariales.
Grupos como el encabezado por Eugenio Garza Sada, fundador de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y del Tec de Monterrey; además de jefe de los poderosos grupos empresariales Femsa, Visa y de la Cervecería Cuauhtémoc.
En su momento y luego de los crímenes de Garza Sada y Aranguren, los hombres de empresa cerraron filas y, por ejemplo, durante el funeral del regiomontano los asistentes abuchearon a Echeverría, quien debió salir de forma apresurada del lugar.
Y es que desde que se produjeron las dos muertes se especuló que se trató de crimenes de Estado, ya que Echeverría había entrado en colisión frontal con grupos empresariales de Nuevo León y Jalisco.
Investigaciones periodísticas posteriores confirmaron que, en efecto, los supuestos secuestros fallidos en realidad fueron crimenes ordenados por el Estado, ya que desde la Secretaría de Gobernación y con el aval del presidente, la Liga Comunista 23 de Septiembre fue un instrumento creado y financiado por el gobierno federal y cuya utilidad era política.
Es decir, que la orden desde el poder no fue un secuestro, sino la muerte de Garza Sada y Aranguren y los operadores fueron supuestos guerrilleros, quienes realizaban secuestros reales a cambio de cantidades millonarias de dinero dizque para financiar su activismo; secuestros que eran una pantalla para justificar sus acciones al servicios del gobierno de Echeverría.
Sin embargo, los crimenes y la persecusión del Estado no amedrentaron a los hombres de emprea de aquellos años quienes, al contrario, buscaron una respuesta en el activismo político, en partidos como Acción Nacional, del que surgió una camada de políticos-empresarios que alcanzaron el poder, en el año 2000, con Vicente Fox, al que reclutó Manuel J.Clouthier.
Lo novedoso del asunto es que, a medio siglo de aquellos crímenes, los empresarios mexicanos de hoy no solo son indiferentes a los peligros que significan el fallido gobierno de AMLO, sino que parecen felices de desempeñar el papel de corifeos de una narco-dictadura como la que impuso el partido Morena, a nivel federal y en no pocos estados y municipios.
Pero acaso lo más cuestionable es que en los nuevos libros de texto gratuito se habla de los secuestros de empresarios hace medio siglo, en un tono que exalta los crimenes, a los criminales y promueve la violencia.
Por eso, organizaciones como el Consejo Coordinador Emprsesarial (CEE) y la Coparmex de Nuevo León, exigieron una rectificación inmediata, pero nadie les hizo caso y mucho menos el gobierno federal.
Por ejemplo, Francisco Cervantes Díaz, presidente del CCE, dijo que los nuevos libros “promueven sin razón la violencia, el encono y animadversión en contra de empresas y empresarios que operan en el marco de la ley” y expuso que si bien “es relevante dejar constancia de los sucesos históricos, también se les debe llamar por su nombre a los asesinatos de los empresarios”.
A su vez, Gabriel Chapa Muñoz, presidente de la Coparmex Nuevo León, lementó y reprobó “el tono utilizado en los materiales de guía para maestros de la SEP, que tergiversa el cobarde asesinato de nuestro querido Don Eugenio Garsa Sada”.
Y fue contundente al aclarar: “No fue un error, fue un crimen. No es una ausencia, es un asesinato. No fue un intento de retención, fue un secuestro”. Y exigió rectificar el contenido del libro de secundaria.
¿Y quién hizo caso al reclamo de los empresarios? Nadie en el gobierno federal. ¿Quién más protestó del sector empresarial mexicano? Nadie, ya que la mayoría de empresas y empresarios prefieren la estabilidad de sus negocios, antes que luchar por la defensa de libertades fundamentales y, sobre todo, por la defensa de la democracia.
Sí, a 50 años del mayor crimen de Estado contra hombres de empresa, los empresarios mexicanos callan ante el peligro de que la historia se repita.
Al tiempo.
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